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52.07% El diario de un Tirano / Chapter 88: La gran inaguración

Chapter 88: La gran inaguración

El silencio era insoportable, asfixiante de una manera horrible, con la incertidumbre inundando la habitación por la solemne mirada del hombre sentado en el sofá sujetando su mentón y protegiendo su nariz con ambas manos. Ya había pasado poco más de medio día en la misma posición. Ni un susurro, ni una palabra había expresado, nada, solo silencio en una postura que a primera vista no intimidaba, pero entre más se le observaba, más temor inspiraba.

--Sin dudas. --Se dijo, regresando su mirada al mundo mortal.

Fira tembló por el repentino ruido, sonriendo con vergüenza al conocer la procedencia.

Se colocó de pie, sintiendo un ligero malestar en su cuello por su mala posición al contemplar, una molestia que duró menos de un respiro.

--Reúne al escuadrón Las Garras de Oso --Observó a Mujina--, al igual que al resto de mi guardia.

La capitana tragó saliva, la absoluta seriedad de su soberano la dejó momentáneamente en silencio, no atreviéndose a imaginar la razón detrás de la petición.

--Como ordene, Trela D'icaya. --Asintió, desapareciendo del campo de visión de su señor.

Llamó vía su interfaz al clandestino escuadrón de Los Búhos, esperando la llegada con una mirada solemne y opresiva.

--Señor Barlok. --Cinco sombras aparecieron de repente, sobre sus rodillas y con una mirada de respeto. Anda, el líder, fue la punta en la formativa, siendo también el primero en saludar.

--Señor Barlok. --Repitieron al unísono.

--Levántense --Ordenó, mirando con detenimiento a cada uno de ellos--. Fira, cierra las puertas.

--Sí, señor Orion.

Inspiró profundo, observando con detenimiento a cada uno de los integrantes del escuadrón de combatientes sigilosos.

--Todos ustedes han servido eficientemente mi causa y, ahora más que nunca los he de necesitar... Intuyo que la próxima batalla será algo nunca antes experimentado y, por ello, les tengo una recompensa especial --Sonrió levemente--... muy especial.

∆∆∆

El amanecer declaraba un nuevo comienzo a todas aquellas víctimas de la noche, de los pensamientos oscuros y egoístas, del nerviosismo incontrolable.

--Ustedes, jóvenes afortunados, fueron los escogidos por nuestro Barlok --Dijo Astra al posar sus ojos sobre los pequeños cuerpos infantiles, algunos acompañados por sus madres o padres, mientras otros se encontraban solitarios--, la elección fue difícil, pues esta vahir goza de buenos talentos, pero ustedes sobresalieron en esa búsqueda, por lo cual tienen una gran fortuna y gran responsabilidad.

Ron, el profesor, mantenía una mirada tranquila y cálida, pero internamente estaba más nervioso que los propios niños, no tanto por su nueva obligación, sino más bien por el temor a equivocarse y decepcionar al soberano oculto en la fortaleza. Se volteó con ligereza para observar el largo y no muy alto edificio a sus espaldas, de dos puertas y un arco de piedra blanca con una inscripción que te influenciaba a meditar: esfuerzo y dedicación igual a éxito.

--Avancen conmigo. --Ordenó.

Los infantes acompañados observaron por instinto a sus padres, quienes incitaron a obedecer al joven de complexión delgada, mientras que el resto avanzó sin duda alguna. Ron también fue invitado a la marcha, caminando un paso detrás del Ministro, justo al lado de Idril. Los guardias asintieron al recibir la orden, abriendo sin mucha dificultad las dos grandes puertas.

--Este será su segundo hogar --Dijo Astra al adentrarse por el pasillo iluminado por varios tragaluces inteligentemente colocados en el techo del edificio. Cada uno de ellos quedó maravillado por las baldosas pulcras y blancas y, los sutiles detalles repartidos en las paredes de piedra lisa--. Queda estrictamente prohibido manchar, golpear, o cualquier intento por destruir este lugar, quién lo haga, sufrirá de un terrible castigo --Se inventó un par de reglas al ver el interior, no deseando ver la hermosa construcción de su señor destruida. Los niños asintieron un par de veces con nerviosismo al notar la mirada del delgado joven--. A la derecha --Señaló con su mano-- se encuentra el salón comedor, donde disfrutarán de sus alimentos en un momento apropiado del día --Continuó caminando--. El siguiente salón se conoce como: el lugar de la sabiduría, donde podrán encontrar diversos libros que los inspiren y nutran sus conocimientos. A la izquierda encontrarán el salón al que ahora vamos, donde estudiarán y aprenderán todo lo que su profesor desee enseñarles --Observó al tímido hombre un paso detrás de él. Se detuvo, colocándose al lado de la puerta abierta--. Por el momento este es el único lugar al que se les permite entrar, sin un permiso dado, queda prohibido vagar por los pasillos, o intentar abrir las puertas de los otros salones ¿Entendido? --Los niños asintieron, el nerviosismo se había ido para ser remplazado por excitación, deseosos por comenzar con el aprendizaje-- Excelente. --Sonrió, permitiendo la entrada al salón, mientras suspiraba internamente por el cansancio de aprenderse todo el discurso dado por su señor.

