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86.2% Mi sistema de viaje multiversal personal / Chapter 48: Capítulo 50: talentos 3. 

Chapter 48: Capítulo 50: talentos 3. 

Cada vez que la profesora sacaba una nueva arma, el chico parecía niño en Navidad.

La profesora, por su parte, parecía una madre encantada dándole regalos a su hijo.

— Presumido – murmuro Hort entre dientes.

— ¿Celos? - pico Anadil con burla.

— ¡Yo! Celoso – dijo Hort indignado - ¿de qué? ¿Qué tiene que no tenga yo?

— Talento – Hester.

— Amigos – Dot.

— Fuerza – Adam.

— Inteligencia – Anadil.

— Apariencia – Sophie.

— Era una pregunta retórica – Aclaro Hort antes de que la lista siguiera.

Tras una pausa se giró hacia Sophie y pregunto.

— ¿Te gusta más que yo?

— Él le gusta y tú no – contesto Adam por su hermana – ni siquiera entras en la escala.

— No te hablaba a ti mocoso, y tienes… — le replico Hort, pero fue interrumpido a media frase por Sophie.

— Razón – completo ella.

— Cómo? - pregunto Hort.

— Adam tiene razón – aclaro con sencillez y una dulce sonrisa.

Hort estaba entre el cielo y el infierno en ese momento.

En el cielo por la bella sonrisa que le regalaba aquel ser con rostro angelical.

En el infierno porque los mismos labios lo acababan de apuñalarlo con un rechazo.

El chico solo pudo sentarse petrificado mientras trababa de reparar su corazón tras los destrozos causados por una acción con la felicidad traída por otra.

Sophie por su parte, estaba resistiendo la risa como podía.

Japeth no lo había notado, pero llevaba toda la demostración de Aric viéndolo como Bella a Edward.

Aunque lo que más le costaba ignorar es que el chico estaba escribiendo A+J enserado en un corazón en sus notas inconscientemente.

Sophie no lo resistía más, pero no podía reírse de los sentimientos sinceros de su amigo.

Se pellizcó a sí misma para aguantar y se giró disimuladamente hacia Japeth.

Tocó el hombro de su amigo para llamar su atención.

— ¿Qué? - pregunto Japeth distraídamente.

Seguía hipnotizado viendo a Aric manejar un Hacha de guerra como si estuviera hecha de goma.

Ella también creía que era hipnotizante porque el chico lo hacía con una maestría envidiable, y por qué se le marcaban los músculos tras quitarse la camisa por el calor.

— No soy profesora, pero no creo que esos apuntes te ayuden a estudiar – comento mientras daba un par de toques sobre las «pruebas del delito».

Japeth función el ceño y bajo la mirada hacia donde apuntaba Sophie.

En menos de un segundo su rostro paso de blanco a rosa dulce, luego a blanco tétrico y por último al rojo escarlata de la vergüenza.

Sophie le dio unas palmadas de consuelo mientras el chico golpeaba su cara con la palma por la estupidez que había hecho y para ocultarla de paso.

— Si te hace sentir mejor, te ves lindo avergonzado – comento en broma.

Japeth le dirigió una mirada envenenada y ella tomó la «evidencia», tras doblar la hoja en cuarto la coloco en la mochila del chico.

Japeth vio esto y solo pudo suspirar.

— Gracias – dijo sinceramente.

Sophie le guiño un ojo.

— ¡Qué año! - gritó la profesora - que año!

Los alumnos devolvieron la atención al frente, parecía que Aric ya había probado todas las armas disponibles.

La profesora estaba encantada de encontrar tanto talento en su salón.

Normalmente, debía supervisar una larga lista de inútiles y tendría suerte si uno tenía un talento decente.

Pero ahora tenía 3 alumnos (cuatro, si contaban a la chica del chocolate) con talentos extraordinarios y bien dominados.

