La vahir celebró su primer festival de agradecimiento al inyar después de casi doscientos ernas a causa de la prohibición. Sacrificaron la vaca más gorda, ocupando la sangre para el ritual de solsticio, efectuada por Mujina, la Sicrela de la raza de islos, quién con la bendición del Barlok hipnotizó a los lugareños con sus bailes y acrobacias, así como sus ruegos dedicados a la Diosa E'la y al Dios Ae'le para una vasta cosecha y una buena progenie del ganado en el transcurso del erna, terminando el discurso con un afectuoso agradecimiento al que para muchos era un Dios renacido, su señor Orion. La carne se ocupó como platillo principal, acompañado de un caldo de huesos, pan duro e hidromiel. Los soldados humanos, junto con sus familias se apartaron del ritual para hacer el suyo propio en honor a Sola, pero acompañaron a las otras razas en el banquete, solo que alejados por la renuencia de compartir las mismas mesas con ellos, pero sin armar alboroto por respeto y temor a su señor. Aunque había la excepción, soldados que se habían acostumbrado a sus similares por la constante compañía en los entrenamientos y en el campo de batalla, por lo que ya no se sentían tan incómodos al compartir mesa, disfrutar una buena comida o conversación. Un paso a favor en la inclusión de las razas.
La construcción del sanatorio se había completado, y con ella había conseguido una habilidad exclusiva, por lo que, como recompensa el Barlok había consentido un debido descanso a los desafortunados esclavos, que gozaron de un ápice de carne en su comida. Por otro lado, se había procedido a la selección de los cautivos, dividiéndolos en grupos de esclavos y posibles reclutas que todavía no habían prestado juramento, por ende que continuaban siendo custodiados por guardias cerca de las casas comunales.
El banquete estaba a pasos de terminar, y como era costumbre de tales celebraciones, los hombres terminaron en peleas absurdas, vociferando insultos, cayendo desmayados y evidenciando sus más profundos sentimientos. Por el contrario, Orion se mantuvo sobrio, el alcohol del nuevo mundo no podía atontarlo ni en el más mínimo, y tampoco era del gusto de sentirse en descontrol, manteniendo una postura solemne al contemplar la situación de los alrededores, en compañía de dos bellas mujeres y un joven delgado, que con las mejillas coloradas destacaba sus hazañas a una fémina cercana.
--Señor Barlok.
Con un tono lleno de respeto y nerviosismo una pareja de individuos interrumpieron su momento de reflexión, que, al momento de volver su mirada a ellos ya se encontraban arrodillados, con la cabeza gacha. El masculino vestía una pulcra armadura de cuero endurecido, guardabrazos, hombreras y pantalón de cuero, con un distintivo al inicio de su brazo derecho, que constataba su lugar en el ejército del joven llamado Orion, mientras que la jovenzuela estaba abrigada con un delgado vestido, acompañado de una capa completa y un brazalete ceremonial hecho de plata en su muñeca izquierda.
--Hablen. --Dijo de inmediato, bebiendo de la copa de oro al sentir obstruida su garganta.
La dama levantó el rostro luego de una larga inhalación, para ser imitada un segundo después por el hombre a su lado, que forzaba el control en sus gestos.
--Señor Barlok --Dijo con respeto y propiedad, con un acento similar al de Nina y su familia--. Me humilló ante su grandeza, su gloria y divinidad. A usted, hacedor de milagros y libertador de los míos, le ruego acepte mi humilde petición.
Orion se recargó sobre el respaldo de su silla, manteniendo su mirada en el soldado que ya había mostrado su valía en batalla. Nina sonrió al escuchar la ceremonia de "permiso de unión", recordando la suya propia, aunque, con la diferencia de los notables cambios en los títulos dados al Barlok Horson.
--Mi señor --Intervino con un tono quedo, acercándose a su oreja--, ellos han venido por su permiso y buena voluntad para su futura Sangrada Unión.
--¿Sagrada Unión? --Preguntó sosegado, sin quitar su atención del joven y tembloroso soldado.