La sala estaba dividida en tres secciones en uno de sus extremos, a causa de hileras de semimuros escalonados de piedra blanca que servían como asientos y mesas para los infantes y, justo al frente se encontraba una tribuna ligeramente elevada.

--Esperen ustedes dos --Dijo con un tono calmo, deteniendo al último par de infantes que se preparaban a ingresar al salón--. Tengo unas palabras que darles por parte de su hermano mayor.

Los dos niños fruncieron el ceño, no comprendiendo las palabras del Ministro, pues hasta donde conocían no tenían ningún hermano mayor, pero eso no fue suficiente para forzarlos a objetar, en realidad nada los haría levantar la voz frente al delgado hombre, que parecía tan feroz como un animal hambriento.

--Desea que este tiempo en el santuario sea de mucho beneficio para ustedes, que logren cosas increíbles y se vuelvan aún más talentosos de lo que ya son. También me pidió citar algo: "El perro aunque más lento, logró escapar del gran monstruo, pero no por su velocidad como el ave que cayó, sino por su falta de arrogancia".

Bastian y Viviana abrieron los ojos por la sorpresa al escuchar la frase, ya que esa no era nada más que la cita de la única historia que tenían permitido leer, pero la razón especial de la conmoción era que a quién se lo contaban cada noche antes de dormir era a un joven que había llegado a su casa, un individuo que jugaba con ellos y que poco a poco se transformó en una parte más de la familia, lamentablemente él había desaparecido, tan repentino como su propia llegada y, hasta ahora no sabían a dónde había ido.

--Hermano mayor. --Repitieron con una gran sonrisa, sintiéndose sumamente alegres.

--Dice que pronto les hará una visita, pero primero desea que aprendan mucho en este lugar --Ambos asintieron, determinados a dar su máximo para no decepcionar al joven que había compartido con ellos muchos momentos alegres--. Eso es todo. Ahora entren. --Ordenó, manteniendo la tranquilidad en su rostro.

--¿Quién es su hermano mayor? --Preguntó Idril, confundida, ella conocía a la familia Wuar y, sabía que no tenían un hijo mayor y, aunque le había sorprendido que ambos hijos fueran escogidos para el santuario, la dejó más conmocionada el hecho que poseían un hermano desconocido con el suficiente poder para hacer que el Ministro hiciera de recadero.

--Nuestro Barlok. --Respondió sin un cambio en su voz.

--¡¿Qué!? --No logró calmar su sorpresa.

--Sí y, espero que esa información no salga de tus labios.

--Por supuesto que no, señor Ministro --Negó un par de veces con la cabeza, tratando de calmar su acelerado corazón. Ni por toda la fortuna del mundo revelaría algo que la pusiera en contra del tiránico hombre dentro del palacio--. No me atrevería.

--Bien. --Asintió, creyendo en su palabra.


Chapter 89: El buen agricultor

El tiempo fluyó como el agua en el río. Los esclavos construían con esmero y rapidez las siguientes dos torres de arqueros, los soldados continuaban su entrenamiento, forzándose a mejorar cada día que pasaba, los infantes en el santuario comenzaban su aprendizaje, los residentes de la vahir trabajaban sus diversas vocaciones con gran inspiración, deseando quedar en los buenos ojos del Barlok para la siguiente convocatoria del santuario y así sus retoños lograran ser escogidos. Los antar partieron unos días antes en busca de los recursos marcados en el mapa, comenzando con los preparativos necesarios para hacer un estudio de tierra y conocer si era un lugar adecuado dar comienzo a la extracción, quedando sorprendidos al conocer la rica veta de hierro.

En el interior de una habitación poco iluminada y bien decorada, una dama corpulenta y de silueta llamativa sonreía de oreja a oreja al observar al cansado joven sentado en uno de los sofás.

--¿Tienes algo que decirme? --Preguntó con una mirada fastidiada, haciendo a un lado el libro que con interés leía.

--Trela D'icaya, usted es... es --Tartamudeó, la emoción no le permitía hablar con claridad-- maravilloso...

--Lo entiendo --Su tono denotaba cansancio, como si hubiera envejecido unos cuantos años en un instante--, ahora aléjate. No tengo la fuerza, ni el interés para conversar contigo.

