Optó por acostarse pecho tierra para recuperar el aliento y vislumbrar al enemigo en la lejanía. El dolor arriba de sus senos había disminuido sustancialmente, la herida en su brazo había desaparecido, pero la fatiga por la reciente batalla no había hecho más que incrementar.
--Te dije que debí tener un arma. --Dijo Lork desde un lado, con una sonrisa burlona dibujada en su cara.
Fira perdió por un momento la calma, lanzándole una fiera y encolerizada mirada, que hizo a todos tragar saliva, excepto a infante de cabello negro, quién le retaba a hacer su movimiento.
--Señora Fira --Intervino Elisa, abrazando con calidez a sus temblorosos hijos en su regazo--, la familia Juno es familia de mi padre, creo que deberíamos pedir refugio en su casa.
--No --Negó rotundamente--, hay un traidor, y hasta que no sepa quién es, para mí toda la vahir está comprometida con el enemigo.
--Le prometo que estaremos bien con ellos, confíe en mí, además, usted necesita descansar.
Bajó, reptando hacia atrás, solo para sentarse y mirar con solemnidad a la madre de los niños.
--No me sirve confiar en usted si los terminan matando --Katzian agachó la cabeza al sentir la mirada de la dama, sintiéndose un poco culpable por ser el causante de su herida--, además... --El cuerno con la orden de regreso la interrumpió, regresando con rapidez al punto de observación para mirar con detalle lo que estaba ocurriendo.
--¿Qué sucede? --Preguntó Elisa.
--Vengan, debemos encontrar un mejor lugar para escondernos --Se levantó al volver con la familia--. Aquí ya no es seguro.
--¿Qué está pasando, señora Fira? --El nerviosismo comenzó a controlarla.
--Un pequeño ejército ha llegado a la puerta principal... maldita sea. --Musitó, impotente y enfurecida.
∆∆∆
Los guardias empuñaron las armas, custodiando con sus cuerpos las recién cerradas puertas.
--Ríndanse, no van a ganar.
El guardia de pelo grisáceo tenía miedo, pero no por la muerte, no, aquello no lo aterraba tanto como morir sin los méritos suficientes para entrar a Los Palacios Dorados, pidiendo a E'la que le concediera la oportunidad de lograrlo.
--Bajen las armas, no sean idiotas.
Los veinte avanzaron lentamente en formación, dudosos sobre la probabilidad de una trampa, o artimaña inteligente del enemigo.
--¡Diez ernas! --Gritó a todo pulmón-- ¡Diez malditos ernas fui su esclavo! --La vena de su sien temblaba, él escupía, mientras su rostro se enrojecía-- ¡Maldigo a sus madres por haberlos parido, a sus padres por no asesinarlos cuando bebés, a ustedes por seguir creyendo que pueden vencer al gran Barlok! ¡¡Los maldigo!!
Emprendió la marcha, con la compañía de sus dos camaradas, quienes no permitieron que muriera solo. Se arrojaron a los escudos, concediendo la muerte a tres de los soldados antes de caer inertes con los cuerpos perforados y lacerados.
--Putos sangre sucia. --Escupió a uno de los cuerpos, indiferente por la herida en su antebrazo.
--¡No más oportunidades, si hay alguien dentro, abra la puerta y ríndase! ¡Háganlo y le perdonaremos la vida! --Observó a sus subalternos, quienes ya estaban posicionados por ambos flancos de la entrada. Asintió, ordenando sin palabras que activaran el artefacto mágico recién pegado en el centro de las dos puertas.
Explotó débilmente, con un sonido parecido a una flatulencia, pero su uso no era hacer daño masivo a la estructura, sino conseguir la abertura o destrucción del tablón que del otro lado los bloqueaba. Cinco corpulentos hombres embistieron la entrada, en compañía de los soldados posicionados en los flancos, notando al abrirlas que no hubo pestillo o palanca que los hubiera podido detener.
No hubo emboscada o artimaña, solo distintas expresiones de hombres y mujeres que desde sus camas de paja les miraban.
--¿Dónde están los otros? --Preguntó el capitán de la tropa.
--¿Los otros, señor? --Regresó la pregunta, nervioso por la desconocida situación.
--Los otros soldados, quienes cuidan de ustedes.
--Solo eran tres, señor, los demás se fueron a la batalla.
--A un lado --Ordenó a los soldados a sus espaldas, permitiendo que la luz lunar atravesase e iluminara el rostro del joven esclavo-- ¿Eres humano?
--Lo soy, señor.
