Scarlett sorprendida mirando el guapo rostro de Xander, inmediatamente giró su cabeza y miró por la ventana. Estaba tan avergonzada y no sabía qué decir. Desearía que Xander no le hablara más, ignorándola como solía hacer.
Sin embargo, Dios no estaba de su lado. Porque unos segundos después, escuchó que el Príncipe de Hielo la llamaba por su nombre.
—Srta. Scarlett…— Su voz sonaba juguetona como si estuviera intentando molestar a un niño pequeño.
Scarlett apretó secretamente los dientes.
Después de mantener su expresión relajada, giró la cabeza para mirarlo sin preocupaciones.
—¿Sí?—
Xander sonrió interiormente, viendo la tranquila expresión de la chica, pero estaba claro por la mirada en sus ojos que estaba molesta. De repente, una idea apareció en su mente.
—Srta. Scarlett, usted debe saber que nuestro matrimonio se basa en un contrato. Pero, también debe recordar que nos casaremos en la oficina del registro, la institución oficial de este país…—
—Sí, ¿y qué?—