--Un ritual que entrelaza los destinos de una pareja, para que a ojos de los Dioses nuestra estirpe esté bendecida, ya que un destino entrelazado es más fuerte para la sangre, que uno que no lo está. --Explicó como hace mucho se lo habían explicado, encontrando al finalizar sus palabras que muchas de ellas no se habían pronunciado con la debida claridad.
--¿Quieres decir que un hijo nace más fuerte de la Sagrada Unión, que uno que no?
--Sí, mi señor, algo parecido --Dudó al hablar, pues, al momento de escuchar de sus labios sobre el tema de los hijos, un nudo se armó en su corazón, recordado el no nato en el vientre de Helda--. Aunque no es el único propósito de la Sagrada Unión --Dijo al recuperarse--, también lo es la posibilidad de la herencia de tierra o propiedades materiales del hombre al morir, si es que las posee...
--Me basta con conocer lo del hijo fuerte --Interrumpió con una clara sonrisa previsora-- ¿Por qué tú no hablas? --Preguntó, curioso por la falta de coraje del soldado que hace poco había recompensado.
--Las mujeres Kat'o son las encargadas de pedir permiso al señor del territorio...
--Nina, cuando hago una pregunta --Le miró, con ligero enfado--, quiero que me responda la persona a quien le pregunté --Volvió su mirada a la pareja, guardando el fugaz disgusto. Nina asintió compresiva, sin guardar rencor por el leve regaño--. ¿Esa es tu petición?, ¿quieres mi permiso para que los destinos de ambos se entrelacen?
--Sí. --Asintió la fémina, sin mostrar en su expresión el dolor de sus rodillas por el tiempo en la misma posición.
--Tienen mi permiso.
De forma inmediata regresó su mirada al suelo, acción que imitó el soldado al darse por enterado, pues su nerviosismo le había hecho olvidar lo practicado.
--Sus palabras son la bendición más grande que poseemos, y con la gratitud que aflora en nuestros corazones --Se quitó el brazalete de su muñeca, extendiendo la mano, pero sin levantar la mirada--, hago entrega del bien más valioso y preciado en mi posesión --Orion observó con una calma casi asfixiante, decidiéndose al final por estirar su mano para recoger el recién pulido accesorio--. Nuestros destinos han sido bendecidos por su benevolencia, amabilidad y amor, señor Barlok, nuestra gratitud es eterna.
--Nuestra gratitud es eterna. --Repitió el hombre desintonizado.
Ambos levantaron la mirada a los pocos segundos, en espera del permiso.
--S-Señor, no se pueden unir --Dijo Astra de repente, levantándose de forma abrupta, casi tropezando con su propia sombra y hablando con la lengua enredada--, él es un humano y ella es un Kat'o --Eructó con fuerza, apoyando sus manos en los hombros de su hermana--, su unión traerá problemas a la vahir. --Llevó su mano con rapidez a la boca al sentir la amenaza del vómito.
Orion admiró las conflictivas expresiones de la pareja, para luego girarse a ver a Fira y Nina, quienes asentían al apenas entendible discurso del Ministro.
--Ya les di mi permiso --Dijo al suspirar--, hagan su ceremonia, o lo que venga después, y si alguien osa hacer un alboroto por ello, vayan e infórmenme. Pueden levantarse.
--Muchas gracias, señor Barlok. --Dijeron con sincero agradecimiento y felicidad, pues lo discutido ahora con simpleza por su soberano, había sido el temor de todos los días desde que se habían vuelto amantes, logrando respirar con alivio.
--¿Cuáles son sus nombres? --Preguntó.
--Laila Jenn, señor Barlok. --Hizo una ligera reverencia.
--Kontu Tutz, señor Barlok. --Inclinó el cuerpo con sumo respeto.
--Retírense. --Ordenó, con la compañía de un ademán de mano.
--Con su permiso, señor Barlok. --Dijeron al unísono.
Se levantó, bebiendo un trago más de la recién llenada copa de oro.
--¿Cuándo traen los antar el segundo cargamento? --Se giró, mirando al vomitado Astra.
--Dos días, mi señor. --Respondió, asintiéndole a la dama que con inteligencia le dio un paño para limpiarse la boca.
Asintió, mientras manipulaba la interfaz en la sección de: construcciones desbloqueadas, y con una sonrisa en su rostro comenzó a caminar de vuelta a su fortaleza.
