CAPITULO 2: LA EDUCACION DE ANTAÑO
Antes que nada, debo dar a conocer el porqué de mi forma de ver las cosas.
Todo lo que me llevó a las conclusiones a las que he llegado en mi vida.
No quiere decir que todo lo que sale de mi mente sea lo correcto.
Nadie es perfecto.
También debo aclarar que, no soy una psicóloga, ni poseo un doctorado.
Hay cosas en la vida que, no necesitan un título para llegar a la empatía o a la compresión de ciertas situaciones.
Es por eso que, aunque sea un poco sombrío el comienzo del libro, cada palabra, es necesaria para que me entiendan en plenitud.
Este libro abarca, la forma de educación que mi padre recibió.
La educación que me fue implantada y la educación que yo, siendo el eslabón de la viaja escuela, he impartido a mis hijos.
También se hablará de situaciones de la educación que inculcan muchos de los nuevos padres de hoy.
Sin generalizar ninguna opinión.
Cada cabeza es un mundo y cada mundo tiene sus propias reglas.
Sin ofender.
Debido a todo que hemos tenido que entender a medida que hemos crecido, considero importante hacer memoria de lo que fui en mi niñez.
Recuerdo muy pocas cosas, pero, muchas de ellas dejaron marca… literalmente.
Lo típico cuando eres inquieta, descalabradas, heridas, quebraduras… muchas de ellas accidentes, lo juro, aunque, no todas ellas.
Cosas de niños.
Y de esa manera, poder comparar mi estado actual de madre, a lo que mi propia madre padeció conmigo.
Mi abuela siempre que me portaba mal, me decía: con tus hijos lo pagarás.
No hay mayor sabiduría que aquellas palabras, como una sentencia. Jajaja.
Si se cumple.
Eso demostró la honestidad que ella tuvo conmigo, siendo niña, a veces no alcanzamos a ver la extensión de aquellas palabras.
Todo cielo, tiene su infierno.
Toda oscuridad, su rayo de luz.
He aquí alguno de mis recuerdos.
Muchos padres, en las épocas pasadas, se dedicaban a criar una cantidad muy grande de hijos, que, aun desde pequeños, los llevaban a trabajar con ellos, o les buscaban una labor para ayudar en el hogar.
Tanto para niños en el mercado, para ayudar a las señoras a cargar el mandado.
A la central de abastos para cargar costales de comida o rejas de frutas.
Aprender el oficio del zapatero, del boleador de zapatos.
Sin olvidar a las niñas que, desde pequeñas se les enseñaba el arte del hogar.
Llevándolas como criadas a casas para que trabajaran también.
O la ayuda en el hogar, para la madre y el cuidado de sus demás hermanos, lavar, hacer de comer, hacer los recados.
Si bien es cierto, que todas esas cosas, el día de hoy las vemos excesivas, hacían que aquellos niños, crecieran con un alto sentido de la responsabilidad.
Las reglas de las casas muchas veces severas, muchas veces bajo el yugo de una manguera, un cinto o golpes con las manos o pies.
La mayoría de las veces, solo una mirada matona bastaba para saber cómo te iba a ir en casa si no te portabas bien.
Era muy efectiva.
No justifico la violencia de ninguna forma.
Yo misma la he vivido de las dos caras de la moneda.
No soy una santa ni mucho menos.
Tampoco soy una persona que se espante por cualquier cosa, hay que tener coherencia.
A mi padre le tocó vivir de esta manera, es por esto que, el no conoció los cuidados, el cariño y la paciencia en su infancia.
Lo que lo llevó a ser un adulto luchista, sí.
Un adulto muy maltratado mentalmente.
Que solo quería lo que todo hombre desea tener.
Un hogar, una familia.
Un lugar al que pertenecer.
No siempre salen las cosas como deseamos.
Quizá mucha gente juzgará… quizá mucha gente se pondrá en el lugar de él.
CREATORS' THOUGHTS 
sheila_oceania
sheila_oceania He visto lealtad de quien menos la esperaba...
Y traición, de quien más confiaba.
-MENA NUÑEZ
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