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50.88% El diario de un Tirano / Chapter 86: Supuesto

Chapter 86: Supuesto

El sol salió como un cobarde después de una gran pelea que lo involucraba, calentando tímidamente a todos los mortales bajo sus dominios, no obstante, el viento frío continuaba presente en las zonas de sombra y lugares cerrados, provocando que la mayoría de las personas en la vahir continuaran bien abrigadas.

--Señor Orion --Dijo Astra al vislumbrar la espalda de su soberano, acercándose con un suspiro de cansancio mental por la búsqueda--. Las personas que solicitó.

Orion volteó, inexpresivo, con una aura dominante rodeando su cuerpo. Las dos damas guardianas se hacían presentes a tres pasos de él, sofocando con su presencia a los recién llegados. Orion observó a la dama, luego al hombre, ambos buenas recomendaciones por parte de la interfaz.

--Puedes irte.

Astra asintió, se inclinó con sumo respeto, dio dos pasos hacia atrás y se retiró con una bien práctica media vuelta.

--Barlok. --Con una torpeza atribuida al nerviosismo, el hombre llamado Ron se arrojó sobre sus rodillas, temeroso por causar un disgusto en el alto hombre.

Nadia, por el contrario, solo hizo una breve reverencia, cortés y rápida, pero no muy respetuosa. Yerena tronó la boca, disgustada por la actitud de la Kat'o.

--Tengo un trabajo para ambos --Dijo con un tono seco--, pero antes, una pregunta ¿Saben leer?

--Sí, Barlok. --Respondió Ron.

Nadia solo asintió.

--Levántate --Ordenó, pero su mirada quedó pegada en la dama de cabello negro y busto exuberante--. Ven. --La joven se acercó, con una mirada taciturna y desafiante.

[Instruir]

•~•

- Nombre: Nadia Balo

- Edad: 25 ernas (años)

- Estatus: Residente de Tanyer.

- Sangre: Mixta

- Potencial: Excelente.

- Lealtad: Baja.

~•~•

La dama dudó al sentir los dedos del señor del palacio tocar su frente, tuvo el pensamiento de resistencia, pero la sola presencia del joven la hizo renunciar a la idea, aceptando el destino que le esperaba, sin embargo, un segundo después, cuando el repentino viento cubrió la totalidad de su cuerpo su expresión cambió a una absoluta sorpresa, confundida si lo que acababa de pasar era verdad.

--¿Qué me hizo? --Preguntó de forma irrespetuosa.

--Tú serás mi estratega. --Dijo al concederle el título, sin prestar atención a sus complicados sentimientos.

Nadia volvió a sentir otra ráfaga de aire, sutil pero poderosa y, aunque parecía que nada había cambiado en su cuerpo, mentalmente había sufrido una drástica metamorfosis.

--Acércate.

Ron tropezó con sus propios pasos, el sudor frío en su espalda y frente denotaba lo asustado que estaba y, no era para menos, desde que había llegado a su nuevo hogar había sido bombardeado con las terroríficas hazañas del joven que gobernaba Tanyer.

[Instruir]

•~•

- Nombre: Ron Freder

- Edad: 27 ernas (años)

- Estatus: Residente de Tanyer.

- Sangre: Común.

- Potencial: Excelente.

- Lealtad: Alta.

- Habilidad especial: Tres ojos.

~•~•

Al igual que la dama, Ron sintió un cúmulo de emociones al sentir los dedos del joven tocar su frente, pero después de despertar de los silenciosos segundos, descubrió grandes cambios en su cuerpo y mente.

--Tú serás mi profesor. --Dijo, otorgándole el título.

Ambos se quedaron de pie, estoicos, no tenían idea de lo que había pasado, eran conocedores por los textos que leían, pero en esos libros no se encontraba nada que pudiera explicar el suceso con los dedos de su soberano, no solo eso, los títulos también les provocaba cierta confusión, estando en conflicto de lo que eso se significaba.

--Hoy vuelvan a sus hogares y descansen, porque mañana comenzarán a trabajar para mí ¿Entendido?

--Sí, Barlok. --Respondieron al unísono, sin mucha emoción por sus desordenados pensamientos.

Se inclinaron, no dudando en irse un segundo después.

Inspiró profundo, tanto como ellos dos, él también estaba en conflicto, solo que con sus sentimientos y, aunque el dolor había desaparecido, el inexplicable suceso no hacía nada más que provocar su inquietud y disgusto.