Cómo lo prometido, la segunda caravana que traía consigo el cargamento de rocas sin cortar, y mineral sin trabajar llegó a la vahir dos días después del festival, custodiada por quince soldados y diez esclavos de combate.
--Prim Dano --Cayó de rodillas tan pronto como observó el rostro del solemne joven, quién con una mirada inspeccionó su pequeño cuerpo, encontrando en su armadura ligeras huellas de combate y sangre no humana--, su leal sirviente ha conseguido cumplir con su demanda, aunque... --Dudó, no sabiendo como explicar lo sucedido.
--Habla con libertad y levántate. --Dijo al colocar la pluma en el tintero.
Korgan asintió, apoyándose en su pierna dominante.
--Ruego perdone mis palabras, Prim Dano, pero el lugar de extracción está infestado de comecadáveres, bichos de roca, y otras criaturas que nos dificultan el ingreso más profundo, por ello solo hemos rozado el inicio, excusa deshonrosa. Y el sendero es demasiado irregular para las carretas, las ruedas no soportan el constante golpeteo con las rocas --Se acarició su larga y entrelazada barba--. Hemos perdido la mitad de nuestras herramientas, deshonor, y ni las armas ni los hombres grandes son suficientes para mantener el lugar de recursos protegido, ni mencionar para despejarlo, pues, para recuperar una solo carreta, veinte de los hombres altos con marcas en sus pieles tuvieron que morir, lamento. --Sus ojos fueron firmes, determinados y honestos, pero mentiría si dijera que la reflexiva mirada del hombre alto no lo había puesto nervioso.
--¿Por ello decidiste venir?
--Sí, Prim Dano. Lo sucedido se carga en mis poderosos hombros, y responsable soy por la encomienda dada. Solicito una prórroga para el siguiente cargamento, Prim Dano, tiempo que ocuparemos los antar para limpiar el lugar de recursos como nuestra raza sabe hacerlo.
--No --Negó con la cabeza--, no puedo permitir que arriesguen sus vidas --Se colocó de pie, rodeando la mesa de madera--, pero tampoco puedo enviar más de mis soldados --Musitó--. Korgan, ve y descansa. Yo buscaré una solución a los diversos problemas.
--Pero, Prim Dano, responsable soy por la encomienda dada... --Refutó.
--Fue una orden.
--Será mi honor obedecer, Prim Dano. --Retrocedió dos pasos antes de volverse a la salida.
Observó por un buen rato la gran puerta, cavilando las circunstancias y sus posibles soluciones.
--Los esclavos son la repuesta, pero ¿Cómo? --Meditó un par de minutos-- Sí... eso puede resultar --Salió de la oficina a pasos apresurados.
∆∆∆
El blanco había desaparecido del pasto, de las copas de los árboles y flores cercanas, permitiendo admirar la belleza del verde que inundaba el lugar. El frío viento continuaba haciendo acto de presencia, sobretodo en las madrugadas, donde la temperatura bajaba tanto que provocaba temblores en los guardias que patrullaban la vahir, no obstante, por la tarde el clima cambiaba gracias a los calurosos rayos del sol, que beneficiaba mucho a la actividad del pueblo.
Acompañado de su respectivo séquito de hombres y mujeres, Orion tomó asiento en una silla recién hecha por los estelaris, que se asemejaba a un digno trono de madera, tallado con algunas de las proezas que se le atribuían. Frente a él se encontraba una larga mesa, larga y ancha, pero simplista en un punto de vista artístico.
[Grito de guerra]
--Orgullosos exsoldados, guerreros de espada y escudo, pero rebajados a nada más que mis esclavos --Dijo, cubriendo con su voz los alrededores--. Muchos han aceptado su nuevo título, pero otros lo desprecian, pelean y buscan la manera de deshacerlo, aunque saben que eso imposible.
Los hombres y mujeres en la multitud sudaron frío, nerviosos por la reprimenda que estaban seguros de que sufrirían ¿A causa de qué? No sabían, pero siempre había una apropiada excusa para maltratar un esclavo, un lema no escrito que habían aprendido desde infantes.