Se dio cuenta de que todos habían salido de la misma habitación, así que se volteó hacia el único integrante de esa habitación (sin contar al niño de 7 años) que no se había presentado.

Aric, con un poco de depresión y mucha renuencia, dejó las armas en su lugar y se sentó.

Se veía como un niño al que le habían obligado a guardar sus juguetes porque ya era la hora de dormir.

Adam debió pensar lo mismo, porque en un gesto de empatía palmeo suavemente el brazo de Aric para consolarlo.

— Un Sader - dijo la profesora al pararse junto a Japeth - ¿qué tienes para nosotros joven Rafal?

— Japeth, por favor – aclaró.

— Japeth entonces - accedió a la profesora - ¿cuál es tu talento?

Ante los ojos de todos, la ropa de Japeth se convirtió en un traje ajustado hecho completamente de escamas de serpiente, de ese traje empezaron a desprenderse sus famosas Cimitarras.

Se desprendieron 3 y flotaron frente a la profesora, esta se multiplicaron en 6.

De esas 6 salieron 12, de esas 12, 24.

Cuando estuvieron las 24, Japeth apuntó a uno de los muñecos de paja al final de la clase que cumplían la función de diana de tiro.

Las 24 cimitarras atravesaron el muñeco y lo hicieron jirones, luego se comenzaron a deslizar como serpientes cayendo sobre el pobre muñeco una y otra vez, destrozándolo más y más en trozos pequeños, cortando y atravesando.

Luego volvieron y comenzaron a juntarse tomando diferentes formas, un jarrón, un pájaro, un arma.

Usaban entre diferentes formas y en cada forma mostraban un color diferente.

La profesora lo miró con ojos entrecerrados, sabía de trajes mágicos, pero de ninguno tan versátil la magia no podía ser del traje, tenía que venir de algún lado.

Abrió los ojos con sorpresa al entenderlo y estalló en carcajadas eufóricas.

— ¡Un hechicero! ¡En mi clase! ¡Un hechicero! - subió los puños en gesto de victoria - ¡Este año es nuestro! ¡Este año es del mal! - grito triunfante.

Por tercera vez en tres desafíos, Sophie vio la calificación más alta sobre su cabeza, en medio de un humo rojo.

Japeth y Aric compartieron su gloria como dos Reyes coronados en esta asignatura también.

— ¿Ya descubriste su tu talento pequeña ternura? - dijo la profesora mientras pellizcaba la mirada de Adam.

Adams se sobó el área afectada y negó con la cabeza.

— Aun buscando - contesto mostrando el libro, pero la profesora descartó toda preocupación con un gesto de la mano.

— Aún eres muy joven, podría no haberse desarrollado aún tu talento, pero aquí te ayudaremos a encontrarlo - dijo acariciando la cabeza del niño.

Obviamente, la mujer estaba de un humor divino.

— Encanta hasta a las brujas – se burló Japeth.

— Tal vez si sea un talento después de todo – sugirió Aric.

Adam le saco la lengua.

Después de ver el talento de Aric y Japeth en pequeño no quería ser solo una cara bonita.

— Hablando de talentos, ¿el tuyo requiere mucho esfuerzo Japeth? - pregunto Aric curioso.

— Para nada – negó Japeth – es como respira para mí.

— oh, lo preguntaba porque te ves algo sonrojado – comento extrañado.

— yo…— Japeth se petrificó.

Su rostro se volvió a un más rojo.

Por suerte para el Sophie ya había llamado la atención de Aric.

— Es el calor, este lugar es un infierno y la verdad no sé qué es peor estar enserado aquí cosiéndonos en la sombra sin una misera brisa o salir a aire fresco y freírnos al sol.

Aric le dio a su amigo una mirada compasiva.

— A fuera por lo menos podremos buscar la sombra de un árbol – trato de animarlo Aric.

Japeth solo asintió como un pollo.

Cuando Aric se volteó le dio un pulgar hacia arriba a Sophie.

Sophie le contesto con su propio pulgar.


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