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48.03% Sobreviviendo al fin del mundo en Latinoamérica / Chapter 49: Capítulo 49 - 3 Días

Chapter 49: Capítulo 49 - 3 Días

Lado Oeste del hospital

Punto de vista del vicedirector Mora

Tres días pasaron desde que envié a esos seis muertos de hambres afuera a buscar comida. Ninguno volvió por lo que asumí que habían muerto. Ya era hora de desayunar por lo que me fui a la bodega de alimento en el comedor. Tenía resguardada la zona con gente de confianza por lo que nadie se atrevía a intentar robar comida. Abrí la bodega y empecé a revisar los cartones vacíos en busca de comida. Sin embargo, por más que busqué por un buen rato no encontré nada de comida.

Gordo: ¿¡Que paso aquí!? ¿¡Donde está la comida!?

¿?: Señor los suministros se acabaron ayer. Ya no nos quedan alimentos.

Gordo: ¿Cómo?

¿?: ¡Si señor, usted derrocho mucho repartiendo demasiada comida los primeros días!

Gordo: ¿¡Como te atreves a hablarme así!?

¿?: Yo… señor…

Saque el arma que cargaba conmigo y la apunte a la frente de mi asistente que hasta la fecha nunca recordaba su nombre. Últimamente me tenía cansado con todas las quejas de estos parásitos que estaban en este hospital.

Aprete ligeramente el gatillo hasta que recordé un suceso.

Gordo: Dijiste que esa perra obtuvo comida hace un par de días atrás ¿verdad?

¿?: Yo…. Yo…

Gordo: Responde o te reviento la cabeza.

Coloque la boca de la pistola sobre la frente de mi asistente lo que lo hizo temblar mucho.

¿?: Si… ¡Si señor!

Gordo: ¡Perfecto! Esa perra es muy caritativa. No le molestara compartir un poco de comida con nosotros.

Retiré el arma de la frente del asistente y volví a decir.

Gordo: Reúne a todos. Vamos a visitar el ala este del hospital.

El asistente salió corriendo y yo regrese a mi habitación. Tenía que vestirme adecuadamente para un momento especial. Al fin y al cabo, me voy a reunir con esa mujer.

Media hora había pasado y me encontraba detrás de la puerta más cercana al ala este. Frente a mi había diez personas. En un principio éramos alrededor de treinta, pero han ido muriendo de deshidratación, hambre o por capricho mío. Siete de las personas frente a mi eran hombres y tres eran mis juguetes personales.

Gordo: Hoy nos reuniremos y saldremos del hospital. La comida y el agua se han acabo y con ello nuestras posibilidades de sobrevivir han disminuido.

En este punto todos se pusieron rígidos y nerviosos por el miedo a algo completamente inevitable, la muerte.

Gordo: Sin embargo, no hay que perder las esperanzas. Hace unos días me informaron que en el ala este tenemos comida que fue adquirida por la antigua directora que huyo de aquí. Esa persona a la que una vez aclamamos como jefa está comiendo generosamente todos los días. Es su deber compartir con nosotros. ¿No lo creen?

Al escuchar mis palabras todos entraron en una especie de colera y enojo ante la clara injusticia. Debía de convertir a esa perra en una villana para que mi plan tenga éxito.

Gordo: Como no quiere darnos la comida y el agua que es nuestra por derecho. Tenemos que adquirir a la fuerza. ¿Quién está conmigo?

Multitud: ¡YOOOOOOOOO!

Con esas palabras dichas abrí las puertas que una vez estuvieron bloqueadas para evitar que entraran los monstruos.

Punto de vista Leo

En estos días he estado saliendo ocasionalmente para practicar mi estilo con la espada. Los goblins normales ya no eran una gran amenaza y la dificultad de las caserías se redujeron volviéndose algo rutinario. Aproveche para inspeccionar edificios cercanos en busca de suministros extras que he estado donando a los supervivientes del hospital. Lo cual ayudo a aliviar la situación. Julia y Alejandra me acompañaban ocasionalmente. Quería que Alejandra se fortaleciera por lo que le enseñe el uso de la espada. Esto también era un experimento para saber si las habilidades se podían adquirir sin tener que comprar una habilidad.

Mi nivel no aumento ni tampoco obtuve una habilidad nueva. Solo aumentaron mis estadísticas base un poco.

Hoy no era diferente por lo que salí a practicar nuevamente junto a Kitty. Había recolectado las piedras de manas. No todos los monstruos lo tenían por lo que tenia de diseccionarlos para buscar esas piedras. Algunos monstruos lo tenían en el pecho y otro en el cerebro. Era desagradable cuando lo hacía en monstruos humanoides, pero en animales era lo mismo que cortar un pollo. Les quitaba la piedra y me quedaba con los cuerpos de los jabalís. Era carne que podía ser consumida o eso creía.

Lo probaría después en mí mismo primero para asegurarme de que sea comestible. Si es comestible sería una buena noticia, ya que podríamos asegurar una fuente de suministros. No solo aliviaría la hambruna si no que fortalecería a los miembros del refugio al cazar. Los monstruos de tipo bestias eran fuertes pero sus patrones de ataque eran muy predecibles por lo que no eran una amenaza si puedes identificar esos patrones de movimientos.