--Me dirijo a ellos, a los no conformistas, a los que anhelan la libertad... Y estoy aquí para hacerles realidad su deseo.
Los cautivos, aquellos esclavos que todavía no habían recibido la marca sintieron el mayor temor, el joven señor de Tanyer ya había mostrado ante sus ojos su destreza y brutal forma de matar, junto con sus poderosos hechizos que diezmaban ejércitos, razón por lo que desde el inicio de sus capturas hicieron todo por no estar en su lado malo, pues todavía conservaban la esperanza de que un día en el futuro su Durca se acercaría con una propuesta de liberación que el Barlok no podría rechazar, aunque esa ilusión se rompía al ver a sus camaradas del tercer ejército, que con intención habían sido abandonados, siendo los soldados que siguieron en su momento al Quinto General los que ya habían perdido por completo la esperanza.
--Pero no se equivoquen, ya he seleccionado a los soldados que he de aceptar en mi ejército. Pero ellos, al estar aquí presentes, también pueden optar por la propuesta que estoy por darles.
Los más de novecientos individuos dudaron de las palabras escuchadas, y confundidos observaron a su amo, que hablaba como si lo estuviera haciendo con hombres libres.
--Quince ernas de su vida es lo que pido, dedicándose a acabar con amenazas no humanas que enfrenta la vahir. Quince ernas y obtendrán su libertad. --Se colocó de pie, rodeando la mesa para quedar frente a ella.
Nadie hizo ni el más mínimo ruido, si bien la propuesta era lo suficientemente extraña para siquiera pensar en aceptar, la posibilidad de libertad después de quince años tampoco pintaba tan mal.
--Y esos quince se pueden reducir con base a sus hazañas. --Intervino de repente con su dominante tono, forzando que el silencio producido se volviera casi ensordecedor.
Fira admiró la espalda de su señor, dudosa por la idea que rondaba por su cabeza, pues no comprendía la razón detrás de la propuesta, ni la forma en como procedería. Lork, en cambio, jugaba con su cuchillo, cansado de ser forzado a acompañar a su señor en tan aburridas ceremonias.
--Amo --Dijo un siervo de la segunda fila, marcado en su frente con la señal del esclavo-- ¿Puede decirnos más? --Sonrió, expectante, deseoso por salir de los trabajos forzados.
--Para explicar con simpleza... Quién desee aceptar estará obligado a emprender misiones dadas por mí para destruir amenazas por todo Tanyer, dependerá de la dificultad de la misión para corresponder la recompensa --Sonrió al ver las interesadas expresiones, orgulloso de que su táctica funcionara--, sí, los recompensaré: les restaré días a su juramento, temporadas o ernas, o, si lo desean, puedo entregarles armas, armaduras y objetos de un valor similar a sus hazañas.
Hubo intentos de hombres que sutilmente avanzaron, dispuestos por la dulce fantasía de la libertad.
--Acepten ahora mismo y les proporcionaré un conjunto de armas y armadura --Se volvió a su asiento, posando sus ojos sobre la inquieta multitud--, demuéstrenme su valor.
De forma casi inmediata, una mujer de cabello negro, rostro esquelético y nariz chata se acercó, arrodillándose a un paso de la mesa.
--Deseo aceptar su propuesta, amo. --Dijo, sin levantar la mirada.
Orion sonrió como muy pocas veces lo había hecho, dispuesto a sacar el largo papiro en su inventario donde había escrito las reglas de su idea, junto con los niveles creados que representaban a los individuos dentro de ella, pero no lo hizo, pues el familiar sonido de la interfaz lo interrumpió.
*Has completado la tarea oculta: Innovador*
*Has ganado doscientos puntos de prestigio*
*Has creado una sección que no existe*
*¿Deseas crear un nuevo panel con la sección inventada por quinientos puntos de prestigio?*
*SI/NO*
Dudó, quinientos puntos de prestigio era una suma considerable, pero reconocía que las secciones de su interfaz gozaban de muchos beneficios, por lo que la inversión tampoco estaría lanzándose a saco roto. Inspiró, aceptando lo que podría convertirse en su mejor o peor decisión.
