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52.09% El diario de un Tirano / Chapter 87: El discurso

Chapter 87: El discurso

[Fabricante]: Los oficios son los trabajos más honestos que existen, claro, si quieres ser pobre.

-Puedes fabricar armas y armaduras, entregándoles atributos especiales. (Todo dependerá de tu nivel de habilidad y los materiales que ocupes)

-Puedes reparar equipo ya fabricado y darle mejoras.

-Puedes crear joyería y herramientas con atributos.

*Se necesita subir de nivel la habilidad para descubrir las otras ventajas*

Observó la nueva ventaja, no era mala, pero tampoco la sintió demasiado buena como para ser una recompensa por sus arduas horas de trabajo. Sonrió, terminando convencido al notar que el costo de los materiales disminuyó en un 20%, sintiendo que esa si era una verdadera bonificación.

*Se ha formado un escuadrón de élite en tu ejército*

*Has completado la tarea oculta: Un soldado entrenado es un soldado listo para matar*

*Has ganado cincuenta puntos de prestigio*

*Has desbloqueado dos habilidades*

Sus comisuras de alzaron, estaba contento con la noticia sobre la formación de un escuadrón de élite, pero lo estaba aún más por las dos habilidades obtenidas. Si debía seleccionar algo que le fascinara de la interfaz, sin pensar escogería desbloquear habilidades, lamentablemente no lo podía hacer a consciencia, porque si no estaba seguro de que ya hubiera hecho todo lo posible por desbloquearlas todas.

[Espadas danzantes]: El baile es el idioma del alma, pero la muerte es el idioma de la vida.

-Crea un domo repleto de espadas ilusorias que atacarán sin descanso a tu enemigo. (Entre más alta sea el nivel de habilidad, más poder tendrán las espadas).

-Puedes invocar cinco espadas flotantes (para invocar más sube de nivel).

×Costo: 200 puntos de prestigio×

Inspiró profundo, nostálgico por las innumerables veces que ocupó aquella habilidad en el laberinto, recordando el buen trabajo que hacía al rebanar a sus enemigos en mil pedazos.

[Lanza de luz]: ¿Es un mensaje divino, o un castigo?

-Las lanzas creadas incrementan su velocidad y ataque en el día.

-Puedes crear lanzas explosivas, aunque pierden poder de perforación.

×Costo: 100 puntos de prestigio×

*Se necesita subir de nivel la habilidad para descubrir las otras ventajas*

Sus comisuras mantuvieron la elevación durante un largo rato, se sentía complacido con las habilidades desbloqueadas, aunque todavía dudaba cuál hacer suya.

∆∆∆

--Señor Orion, está todo listo. --Dijo Astra con un tono calmo y respetuoso.

--Excelente --Asintió, levantándose del sofá--. Fira, la capa.

Extendió los brazos y se mantuvo quieto, facilitándole el trabajo a su ayudante. Acomodó su túnica, los brazaletes de oro y el collar con un dije de un símbolo antiguo. Bebió el último sorbo en la taza de plata, carraspeó, tragando saliva para aclarar su garganta. Suspiró todo el exceso de energía, decidiéndose por salir de la sala.

--¿Están todos?

--Sí, señor Orion.

La guardia personal completa, protegida por sus excelentes armaduras negras rompió filas al vislumbrar la presencia de su soberano, tomando su lugar apropiado a cuatro pasos de su espalda, exceptuando a Mujina, quién solo se separó dos pasos, justo al lado de los hermanos.

--Señor Barlok. --Saludaron al unísono los guardias de la entrada.

Los rayos del atardecer fueron reflejados por la joyería, al tiempo que su hermosa túnica color vino aumentaba su belleza. Limpió la saliva seca de sus labios con la yema del pulgar al bajar los escalones con suma calma, admiró los solitarios alrededores, inspirando profundo. Los caminos de piedra y tierra lo dirigieron a los contornos del territorio del palacio, subiendo por los peldaños a la cima de la muralla. Los pocos arqueros vigilantes se hicieron a un lado, flexionando sus torsos con respeto.

--¿Cómo sientes tu cuerpo después de... ya sabes, eso? --Preguntó en un tono bajo, tan bajo como un susurro.

Alir sonrió, repleta de una arrogancia que solo el vasto orgullo puede otorgar.

--Si pudiera contarte... --Su sonrisa se congeló, tragó saliva y de reojo observó al frente. La intención asesina que el cuerpo de su capitana desprendía la hizo temer por su vida. Calló y recuperó su compostura, ignorando al curioso Jonsa.

