A Sophie no le sorprendieron los estados de Hesper y Anadil pero…
Se sorprendió un momento por los estados de Dot.
Entendió que a Dot la había menospreciado su padre y sus amigas toda su vida, era obvio que tuviera algún estado de ese tipo si se la veía con un sistema.
Sophie sabía que Dot era una chica preciosa.
En el libro se mencionó repetidamente y también que era muy lista.
Con una gran intuición, pero sus amigas nunca le daban la importancia debida a sus advertencias.
El libro muy probablemente hubiera terminado en el primero si hubieran hecho el menor caso a Dot aunque hubiera sido solo una vez.
De hecho, si Hesper y Anadil la escucharan cuando dijo que Sophie era una villana, si la hubieran hecho su amiga en lugar de tratar de tirarla por la ventana, como fue en la película, o sostenerla sobre la cama, como lo hicieron en el libro, probablemente las cuatro juntas habrían dominado la escuela.
Pero bueno, los «¿y sí?» no valen para nada.
—¿Acaso no tienen modales? —señaló la muchacha rolliza con la boca llena—. Me llamo Dot. Ella es Hester —dijo mientras señalaba a la chica tatuada—. Y este primor —indicó, señalando a la albina—es Anadil.—Esta escupió en el suelo. —Bienvenida a la habitación 66 —saludó Dot.
Sophie le dio su sonrisa más sincera.
— Como dije soy Sophie, encantada de conocerte - extendió la mano y Dot se la estrechó.
—Los príncipes deben quedarse encantados cuando te ven —indicó Dot—. La mayoría de las villanas no parecen princesas.
—Ella no es una villana —replicaron Anadil y Hester a coro.
—No sé cómo la gente puede pensar que las princesas son bonitas —opinó Hester, mientras se tocaba una verruga del pie. —¡Tienen la nariz tan pequeña! Parecen botoncitos que dan ganas de arrancar.
En ese momento se oyeron ruidos en la escalera. Un dulce tintineo, tan primoroso, tan delicado que solo podían ser… ¡Hadas!
— Disculpa un momento querida - se excusó con Dot
Fue hacia la puerta y vio a un hada que conversaba con un lobo.
— Disculpen caballeros - llamó a las dos creaturas al notar que el hada era varón.
Estos voltearon a verla extrañados.
— Del otro lado, en la escuela del bien, se encuentra mi hermano pequeño, creo que puedo decir, sin temor a equivocarme, que es el príncipe más joven de los de primer año - comenzó a explicar esperando ver algún reconocimiento por parte del hada.
Esta asintió y tintineó una vez.
Para gran sorpresa de Sophie, cuyo plan era pedirle al lobo que hiciera de intérprete, entendió perfectamente las palabras del hada.
— ¿Es un niño llamado Jacob? - preguntó el hada.
— Sí, es él - confirmó Sophie - sabe si se encuentra bien entre los otros príncipes, es que una amiga mía, una princesa, me contó que cuando llegaron tuvieron que separarse, ya que chicos y chicas están en distintas áreas y por alguna presentación de la que están encargados los príncipes.
El hada y el lobo confirmaron la información.
El hada le explicó a Sophie que no tenía nada de que preocuparse, Jacob lo estaba haciendo excelente en la presentación.
— Mejor que muchos de sus compañeros mayores – comentó el hada.
Pareció entre hastiado y decepcionado por los príncipes de esta generación.
— Ya no llega material para héroe con la misma abundancia de antes – se lamentó - pero contando a su hermano, este año tenemos unos 4 o 5 alumnos con talento.
— Es que no me preocupaba su talento para él "teatro", por decirlo de alguna forma - comenzó a explicar Sophie - estoy más preocupada por quién organizará esa presentación de "batalla" - dijo entre comillas - por lo que tengo entendido podría acabar dando una espada real a un niño de 5 años.
El lobo y el hada se miraron por un momento, miraron a la chica y luego miraron hacia cualquier lado menos a ella.
— ¿Es broma? ¿No? - preguntó, aunque ya sabía la respuesta por la reacción de las dos criaturas – la espada más corta debe medir al menos 50 cm más que él, ¿cómo hicieron para que la sujetara?
Cada vez estaba más asustada.
El hada emitió un leve tintineo que Sophie identifico como un intento de aclararse la garganta.
— Le dieron una daga larga, se parece mucho a una espada, lo suficiente para la presentación, pero es del tamaño apropiado - el hada aclaró.
— Encerrada en la vaina imagino – con un tono que decía «más les vale».
Las dos criaturas vieron hacia cualquier otro lado de nuevo y Sophie se llevó la mano a la cara con frustración.
— ¿Quién fue el ****** que se le ocurrió que eso era una buena idea? - acabó maldiciendo Sophie.
— El profesor de esgrima - aclaró el lobo una vez que el hada se quedó en silencio.
Probablemente, para no ser el causante de la muerte de un docente del bien.
Por obvias razones esto al lobo le tenía sin cuidado.
— ¿Serían tan amables de informar al director del bien? Que los príncipes necesitarán un nuevo profesor de esgrima para mañana - dijo con su sonrisa más dulce y encantadora, luego entró al cuarto con un andar pausado y elegante.
Las dos criaturas sintieron un escalofrío recorrerles la columna vertebral al sentir la sed de sangre que escondía esa dulce sonrisa.
Solo pudieron mirarse el uno al otro, compadeciéndose del pobre hombre que no sabía que ya era un muerto caminando.