*Actualizando datos...*
*Sección creada: Sindicato*
*Trabajo desbloqueado: Maestro del sindicato*
*Se ha desbloqueado un edificio único*
*Se han desbloqueado tres habilidades de trabajo*
*Los materiales necesarios para la edificación ha sido enviada a ranuras especiales de tu inventario*
*Las reglas, rangos y recompensas se han actualizado*
Los deseosos por aceptar se volvieron con rapidez en una multitud de cien, arrodillados y con la cabeza gacha, pero con el espíritu del guerrero recuperado.
Orion continuó con la atención en su interfaz, encontrando muchas de sus cosas inventadas dentro de la sección, como muchas otras propias de la interfaz.
--Mujina, que los jinetes dirijan a los esclavos de vuelta a las casas comunales. --Ordenó, volviendo su atención a los más de cien arrodillados.
--Sí, Trela D'icaya. --Se dio media vuelta luego de una bien ejecutada reverencia.
--Nadie de mis futuros soldados --Alzó la comisura, admirando la astucia de esos hombres que ya había marcado como adquisiciones--. Los acepto.
*Ciento seis individuos se han integrado al sindicato*
--Tú, acércate --Ordenó. Nadie se levantó, no se atrevían a hacerlo sin antes una orden. Se quejó en su interior de la estupidez cometida--. Levántense. Tú --Señaló a la esclava de rostro cadavérico--, acércate.
La fémina asintió, y con una actitud temerosa avanzó.
--¿Nombre?
--Ita, amo. --Respondió, recuperando el control de su lengua que osaba callar.
--Ahora eres miembro del sindicato --Le arrojó un pequeño objeto color plata que se deslizó por la mesa--, y este objeto te ayudará a identificarte, ahí está descrito tu rango, tus puntos de mérito y los ernas restantes de servicio --Explicó con calma, parecía que haber inventado una sección lo volvió ligeramente más empático, o tal vez solo quería presumir de lo que su mente creó--. No lo pierdas.
Ita sujetó el delgado objeto como si fuera de cristal, y aunque lo descrito no podía leerlo por las extrañas letras, de alguna forma logró comprenderlo.
Nombre: Ita
Rango: Novato (Grado 1)
Puntos de mérito: 0
Ernas de servicio restantes: 15
Ita retrocedió por orden de su amo, volviendo a caer de rodillas al no saber que más hacer. La caballería hizo su aparición, al igual que Mujina, que se colocó de vuelta detrás de su señor. Los jinetes rodearon a los más de ochocientos esclavos, ordenando con tonos agresivos a su regreso, enfatizando el orden.
--Señor Barlok. --Saludó Laut con extremo respeto, volviendo a su obligación un segundo después.
--¡Caballería, detéganse! ¡Kaly, desmonta y acércate! --Ordenó.
De modo inmediato, los antiguamente pertenecientes al tercer ejército, y parte del primero volvieron su atención a la muchacha en el equino café, muchos de ellos la conocían y habían estado presentes en su presta de juramento, pero otros muchos no, no concibiendo la idea de poder verla montada en un caballo del enemigo.
--Mi señor. --Se arrodilló a una pierna, levantándose al segundo siguiente.
Orion se levantó, posó su mano en el cuello de la soldado, conduciéndola a un lugar llano, libre a la vista.
--Esto significa pertenecer a mi ejército --Activó su habilidad [Instruir], transfiriendo una buena dosis de su energía al cuerpo delgado, pero bien definido de Kaly, el refuerzo e incremento de fuerza fue inmediato, tanto como el súbito dolor que sintió la jinete--. Demuestra tu fuerza. --Deshizo el agarre, retrocediendo un paso.
La dama abrió los ojos, su rojizo rostro se contorsionó en una bella sonrisa, y con la irregularidad de su respiración asintió. Sin un grito, o espectáculo dramático liberó aquello que los guerreros se vanaglorian de tener, volviéndose una actividad común el concurso entre ellos para demostrar superioridad. Su aura fue explosiva, descontrolada y poderosa. Orion esbozó una sonrisa al observar las sorprendidas expresiones de los esclavos, aunque la principal sorprendida fue la propia Kaly.
--¡Caballería, demuestren su fuerza!