Se detuvo, girándose a la derecha. El lugar era espacioso, al menos el doble en comparación con el resto de los muros, ya que abajo de sus pies se encontraba la entrada al territorio del palacio. Respiró profundo, jugando con sus rostro haciendo muecas, para finalizar con un soplo agresivo que desató toda su energía contenida. Caminó al frente, justo a la orilla de la superficie, deteniéndose al tocar el bajo muro de protección.

Parpadeó y, al abrir los ojos vislumbró a las más de mil personas que se hicieron presentes bajo su orden. Había grupos que se diferenciaban unos de otros, en su mayoría los soldados, que con orgullo portaban las buenas armaduras obsequiadas por su señor, no obstante, aunque la demás gente no poseía un distintivo tan claro, el color de piel, cabello, o forma de cuerpo declaraba al grupo que pertenecían, siendo los pocos humanos no militares los únicos con expresiones de miedo y nerviosismo.

--Gente de Tanyer --Alzó la voz, poderosa y autoritaria, atrayendo para sí las miradas de los pocos que no habían sentido su gran presencia--, mi gente. Me presento ante ustedes como el hombre detrás del título, el desconocido que reside en el palacio y, para muchos es el causante del cambio de sus vidas --Barrió con su mirada a los presentes, solemne y calmo, pero imponente como una montaña--. Soy Orion, el Barlok de Tanyer y señor de esta vahir --Inspiraron profundo, de solo escuchar su nombre podían sentir una sombra gigantesca cobijarlos--. Mi intención al dirigirme ante ustedes, mi gente, no es otra que mostrar mi rostro y dedicar un par de palabras en honor a sus nuevas vidas, al cambio y progreso que están teniendo nuestras tierras... Hace poco se terminó de construir un lugar, un santuario para el aprendizaje y, como fiel devoto de el, he instruido a mi Ministro que comience con la búsqueda de los veinte candidatos, todos infantes, con el propósito de aprender diversas ramas de conocimiento, con el fin de que crezcan como conocedores y dignos sirvientes de Tanyer.

La multitud calló, pero fue solo un instante antes de comenzar con los susurros, al tiempo que observaban a sus retoños con esperanza y calidez. La mayoría era gente analfabeta, que tenía ciertos conocimientos sobre las academias por las noticias y cuentos que los mercaderes traían consigo y, aunque no estaban seguros sobre ese santuario del conocimiento al que se refería su señor, escuchar que sus hijos podrían ser elegidos para aprender ahí los llenó de mucha expectación y deseo, queriendo conocer los requisitos para la entrada, los cuales suponían no serían sencillos.

[Grito de guerra]

Un fuerte sonido los despertó, alzando con temor sus miradas a sabiendas de que sus malos manejos de emociones había dado como resultado en un insulto hacia su señor.

--Diez vacantes estarán ocupadas por los hijos de los hombres de mi ejército --Continuó sin cambiar su mirada, aclarando su garganta con su saliva--. Otras diez estarán disponibles para el resto de la gente de Tanyer. Y aunque por el momento, la cantidad de vacantes es limitada, prometo que un futuro aumentara --Sonrió al ver el cambio de actitud de sus súbditos, que en su mayoría mostraban expresiones alegres. Inspiró profundo-- ¡Gente Tanyer, demuestren lealtad hacia mí y, yo cuidaré de ustedes! --Los soldados golpearon sus pechos al unísono después de una rápida orden de sus comandantes, se arrodillaron con las miradas en lo alto, exudando de sus cuerpos una alta cantidad de energía de combatiente. Los lugareños se miraron, indecisos por su siguiente acción, pero luego de observar el comienzo de muchos al arrodillarse, no tuvieron más remedio que imitarlos-- ¡Gente de Tanyer!...

Calló de inmediato, notando al jinete y su caballo cubierto de heridas acercarse a la puerta principal.

--¡Levántense y sigan trabajando por Tanyer! --Ordenó, llevando su mirada a su hermosa sirvienta--. Fira, conmigo.

*Tu discurso ha conmovido a la población bajo tu mando*

*La eficacia y la velocidad en los trabajos de tus lugareños incrementa en un 50% por siete días*

Orion se dirigió a la entrada, observando la notificación.