--Mi señor --Se inclinó al llegar, recuperando la adecuada compostura--. He completado su encomienda, los jefes en la sala de construcción comenzarán la edificación de las dos torres de arqueros al amanecer de mañana.

Asintió con calma, ignorando la mirada de su fiel subordinada por ser atrapado por una pequeña silueta.

--Hombre Barlok --Dijo Korgan al acercarse--, estamos ansiosos por dar comienzo a sus órdenes, por ello le pido que con su sabiduría pueda permitirnos comenzar.

Le miró por unos segundos, estando de acuerdo con sus deseos, no servía de nada tener a los antar haciendo nada, así que, abrió su interfaz, fue a una sección de nombre: Planificación, tocó la opción recursos, vislumbrando lo que su territorio inmediato podía permitirle. Esperó dos segundos a que terminara el proceso de búsqueda, encontrando varios lugares indicados para comenzar a extraer recursos. Convirtió el mapa tridimensional en uno físico, uno que fue enviado a su inventario, de donde lo extrajo.

--En este mapa encontrarás la zona donde quiero que comiencen con la extracción de recursos --Ignoró la mirada sorprendida del macho de los antar--. Puedes solicitar a alguien que te guíe al lugar para inspeccionarlo... ¿Trajeron sus herramientas? Korgan. Korgan.

--No, hombre Barlok. --Dijo al despertar de su sorpresa.

Suspiró un poco decepcionado, abriendo una pequeña interfaz perteneciente a su habilidad [Fabricante]. Tocó mentalmente la sección planos, luego recursos, encontrando ahí una subsección de nombre: Minería. Solo había picos y palas para fabricarse, ya que la investigación en proceso: Herramientas mejoradas no había culminado. Colocó los materiales necesarios, comenzando con la fabricación de diez juegos de herramientas.

--Toma --Extrajo una a una de su inventario, pero a Korgan le fue imposible mantener la calma por lo que sus ojos observaban--. Sostenlas... --Alzó la voz.

El dirigente escogido de la raza antar cayó de rodillas, tocando su pecho con su mano izquierda y una mirada de absoluta devoción.

--¿Qué pasa? --Preguntó con el ceño fruncido, pausando la extracción de herramientas de su inventario.

--U-U-Usted es... es nuestro Prim (Primigenio) --Tragó saliva, calmando un poco su nerviosismo--. Lamento no haber mostrado el respeto adecuado ante su presencia, Prim Dano (Herrero primigenio)...

--Explicate antes de continuar. --Interrumpió.

*Tu habilidad [Fabricante] ha subido de nivel*

*Nivel necesario*

*Tu habilidad [Fabricante] ha mejorado, has desbloqueado una nueva ventaja*

Se quedó momentáneamente quieto por la repentina notificación, tanto que no escuchó nada de los disparates del individuo de barba negra.

--Repítelo.

--Antes de la caída de la Gran Unión, nuestro pueblo disfrutaba de un gran estatus en las tierras exteriores, éramos conocidos como los...

--No quiero conocer tu historia --Interrumpió sin cortesía--, solo el significado de arrodillarte al pronunciar esas extrañas palabras.

--Sí, por supuesto --Asintió un par de veces--. Usted es la reencarnación de nuestro Dios Din Dano, el Prim de la especie, el materializador de cosas. Solo con su regreso nuestra raza podrá prosperar, lo dictan las antiguas costumbres.

--Bien, acepto ser lo que piensas que soy, pero antes comienza con mi petición y llévate todas estas herramientas. --Extrajo de su inventario el resto, colocándolas en el suelo.

--Será un honor servirlo, Prim Dano.

Se levantó con gran entusiasmo, sujetó las herramientas de dimensiones inexactas para un uso adecuado de su gente. Eran pesadas, pero con su fuerza le fue posible cargar con cinco juegos antes de retirarse en busca de sus compañeros, con la intención de regresar con los demás.

--Este acto me recuerda a algo. --Volteó, sonriendo al observar a sus dos damas guardianas, quienes desviaron la mirada un poco avergonzadas.


Chapter 87: El discurso

[Fabricante]: Los oficios son los trabajos más honestos que existen, claro, si quieres ser pobre.

-Puedes fabricar armas y armaduras, entregándoles atributos especiales. (Todo dependerá de tu nivel de habilidad y los materiales que ocupes)

-Puedes reparar equipo ya fabricado y darle mejoras.

-Puedes crear joyería y herramientas con atributos.

*Se necesita subir de nivel la habilidad para descubrir las otras ventajas*

Observó la nueva ventaja, no era mala, pero tampoco la sintió demasiado buena como para ser una recompensa por sus arduas horas de trabajo. Sonrió, terminando convencido al notar que el costo de los materiales disminuyó en un 20%, sintiendo que esa si era una verdadera bonificación.