--Sí, Trela D'icaya. --Se disculpó de inmediato, agachando la cabeza y volviéndose a la entrada de la sala para hacer su labor de protección.

Retomó la lectura, pero al poco de unos minutos lanzó el libro a un lado del sofá, no se sentía tan calmo y concentrado como para continuar, decidiendo poner fin a su amena recopilación de conocimiento. Se recostó, contemplando a la belleza de cabello platinado que con una sonrisa tranquila lo observaba.

--Acércate --Ordenó con ligera calidez. Fira asintió, manteniendo en su rostro esa hermosa expresión alegre--. Eres única, Fira --Extrajo de su inventario un pequeño brazalete rojizo, con una perla en el medio, pero, aunque hermoso, palideció en comparación con la bella expresión que la dama de cabello platinado mostró al ser halagada por su señor--, tan única como mi primera creación y, por ello deseo que seas tú quién lo porte --Estiró su mano, dejando descansar el objeto de apariencia valiosa sobre su palma--. Tómalo, es un brazalete de protección --Sonrió con gentileza, una expresión que su rostro no acostumbraba mostrar--... he comprendido que a veces es bueno hacer obsequios a gente que se aprecia.

--Lo valoraré con mi vida. --Dijo al tomarlo sobre sus manos y acercarlo a su pecho, con extrema felicidad al conocer que su propio señor había sido el artesano de tan bello objeto.

--Todo lo contrario --Dijo con tranquilidad--, es para proteger tu vida. Aunque es el primero, podré hacer más en un futuro, pero si algo te ocurre --Guardó silencio--, no estoy seguro de que pueda encontrar a alguien que te remplace. Eres sumamente importante para mí, así como tu hermano.

No escuchó el resto de la oración, parecía que su sueño se había hecho realidad, por fin su señor había mostrado interés por ella.

--Mi señor, soy suya, hoy y por toda la eternidad. --Dijo con una expresión de adoración.

--Lo sé. --Asintió con calma.

Fira notó que el cansancio de su señor se había incrementado, por lo que rápidamente se dirigió a una de las mesas cercanas, haciendo uso del recipiente grande para servir en una taza de madera el brebaje de hierbas que el herbolario había preparado por la mañana.

--Mi señor. --Dijo al acercarle la taza.

Orion aceptó, bebiendo la ácida bebida que, aunque sutilmente energizaba su interior, no bastaba para resolver su problema. Había hecho muchos experimentos con su cuerpo al interior del laberinto y los continuó fuera del mismo, razón por la que conocía mejor que nadie el tiempo de recuperación que necesitaba para recobrar su estado óptimo y, pese a que las bebidas servían, solo era un remedio pasajero para un obstáculo mucho mayor. Eructó, tosiendo por el desgarro en su garganta, para finalizar con un trago de saliva.

--Sí tan solo existieran aquí esas benditas pócimas. --Se dijo, suspirando.

Su aburrimiento no fue inmediato, pero si fue devastador, no teniendo más remedio que hacer uso de su fiel entretenimiento: la interfaz. Buscó nueva información, algo que no conociera o lo hubiera pasado por alto, pero su fatiga mental le impidió concentrarse por más de dos párrafos de lectura. Suspiró, más fastidiado que cansado, pero fue ese mismo cansancio el que lo llevó a algo a lo que no le había prestado atención durante mucho tiempo.

--Espero no enojarme más.

Activó mentalmente la caja sorpresa y, de forma casi inmediata un enorme cofre ilusorio color dorado apareció ante sus ojos, uno que comenzó a bailar como si quisiera liberar lo que poseía dentro.

"El tesoro del escondrijo del codicioso reptil alado" tenía por nombre la carta, mostrando una pintura de un monstruoso ser protegiendo varias colinas de lo que parecía eran objetos valiosos.

*El premio se ha transferido a una ranura especial de tu inventario*

No dudó al extraerlo, quedando conmocionado al ver el pequeño anillo traslúcido, con una inscripción en su interior que a sus ojos parecía más un garabato que una palabra.

×~×~

Anillo de la eternidad.

Objeto Nivel: desconocido.

-Desconocido.

'Desconocido'

×~×~

Observó durante mucho tiempo el pequeño objeto que no parecía tan especial como la incógnita en la interfaz quería hacerlo ver, curioso por conocer lo que haría si se colocaba y, parecía que su aburrimiento era tal que sus meses de suprimir su impulsividad habían sido olvidados, deslizando el anillo sobre su dedo anular de su mano izquierda. El sentimiento revitalizante fue inmediato, muy similar a la sensación que tenía al consumir esos milagrosos frutos de sus amigos árboles.

--El tiempo de descanso ha terminado. --Sonrió al levantarse, apretando el puño con fuerza y determinación.


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