Las monturas relincharon, patearon y quisieron liberarse del agarre humano, pues, aunque no era hostil, la onda energética fue lo suficientemente para colocar a cualquiera de rodillas, y muchos de los esclavos no combatientes tuvieron ese final.
--Deténganse, y quítense el casco.
Obedecieron, dejando anonadados a los exintegrantes del tercer ejército, pues, aunque no eran conocidos, recordaban la fuerza de la caballería, y para nada se acercaba al poderío ahora demostrado.
--Las oportunidades que brindo son limitadas, recuérdendo... Llévenselos.
Se volvió a su asiento, ignorando la respetuosa reverencia de Kaly, que no dejaba de sonreír de oreja a oreja. Se sentó, observando a los necios miembros del sindicato que gustaban de arrodillarse, pues de nueva cuenta lo habían hecho.
Los esclavos comenzaron a caminar, en conflicto por las decisiones tomadas, hace unos meses se había presentado la propuesta de unirse al ejército del Barlok, perdiendo la oportunidad por la falta de valor y los cupos limitados, y el tiempo en forma de Kaly les había mostrado la perdida de ello, luego vino la segunda propuesta, y otra vez la rechazaron, prefiriendo ser maltratados como esclavos que una vida como combatientes de su anterior enemigo, tuvieron una tercera y ahora una nueva cuarta, y está última, aunque desaprovechada, les hizo reflexionar y decidirse a qué no volverían a cometer el mismo error, entusiasmados por demostrarle a su amo en sus posteriores encomiendas que estaban dichosos de servirlo.
--No entiendo porque la sorpresa de todos. --Dijo un esclavo, joven y de mirada arrogante.
--Supongo que perteneces a los soldados que trataron de invadir la fortaleza hace unas lunas --Dedujo el hombre a su lado. El esclavo asintió--. La jinete que desmontó se llama Kaly y antes de que nos ordenarán atacar este maldito lugar, era la comandante de la caballería del tercer ejército, así como espada de confianza de la fallecida general Génova ¿Alguna vez escuchaste hablar de ella de una forma gloriosa? --El esclavo negó con la cabeza--. Eso es, porque aunque diestra, su poder no se comparaba ni a la mitad de lo que ahora demostró. Yo puedo asegurarlo, porque la vi pelear en muchas ocasiones. --Explicó.
--¿Artes prohibidas? --Supuso.
--No lo sé, pero se habla de hombres que se transforman en monstruos en su ejército.
--Los vi --Asintió--, son abominaciones que Jitbar debe destruir.
--Guarda ese tipo de opiniones si es que deseas seguir viviendo, porque hay una cosa que el Barlok no tolera nunca, la deslealtad, y por un comentario así te puede ejecutar.
--Es lo que debe hacerse, la Doctrina de la Luz nos obliga.
--No sigo ese sendero, muchacho. Ya no. La Luz nos abandonó al entrar a estas malditas tierras. Ahora acepta tu destino, o vuélvete merecedor de un nuevo título, como los afortunados.
--No, esperaré al rescate de mi ma... Durca --Recompuso--, y con el tiempo reorganizaremos un nuevo ejército más poderoso que destruya de una vez por todas al Barlok.
Escupió al suelo.
--Esa maldita perra nunca vendrá por nosotros, solo fuimos sus herramientas para recuperar a su hija muerta, que hasta ahora nadie ha visto.
Aldurs guardó silencio, había querido continuar con tan informativa conversación, pero la repentina opinión despectiva de su madre lo congeló, pues tan pronto como el tema salió, los soldados a su alrededor mostraron las mismas expresiones.
Orion inspiró profundo, observando a los curiosos esclavos que observaban con interés sus nuevas identificaciones.
--Desde ahora están ligados a mi energía, sabré donde están en este mundo, se escondan donde se escondan. Osen traicionarme y no dudaré en ejecutarlos en el acto, pero obren bien y los recompensaré como se debe. Regresen, mañana les daré su primera misión, junto con el equipamiento.
Los esclavos asintieron, expectantes en su interior por lo que les deparaba. Hicieron una muy inclinada reverencia, y con la custodia de Jonsa, Bastron, Lenuar y Trunan se alejaron.
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