*Se ha formado un escuadrón de élite en tu ejército*

*Has completado la tarea oculta: Un soldado entrenado es un soldado listo para matar*

*Has ganado cincuenta puntos de prestigio*

*Has desbloqueado dos habilidades*

Sus comisuras de alzaron, estaba contento con la noticia sobre la formación de un escuadrón de élite, pero lo estaba aún más por las dos habilidades obtenidas. Si debía seleccionar algo que le fascinara de la interfaz, sin pensar escogería desbloquear habilidades, lamentablemente no lo podía hacer a consciencia, porque si no estaba seguro de que ya hubiera hecho todo lo posible por desbloquearlas todas.

[Espadas danzantes]: El baile es el idioma del alma, pero la muerte es el idioma de la vida.

-Crea un domo repleto de espadas ilusorias que atacarán sin descanso a tu enemigo. (Entre más alta sea el nivel de habilidad, más poder tendrán las espadas).

-Puedes invocar cinco espadas flotantes (para invocar más sube de nivel).

×Costo: 200 puntos de prestigio×

Inspiró profundo, nostálgico por las innumerables veces que ocupó aquella habilidad en el laberinto, recordando el buen trabajo que hacía al rebanar a sus enemigos en mil pedazos.

[Lanza de luz]: ¿Es un mensaje divino, o un castigo?

-Las lanzas creadas incrementan su velocidad y ataque en el día.

-Puedes crear lanzas explosivas, aunque pierden poder de perforación.

×Costo: 100 puntos de prestigio×

*Se necesita subir de nivel la habilidad para descubrir las otras ventajas*

Sus comisuras mantuvieron la elevación durante un largo rato, se sentía complacido con las habilidades desbloqueadas, aunque todavía dudaba cuál hacer suya.

∆∆∆

--Señor Orion, está todo listo. --Dijo Astra con un tono calmo y respetuoso.

--Excelente --Asintió, levantándose del sofá--. Fira, la capa.

Extendió los brazos y se mantuvo quieto, facilitándole el trabajo a su ayudante. Acomodó su túnica, los brazaletes de oro y el collar con un dije de un símbolo antiguo. Bebió el último sorbo en la taza de plata, carraspeó, tragando saliva para aclarar su garganta. Suspiró todo el exceso de energía, decidiéndose por salir de la sala.

--¿Están todos?

--Sí, señor Orion.

La guardia personal completa, protegida por sus excelentes armaduras negras rompió filas al vislumbrar la presencia de su soberano, tomando su lugar apropiado a cuatro pasos de su espalda, exceptuando a Mujina, quién solo se separó dos pasos, justo al lado de los hermanos.

--Señor Barlok. --Saludaron al unísono los guardias de la entrada.

Los rayos del atardecer fueron reflejados por la joyería, al tiempo que su hermosa túnica color vino aumentaba su belleza. Limpió la saliva seca de sus labios con la yema del pulgar al bajar los escalones con suma calma, admiró los solitarios alrededores, inspirando profundo. Los caminos de piedra y tierra lo dirigieron a los contornos del territorio del palacio, subiendo por los peldaños a la cima de la muralla. Los pocos arqueros vigilantes se hicieron a un lado, flexionando sus torsos con respeto.

--¿Cómo sientes tu cuerpo después de... ya sabes, eso? --Preguntó en un tono bajo, tan bajo como un susurro.

Alir sonrió, repleta de una arrogancia que solo el vasto orgullo puede otorgar.

--Si pudiera contarte... --Su sonrisa se congeló, tragó saliva y de reojo observó al frente. La intención asesina que el cuerpo de su capitana desprendía la hizo temer por su vida. Calló y recuperó su compostura, ignorando al curioso Jonsa.

Se detuvo, girándose a la derecha. El lugar era espacioso, al menos el doble en comparación con el resto de los muros, ya que abajo de sus pies se encontraba la entrada al territorio del palacio. Respiró profundo, jugando con sus rostro haciendo muecas, para finalizar con un soplo agresivo que desató toda su energía contenida. Caminó al frente, justo a la orilla de la superficie, deteniéndose al tocar el bajo muro de protección.

