—La primera vez que vi a su esposa fue en el día de su boda hace diez años. Recuerdo que ella era tan hermosa, con sus ojos de ciervo y su dulce sonrisa, parecía una diosa —dijo Gregory Maxwell.
La mirada viperina de Vicente se profundizó, llena de malicia, pero el Sr. Maxwell estaba demasiado absorto en contar su historia e intentaba hacer que Chloe pareciese la mejor mujer que jamás haya pisado la tierra.
—Ella también es muy amable y gentil. Su esposa hace que todos los hombres deseen tenerla, y todas las mujeres deseen ser ella —dijo Gregory Maxwell—. ¡Sr. Gray, usted es un hombre afortunado!
Después de terminar alabando a Chloe hasta el cielo y más allá, vio a Vincent Gray sonriéndole, pero la sonrisa no llegó a sus ojos. Parecía tan enojado. Su mirada viperina mostraba que quería maldecir al Sr. Maxwell por ofenderlo.