--¿Eres un esclavo? --Preguntó al notar la marca en su cachete izquierdo. El joven asintió, no muy orgulloso por su título. Perdió un momento el control, no sabía de dónde los Kat'o habían conseguido tanto valor como para esclavizar a su raza. Suspiró con fuerza, conteniendo la ira desbordante-- ¿Dónde te capturaron?
--Fui un soldado bajo el mando de la general Génova, señor, en la misión de rescate de la Gran señorita Lettman...
--¿Pertenecías al tercer ejército? --Volvió a asentir. El capitán levantó la mirada, observando las caras de los presentes-- ¿Todos son soldados del tercer ejército?
--La mayoría, sí. Y hay más en los otros dos edificios.
--¿También tienen guardias?
--No lo sé, señor, lo siento.
--No te disculpes, ahora hemos llegado ¡Liberen a todos los humanos!
Los soldados avanzaron, con las espadas en mano para cumplir las órdenes.
--Gracias, señor, pero por favor, permítame continuar aquí.
--¿Qué? --No se lo podía creer-- ¿Por qué razón deseas eso?
--Sí voy con ustedes me harán enfrentarme de nuevo a ese monstruo. Gracias, señor, de verdad gracias, pero prefiero quedarme aquí.
--Capitán, los esclavos no se dejan liberar.
--¡Malditos cobardes! --Escupió al suelo, decepcionado por compartir su raza con tales individuos.
--No es cobardía, señor, solo no ha visto a lo que se enfrenta. Créame, señor, usted también decidiría lo mismo sí estuviera en mi lugar.
Envainó, mirando asqueado al joven esclavo.
--Que vergüenza, soldado, en verdad que vergüenza --Alzó la voz para que todos escuchasen--. Ahora nuestro gran general Lucian se está enfrentando a esos miserables, pero ustedes --Se tragó el insulto--... ustedes prefieren quedarse aquí como buenos perros amaestrados. Son un insulto para nuestra raza.
--¿Lucian? ¿El general Lucian vino? --Preguntó una voz en las profundidades del recinto, cargada con el buen espíritu de batalla.
--Así es --Afirmó, orgulloso por la fama de su superior--, dígame, hombre de la oscuridad ¿Desea pelear a su lado? --Su vista se había aclimatado a la iluminación, siéndole posible observar al hombre tuerto.
--No habría mayor honor --Quebró la madera para darle libertad a su tobillo amarrado, acercándose con su imponente figura--. Si me hace el favor. --Estiró las manos. El capitán accedió con una sonrisa, cortando la soga con el filo de la espada.
--¡¿Quién más está dispuesto a compartir la gloria con el general Lucian?!
En una esquina, casi en las últimas camas de la penúltima fila, una pareja discutía acaloradamente, casi llegando a los golpes si no fuera por las sogas en sus manos y tobillos.
--Ni se te ocurra levantarte, Truk.
--¿Qué harás? ¿Acusarme con los guardias? --Sonrió con malicia y burla.
--Truk, piénsalo bien, morirás.
--Mejor muerto que pasar otro día aquí como esclavo.
--No ganarán, Truk, no lo harán.
--Haz lo que mejor creas, Yonan, si quieres quédate y muere como esclavo, no es mi problema. Yo seguiré mi propio destino--Le lanzó una última mirada-- ¡Yo! --Gritó al liberarse de la soga en su tobillo, levantándose con una actitud ufana.
Otras diez siluetas imitaron el acto, alegres por la promesa de compartir la gloria con uno de los grandes de su reino.
--Pofia asegurar que serían más --Hizo una mueca, ligeramente decepcionado-- ¿No crees, hombre? --Observó al hombre tuerto-- El nombre de Lucian debería de convencerlos a todos.
El alto hombre sonrió, ejecutando un fuerte cabezazo en el acto, que golpeó y rompió la nariz del capitán, tomando la espada de sus manos, para que al segundo siguiente la ocupara para degollarlo. Escupió al suelo, mirando con extrema frialdad a los soldados restantes.
--¡Me cago en el puto de Lucian y de su madre! --El insulto aturdió a los soldados, quienes no pudieron pensar en una respuesta adecuada-- ¡Maldita sea su estirpe! --Balanceó el arma, advirtiendo que cualquiera que se acercara sería tomado como enemigo-- Solo tenían una obligación con nosotros ¡Una sola! Cuidarnos, cuidar a nuestras familias, pero no --Ahogó el profundo grito en un pisotón--... ¡No lo hicieron! Y ahora mi familia descansa en el pozo de las almas, perdidas porque yo no estuve para protegerlos. Atrévete niño --Le mostró los dientes--, vamos, ataca, estoy ansioso por ver pelear al primer ejército.