Bastó de unos pocos segundos para que la multitud comenzara a dispersarse, muy entusiasmados con las recientes noticias, deseando ya conocer a los afortunados que tendrían la posibilidad de aprender en el santuario.

--Abran las puertas. --Ordenó.

El crujido de la madera y sus bisagras se hizo presente y, con un ruido sordo comenzaron a moverse.

El jinete bajó de su montura al ver a su soberano, tropezando por el desequilibrio y golpeándose el rostro con la tierra dura. Se levantó, tambaleándose y escupiendo al lado un gargajo de sangre.

--Señor... Barlok --Dijo con dificultad--... E-El ejército enemigo... se ha movilizado... --Cayó de rodillas, sumamente cansado y adolorido.

--¿Cuántos?

--Más de... dos mil... --Respiró, perdiendo el conocimiento.

--Sanalo, Fira. Astra, ve por Kaly. --Su mirada se oscureció, denotando lo dispuesto que estaba a derramar sangre.


Chapter 88: La gran inaguración

El silencio era insoportable, asfixiante de una manera horrible, con la incertidumbre inundando la habitación por la solemne mirada del hombre sentado en el sofá sujetando su mentón y protegiendo su nariz con ambas manos. Ya había pasado poco más de medio día en la misma posición. Ni un susurro, ni una palabra había expresado, nada, solo silencio en una postura que a primera vista no intimidaba, pero entre más se le observaba, más temor inspiraba.

--Sin dudas. --Se dijo, regresando su mirada al mundo mortal.

Fira tembló por el repentino ruido, sonriendo con vergüenza al conocer la procedencia.

Se colocó de pie, sintiendo un ligero malestar en su cuello por su mala posición al contemplar, una molestia que duró menos de un respiro.

--Reúne al escuadrón Las Garras de Oso --Observó a Mujina--, al igual que al resto de mi guardia.

La capitana tragó saliva, la absoluta seriedad de su soberano la dejó momentáneamente en silencio, no atreviéndose a imaginar la razón detrás de la petición.

--Como ordene, Trela D'icaya. --Asintió, desapareciendo del campo de visión de su señor.

Llamó vía su interfaz al clandestino escuadrón de Los Búhos, esperando la llegada con una mirada solemne y opresiva.

--Señor Barlok. --Cinco sombras aparecieron de repente, sobre sus rodillas y con una mirada de respeto. Anda, el líder, fue la punta en la formativa, siendo también el primero en saludar.

--Señor Barlok. --Repitieron al unísono.

--Levántense --Ordenó, mirando con detenimiento a cada uno de ellos--. Fira, cierra las puertas.

--Sí, señor Orion.

Inspiró profundo, observando con detenimiento a cada uno de los integrantes del escuadrón de combatientes sigilosos.

--Todos ustedes han servido eficientemente mi causa y, ahora más que nunca los he de necesitar... Intuyo que la próxima batalla será algo nunca antes experimentado y, por ello, les tengo una recompensa especial --Sonrió levemente--... muy especial.

∆∆∆

El amanecer declaraba un nuevo comienzo a todas aquellas víctimas de la noche, de los pensamientos oscuros y egoístas, del nerviosismo incontrolable.

--Ustedes, jóvenes afortunados, fueron los escogidos por nuestro Barlok --Dijo Astra al posar sus ojos sobre los pequeños cuerpos infantiles, algunos acompañados por sus madres o padres, mientras otros se encontraban solitarios--, la elección fue difícil, pues esta vahir goza de buenos talentos, pero ustedes sobresalieron en esa búsqueda, por lo cual tienen una gran fortuna y gran responsabilidad.

Ron, el profesor, mantenía una mirada tranquila y cálida, pero internamente estaba más nervioso que los propios niños, no tanto por su nueva obligación, sino más bien por el temor a equivocarse y decepcionar al soberano oculto en la fortaleza. Se volteó con ligereza para observar el largo y no muy alto edificio a sus espaldas, de dos puertas y un arco de piedra blanca con una inscripción que te influenciaba a meditar: esfuerzo y dedicación igual a éxito.

--Avancen conmigo. --Ordenó.

Los infantes acompañados observaron por instinto a sus padres, quienes incitaron a obedecer al joven de complexión delgada, mientras que el resto avanzó sin duda alguna. Ron también fue invitado a la marcha, caminando un paso detrás del Ministro, justo al lado de Idril. Los guardias asintieron al recibir la orden, abriendo sin mucha dificultad las dos grandes puertas.