Parpadeó y, al abrir los ojos vislumbró a las más de mil personas que se hicieron presentes bajo su orden. Había grupos que se diferenciaban unos de otros, en su mayoría los soldados, que con orgullo portaban las buenas armaduras obsequiadas por su señor, no obstante, aunque la demás gente no poseía un distintivo tan claro, el color de piel, cabello, o forma de cuerpo declaraba al grupo que pertenecían, siendo los pocos humanos no militares los únicos con expresiones de miedo y nerviosismo.

--Gente de Tanyer --Alzó la voz, poderosa y autoritaria, atrayendo para sí las miradas de los pocos que no habían sentido su gran presencia--, mi gente. Me presento ante ustedes como el hombre detrás del título, el desconocido que reside en el palacio y, para muchos es el causante del cambio de sus vidas --Barrió con su mirada a los presentes, solemne y calmo, pero imponente como una montaña--. Soy Orion, el Barlok de Tanyer y señor de esta vahir --Inspiraron profundo, de solo escuchar su nombre podían sentir una sombra gigantesca cobijarlos--. Mi intención al dirigirme ante ustedes, mi gente, no es otra que mostrar mi rostro y dedicar un par de palabras en honor a sus nuevas vidas, al cambio y progreso que están teniendo nuestras tierras... Hace poco se terminó de construir un lugar, un santuario para el aprendizaje y, como fiel devoto de el, he instruido a mi Ministro que comience con la búsqueda de los veinte candidatos, todos infantes, con el propósito de aprender diversas ramas de conocimiento, con el fin de que crezcan como conocedores y dignos sirvientes de Tanyer.

La multitud calló, pero fue solo un instante antes de comenzar con los susurros, al tiempo que observaban a sus retoños con esperanza y calidez. La mayoría era gente analfabeta, que tenía ciertos conocimientos sobre las academias por las noticias y cuentos que los mercaderes traían consigo y, aunque no estaban seguros sobre ese santuario del conocimiento al que se refería su señor, escuchar que sus hijos podrían ser elegidos para aprender ahí los llenó de mucha expectación y deseo, queriendo conocer los requisitos para la entrada, los cuales suponían no serían sencillos.

[Grito de guerra]

Un fuerte sonido los despertó, alzando con temor sus miradas a sabiendas de que sus malos manejos de emociones había dado como resultado en un insulto hacia su señor.

--Diez vacantes estarán ocupadas por los hijos de los hombres de mi ejército --Continuó sin cambiar su mirada, aclarando su garganta con su saliva--. Otras diez estarán disponibles para el resto de la gente de Tanyer. Y aunque por el momento, la cantidad de vacantes es limitada, prometo que un futuro aumentara --Sonrió al ver el cambio de actitud de sus súbditos, que en su mayoría mostraban expresiones alegres. Inspiró profundo-- ¡Gente Tanyer, demuestren lealtad hacia mí y, yo cuidaré de ustedes! --Los soldados golpearon sus pechos al unísono después de una rápida orden de sus comandantes, se arrodillaron con las miradas en lo alto, exudando de sus cuerpos una alta cantidad de energía de combatiente. Los lugareños se miraron, indecisos por su siguiente acción, pero luego de observar el comienzo de muchos al arrodillarse, no tuvieron más remedio que imitarlos-- ¡Gente de Tanyer!...

Calló de inmediato, notando al jinete y su caballo cubierto de heridas acercarse a la puerta principal.

--¡Levántense y sigan trabajando por Tanyer! --Ordenó, llevando su mirada a su hermosa sirvienta--. Fira, conmigo.

*Tu discurso ha conmovido a la población bajo tu mando*

*La eficacia y la velocidad en los trabajos de tus lugareños incrementa en un 50% por siete días*

Orion se dirigió a la entrada, observando la notificación.

Bastó de unos pocos segundos para que la multitud comenzara a dispersarse, muy entusiasmados con las recientes noticias, deseando ya conocer a los afortunados que tendrían la posibilidad de aprender en el santuario.

--Abran las puertas. --Ordenó.

El crujido de la madera y sus bisagras se hizo presente y, con un ruido sordo comenzaron a moverse.

El jinete bajó de su montura al ver a su soberano, tropezando por el desequilibrio y golpeándose el rostro con la tierra dura. Se levantó, tambaleándose y escupiendo al lado un gargajo de sangre.

--Señor... Barlok --Dijo con dificultad--... E-El ejército enemigo... se ha movilizado... --Cayó de rodillas, sumamente cansado y adolorido.

--¿Cuántos?

--Más de... dos mil... --Respiró, perdiendo el conocimiento.

--Sanalo, Fira. Astra, ve por Kaly. --Su mirada se oscureció, denotando lo dispuesto que estaba a derramar sangre.


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