--Somos más que tú, morirás. --Dijo en tono burlón, acercándose con la espada en alto.
--Ja, ja, ja, ja. Es lo que más deseo --Su mirada provocó la quietud del grupo, sintiendo la real amenaza flotar en aire alrededor del hombre tuerto--. Quería tener la oportunidad para deshacerme de la preciada hija de la Durca, pero parece que el destino me concedió la muerte del guerrero. Vengan.
--¿De verdad creen que están en ventaja?
Se levantó otro veterano, corpulento y temible. Luego fue una mujer de sonrisa asesina. La mayoría de los exsoldados se fueron levantando uno a uno, compartían un profundo odio hacia el señor de Tanyer, pero no era tan fuerte como el que sentían hacia la mujer que ya los había dado por muertos y ni siquiera había visto por sus familias luego de sus falsos decesos, o al menos eso decían las noticias de los exploradores humanos que habían logrado traer a sus familias a la vahir.
--Lárguense, la pelea no es contra ustedes. --Dijo uno de los esclavos de pie.
--¡Soldados, a mi orden!
--¿Por qué nos ordenas? Tú no eres el capitán.
--El segundo al mando murió, por supuesto que tengo la autoridad para dar órdenes.
Los diez que se habían sentido orgullosos por levantarse al escuchar el sueño de gloria se volvieron a sentar, impotentes y avergonzados.
--Peleen si es lo que desean --Dijo el tuerto con una sonrisa siniestra, desprovista de humanidad--, demuéstrenle a esa folla niños su valor. Tal vez hasta les dé su vagina como premio.
Uno de los soldados no aguantó más el insulto (puede porque se haya dado por aludido), no se sabía, pero con la ferocidad del combatiente se arrojó a la reyerta. Sus movimientos fueron rápidos, pero la experiencia fue determinante, solo bastándole de tres intervenciones con su espada para matar al joven soldado.
--Sí me tienen miedo a mí, se van a cagar con el hombre que gobierna estas tierras ¡¿Ahora quienes son los cobardes?!
El agravio fue insoportable de escuchar, volviendo la indecisión una actitud determinante. Todos se dirigieron a matar al tuerto, cubriéndose por la posible intervención de uno de los esclavos.
La batalla fue brutal, sangrienta y cruel. En principio, los soldados habían tenido la clara ventaja, sin embargo, los esclavos habían contado con la superioridad numérica, y la furia que poseían les brindó la energía y locura necesaria para sopesar la desventaja de estar desarmados. La sangre cubrió la tierra y paredes de madera, así como los cuerpos de los sobrevivientes, que con sorpresa resultaron ser los esclavos.
--Ahora estás con tu familia, amigo. --Dijo el hombre corpulento al cerrarle el único ojo al tuerto--, ahora lo estás.
La velocidad de Dur era monstruosa, tan pronto como creía que había reaparecido, volvía a desvanecerse, burlándose sin palabras de su desventaja. Esquivó, repitiendo la acción un par de veces más, para terminar con su jugada bloqueando las largas uñas similares a las garras que se dirigieron a su yugular.
[Corte solar]
La hoja resplandeció de rojo-amarillento, dejando la ilusión de presencia al levantarla con rapidez. Dur sonrió, escabulléndose de vuelta a las sombras. Los gritos querían confundir al joven gobernante, quién seguía con sus ojos cada pequeña fluctuación en los alrededores cada vez que <El Niño> aparecía. Volteó más de una vez, escamado del posible ataque a su punto ciego, sus ojos buscaban, pero sus sentidos eran los que realmente hacían el trabajo, esforzándose por encontrar al adversario antes de ejecutar su movimiento.
--Por aquí... no... Por aquí...
Le susurraba, jugaba con su mente, tentándolo a bajar la guardia para hacer un ataque que resultaría fallido. Quería que hiciera su movimiento, lo anhelaba, solo así el juego sería más divertido.
[Espadas danzantes]
Convocó cinco espadas ilusorias que hizo flotar alrededor suyo como un torbellino salvaje. Sonrió con frialdad al ver el error, lanzando una cuchilla punzocortante a la sombra que sabía que aparecería. No resultó como esperaba, pero la acción no fue totalmente desperdiciada.
--¡Has dañado mi cabello, maldito!