--Este será su segundo hogar --Dijo Astra al adentrarse por el pasillo iluminado por varios tragaluces inteligentemente colocados en el techo del edificio. Cada uno de ellos quedó maravillado por las baldosas pulcras y blancas y, los sutiles detalles repartidos en las paredes de piedra lisa--. Queda estrictamente prohibido manchar, golpear, o cualquier intento por destruir este lugar, quién lo haga, sufrirá de un terrible castigo --Se inventó un par de reglas al ver el interior, no deseando ver la hermosa construcción de su señor destruida. Los niños asintieron un par de veces con nerviosismo al notar la mirada del delgado joven--. A la derecha --Señaló con su mano-- se encuentra el salón comedor, donde disfrutarán de sus alimentos en un momento apropiado del día --Continuó caminando--. El siguiente salón se conoce como: el lugar de la sabiduría, donde podrán encontrar diversos libros que los inspiren y nutran sus conocimientos. A la izquierda encontrarán el salón al que ahora vamos, donde estudiarán y aprenderán todo lo que su profesor desee enseñarles --Observó al tímido hombre un paso detrás de él. Se detuvo, colocándose al lado de la puerta abierta--. Por el momento este es el único lugar al que se les permite entrar, sin un permiso dado, queda prohibido vagar por los pasillos, o intentar abrir las puertas de los otros salones ¿Entendido? --Los niños asintieron, el nerviosismo se había ido para ser remplazado por excitación, deseosos por comenzar con el aprendizaje-- Excelente. --Sonrió, permitiendo la entrada al salón, mientras suspiraba internamente por el cansancio de aprenderse todo el discurso dado por su señor.

La sala estaba dividida en tres secciones en uno de sus extremos, a causa de hileras de semimuros escalonados de piedra blanca que servían como asientos y mesas para los infantes y, justo al frente se encontraba una tribuna ligeramente elevada.

--Esperen ustedes dos --Dijo con un tono calmo, deteniendo al último par de infantes que se preparaban a ingresar al salón--. Tengo unas palabras que darles por parte de su hermano mayor.

Los dos niños fruncieron el ceño, no comprendiendo las palabras del Ministro, pues hasta donde conocían no tenían ningún hermano mayor, pero eso no fue suficiente para forzarlos a objetar, en realidad nada los haría levantar la voz frente al delgado hombre, que parecía tan feroz como un animal hambriento.

--Desea que este tiempo en el santuario sea de mucho beneficio para ustedes, que logren cosas increíbles y se vuelvan aún más talentosos de lo que ya son. También me pidió citar algo: "El perro aunque más lento, logró escapar del gran monstruo, pero no por su velocidad como el ave que cayó, sino por su falta de arrogancia".

Bastian y Viviana abrieron los ojos por la sorpresa al escuchar la frase, ya que esa no era nada más que la cita de la única historia que tenían permitido leer, pero la razón especial de la conmoción era que a quién se lo contaban cada noche antes de dormir era a un joven que había llegado a su casa, un individuo que jugaba con ellos y que poco a poco se transformó en una parte más de la familia, lamentablemente él había desaparecido, tan repentino como su propia llegada y, hasta ahora no sabían a dónde había ido.

--Hermano mayor. --Repitieron con una gran sonrisa, sintiéndose sumamente alegres.

--Dice que pronto les hará una visita, pero primero desea que aprendan mucho en este lugar --Ambos asintieron, determinados a dar su máximo para no decepcionar al joven que había compartido con ellos muchos momentos alegres--. Eso es todo. Ahora entren. --Ordenó, manteniendo la tranquilidad en su rostro.

--¿Quién es su hermano mayor? --Preguntó Idril, confundida, ella conocía a la familia Wuar y, sabía que no tenían un hijo mayor y, aunque le había sorprendido que ambos hijos fueran escogidos para el santuario, la dejó más conmocionada el hecho que poseían un hermano desconocido con el suficiente poder para hacer que el Ministro hiciera de recadero.

--Nuestro Barlok. --Respondió sin un cambio en su voz.

--¡¿Qué!? --No logró calmar su sorpresa.

--Sí y, espero que esa información no salga de tus labios.

--Por supuesto que no, señor Ministro --Negó un par de veces con la cabeza, tratando de calmar su acelerado corazón. Ni por toda la fortuna del mundo revelaría algo que la pusiera en contra del tiránico hombre dentro del palacio--. No me atrevería.

--Bien. --Asintió, creyendo en su palabra.


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