Ya casi era medio día por lo que decidí regresar. No estaba muy lejos del hospital por lo que llegue rápido. Entre con el código de entrada que habíamos diseñado y el mismo anciano de la última vez me abrió la puerta. Fui directo a las duchas ya que estaba empapado en sangre y apestaba. Sacar esas piedras provoco que estuviera bañado en sangre.


Chapter 50: Capítulo 50 – Revuelta

Terminé bañarme y me dirigí a la terraza iba a probar si la carne era toxica. Sin embargo, al acercarme al pasillo Mario me encontró y dijo.

Carnicero: Leo tenemos que irnos. Es una emergencia.

Leo: ¿Qué paso?

Carnicero: Los sobrevivientes del Ala oeste están viviendo hacia nosotros armados con hachas de incendios, escobas y cuchillos de cocina. No tienen ganas de charlar.

Al escuchar sus palabras entendí por completo la situación. Al parecer ya no tenían otra opción más que buscar comida afuera. Si hay algo de que preocuparse en el fin del mundo es de los humanos. Por eso incluso aquí hacemos guardia cuando dormimos. Corrí junto con Mario hasta llegar al primer piso. En él había una sala de espera grande en donde una anciana tenía un par de Binoculares.

Anciana: No pensé que estos binoculares que usaba para ver pájaros fueran útiles para otra cosa.

Sonia: ¿Cuántos son?

Anciana: once personas.

Sonia: ¿Puedo ver?

Anciana: Sí. Claro

Sonia agarro los binoculares y observo con detalle. Cuando termino bajo lentamente los binoculares y una lagrima bajo por su mejilla. Me acerqué y puse mi mano sobre su hombro y dije.

Leo: ¿Qué pasó?

Sonia: Ahí está mi asistente. Era prácticamente mi amiga de la infancia. La conocía desde la escuela y ahora ella… Ella está muy lastimada.

Leo: ¿Cuál es el plan?

Sonia: No sé qué quiere. Pero no dejare que entren. Ellos nos botaron por su egoísmo que no los dejaba ver más allá de su propio bien.

Leo: Déjanoslo a nosotros.

Sonia: Confió en ustedes.

Cristina, el anciano Morales, Julia, Alejandra, Mario, Diana y yo nos dimos un paso al frente. Deje a Kitty con Melissa para que la protegiera en caso de emergencia. Sonia nos acompañó.

Leo: Cierren todas las puertas y no dejen que nadie entre sin mi orden.

El anciano de la puerta se encargó de sellarla. Mientras que nosotros nos equipábamos y alistábamos para la posible pelea.

La multitud pronto llego frente a nosotros deteniéndose un par de metros.

Gordo: Sonia mucho tiempo sin verte.

Sonia: Déjate de tonterías. ¿Qué quieres?

Gordo: JAJAJA. Tan directa como siempre. Vera nos quedábamos sin comida en el ala oeste y me entere que obtuviste suministros. Como sobrevivientes tenemos la obligación de compartir. ¿No crees?

Sonia: No te daré ni un solo grano de arroz. ¡Albóndiga chupasangre!

La cara del gordo se retorció al escuchar lo último que dijo Sonia. Puso su mano en su bata y saco lo que parecía ser un arma, la cual apunto a Sonia.

Gordo: ¡Intente ser bueno, pero como escucharon la directora no quiere escuchar razones! ¡Si no se puede por las buenas tendrá que ser a las malas!

*Bang

La bala salió dispara lo que provocó que me pusiera frente a Sonia. La bala impacto mi pecho doblándose por el impacto.

Leo: Auch. Eso duele

Con mi mano saque la bala que se quedó atorada en mi pecho. No había perforación en mi pecho. Solo se dañó mi ropa.

Leo: ¡Esa era mi camiseta favorita!

El gordo quedo impactado cuando vio lo que ocurrió.

Gordo: ¡Ataque! ¡Tienen comida!

Los aturdidos sobrevivientes salieron corriendo en todas direcciones. Tenían hambre, pero no eran estúpidos. Una persona que detiene una bala con su cuerpo estaba al nivel que cierto héroe con capa.

Gordo: ¡Traidores!

Frente a mí solo se quedó el gordo y tres mujeres que estaban temblando.

Sonia: Karla amiga. ¿Estas bien?

Karla: ¡!

Una de las mujeres temblorosas levanto lentamente la cabeza y la agacho casi al instante. Al ver esto el gordo agarro a la mujer y le apunto con el arma en la sien.

Gordo: ¡Denme toda la comida que tengan o la mato!

La mujer llamada Karla tembló aún más al sentir el frio de la punta del cañón en su sien. Lagrimas caían por su rostro provocando que Sonia temblara del coraje. Ese pequeño acto de preguntar por ella provoco esta situación. Sin embargo, yo estaba preguntando otra cosa. Si eran tan buenas amigas, ¿Por qué no se fue con Sonia cuando fue expulsada?

Gordo: ¡Espera! ¡Esas perras también se ven bien! ¡Que vengan conmigo junto con la comida!

El gordo apunto a Alejandra, Cristina, Diana, Julia y Sonia con el cañón. Ya estaba completamente enojado por que llamó perra a mi Julia.


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