Esto no era parte del juego. --Sus ojos azules resplandecieron con intención asesina, congelando de miedo hasta al más valiente, pero no logrando el efecto en Orion, quién con una sonrisa repleta de locura le miraba.
[Refuerzo maligno]
Su túnica negra flameó por el viento invitado del suelo, acompañado por lentas ráfagas ennegrecidas que descansaron en sus brazos, para solidificarse en negros guardabrazos llameantes de una sustancia siniestra que, sin la necesidad de una orden verbal se convirtieron en dos largas cuchillas.
Esquivó las cinco espadas flotantes, llegando con toda su fuerza a impactar con una de sus cuchillas el plano de la espada, siguiendo el ataque con un corte dirigido a su cuello. Estaba furioso, su preciado cabello había sido dañado, y el causante todavía no había muerto, ya no tenía ánimos de jugar, ya no. Gritó, ejecutando otra tanda de cortes al azar, que Orion hábilmente bloqueó, solo para terminar el acto con un sonido de metal roto, al tiempo que observaba la mayor parte de la hoja de su espada caer al suelo.
Sus ojos se abrieron por la sorpresa e ingenuidad cuando su pecho fue atravesado por una cuchilla negra y un fuerte golpe en su plexo lo arrojaba de espaldas al suelo. Se levantó tan pronto como cayó, tosiendo un gargajo rojo. Vio la fría sonrisa de Dur, estallando como nunca en el nuevo mundo lo había hecho. Extrajo de su inventario una hermosa espada de hoja roja, que con su pura presencia hizo enfurecer al anormal humano.
--Ya ha probado mi sangre. Es momento que pruebe la tuya.
Había estado reacio a ocuparla, nunca deseó extraerla, y estaba seguro de que si su casi fragmentada cordura hubiera estado intacta, jamás la abría sacado, ni porque fuera su única oportunidad en una batalla perdida, pero ahora no estaba casi cuerdo, cosa que dio lugar a una inverosímil situación, él sosteniendo el arma del enemigo que más ha odiado, misma que fue ocupada para perforar su corazón.
La balanceó, el peso era perfecto, ideal para lacerar, perforar, decapitar o cualquier cosa que causara daño.
Dur no se quedó inmóvil, saltó nuevamente a la batalla, haciendo uso de sus poderosas cuchillas. Orion evitó tanto como pudo, encontrando una valiosa oportunidad en las muchas ocasiones que el anormal humano dejaba aberturas, enviando un puñetazo a su fina nariz que provocó que se tambalease, perdiendo un segundo para enfocar, momento que fue aprovechado para perforar justo debajo de su hombro.
*AAAAHHHHGGRRR.
Las cuchillas se convirtieron puños y los puños en cuchillas, que envió a impactar en el cuerpo y rostro del joven soberano.
Orion rugió, la sangre de su ceja, pómulo y cabeza lo hacía parecer una bestia, su armadura negra enrojecida le ofrecía protección, pero las fracturas recibidas advertían sobre el final de su vida útil, una noticia que no sería bien recibida por el cuerdo Orion.
Se arrojaron miradas, ambos sangraban de varias partes del cuerpo, pero, aunque se notaba el sufrimiento, la furia y locura fue mayor.
[El empalador]
[Espadas danzantes]
[Amigo de las sombras]
Ambos activaron sus habilidades, uno creando notables desastres, mientras el otro hacia lo posible para esquivar, desvaneciéndose en la nada.
[Aliento ígneo]
[El empalador]
Comenzó a agitarse, la cantidad de energía descendió como agua derramada, quedándole poco menos de un tercio.
[Corte solar]
La fugaz estela intermitente se detuvo, retrocediendo y esquivando las puntiagudas estacas que sobresalían del suelo, forzado por las llamas a desvanecerse en las sombras, pero una cuchilla punzocortante enviada a lo que parecía la nada lo devolvió a la vista, su reacción fue inmediata, prefiriendo el bloqueó a la desaparición, al ocupar sus cuchillas como escudo. Detuvo el poderoso impacto, pero no evitó la caída.
[Aliento ígneo]
Compactó las llamas en un núcleo rojo, cristalizado por la alta temperatura que comenzó a dañar la tierra y el pasto. Disparó al ver el arco en el aire del cuerpo delgado del joven, en caída sin punto de agarre. La esfera roja-amarillenta voló sin resistencia, recta y poderosa, brutal e incontrolable, llegando a su objetivo sin cambio en su poder. Dur logró bloquearla con sus cuchillas negras, pero la devastación guardada en el núcleo fue mayor a su defensa, siéndole imposible detener lo inevitable.
El llanto, los quejidos, los lamentos, todo fue callado al momento de la furiosa explosión, que levantó una cortina de polvo y humo.
Orion jadeaba con falto de aliento, gimiendo por el dolor de su cuerpo, la fatiga y el enojo, pero casi cuerdo, como su yo habitual. Su caminar por momento tambaleante llegó ante una silueta acostada, que respiraba con tanta dificultad que dolía observarlo. Envió la punta de su espada al cuello de la silueta, repleta de sangre y feas quemaduras.
--Por favor no me mates --Suplicó como un niño pequeño, con las lágrimas resbalando por su rojo rostro--, yo no quería... no quería hacerlo --Su mueca de dolor se contorsionó rápidamente en una expresión de calma y solemnidad--... Supongo que tú fuiste quién por fin me venció --Su tono era distinto, más humano y cálida--. Gracias, no hace falta ceremonia, solo mátame... No lo escuches --Volvió a su antiguo tono, frío y juguetón, y ahora suplicante--, está loco. Yo podría servirte...
*Entidad desconocida desea jurarte lealtad*
*Aceptas: SI/NO*
Le miró, dudoso, era casi imperceptible el cambio, pero podía notar la lenta recuperación de sus graves heridas, razón que le preocupaba, no quería tener a un lobo con sus ovejas, pero tampoco quería desperdiciar la oportunidad de hacerse con tal pieza de combate.
--Mátame, hazlo rápido... No lo hagas, te juro lealtad, solo a ti... Si me dejas vivo traerías desgracia a este mundo, soy la encarnación... Y una mierda lo que el débil te dice, desde siempre hemos estado encerrados, solo desea desaparecer...
--Una vez conocí a alguien como tú, un monstruo con varias personalidades. No me fío. --El movimiento fue tan rápido y certero que Dur solo detectó la espada cuando la hoja ya había perforado su pecho, su aliento perdió la fuerza, sus ojos se cerraron, cayendo en lo que parecía un sueño profundo.
El cuerno lo despertó de su momento reflexivo. Endureció el ceño, maldiciendo sin censura a todo pulmón.
--¡Mujina! ¡Mujina!
La criatura antropomorfa corrió a máxima velocidad, deteniéndose a un paso del joven gobernante.
--Mata, destruye, no me interesa, solo hazte cargo de lo que está sucediendo en la fortaleza ¡Ahora!
Mujina imitó el asentimiento, luego rugió, corriendo a cuatro patas en dirección a la fortaleza. Los islos obedecieron la orden, corriendo entusiasmados a una nueva batalla.
--Si todavía tienen las ganas de combatir, es el momento para que lo hagan --Dejó caer su mirada en todos los soldados arrodillados, quienes no se atrevieron a mirarlo por el terror que causaba--. Bien, acepto su derrota. Soldados de Tanyer, recojan las armas, y todo lo de valor de sus cuerpos, vivos y muertos. --Ordenó.
--¡Sí, Barlok!
Nadie desobedeció, habían comenzado a admirar a su señor hace mucho, por su generosidad y justicia, pero ahora también le temían, razón que no hizo sino reforzar su devoción casi loca, creyendo que en verdad estaban en presencia de un Dios reencarnado, o un verdadero Dios que descendió de los cielos para divertirse con los mortales.
--No toquen la espada de ese cuerpo --Advirtió--, fue un honorable guerrero y será enterrado con su arma --El soldado asintió, alejándose para no tentar su suerte--. Espera. Llévate el cuerpo de esa cosa al palacio. --Señaló el cuerpo del Dur.
--Sí, señor Barlok.
*Has ganado la segunda batalla contra los invasores*
*Tu rendimiento en batalla ha sido: Bueno*
*Has ganado 500 puntos de prestigio*
*Has ganado una oportunidad gratuita en el sorteo de caja sorpresa*
*Cien de tus soldados han cumplido los requisitos para ascender*
*Has completado la tarea oculta: El número no concede la victoria*
*Has ganado 200 puntos de prestigio*
*Has desbloqueado un edificio único*
*Has desbloqueado tres habilidades*
*Has subido de nivel*
*Has subido de nivel*
*Has subido de nivel*
*Has subido de nivel*
*Tu inventario ha desbloqueado dos nuevas casillas*
*Requisitos cumplidos*
*Tu trabajo: General ha subido de rango*
*Has ganado materiales únicos para la construcción de edificios y armas. Los materiales han sido enviados a tu inventario*
--Je, je, je, ja, ja, ja, ja, ja.
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