--Trela D'icaya --Se acercaron, con una expresión de extrema preocupación-- ¿Cómo está su cuerpo? ¿Recibió daño? --Si no fuera porque el acto sería considerado irrespetuoso, ya hubieran palpado todo su cuerpo en busca de alguna herida.
--Nada de lo que preocuparse --Respondió con una gran sonrisa--. Ya me he recuperado por completo.
Las dos damas guardianas asintieron, aliviadas y alegres por la pronta y milagrosa recuperación de su soberano, pero al notar el repentino cambio de rumbo, sus expresiones dudaron.
--Señor Barlok. --Saludó el guardia de la puerta.
--Esperen fuera. --Ordenó.
La capitana y su subalterna asintieron, tomando una postura pétrea a ambos lados de la puerta. El guardia fue desplazado a unos dos pasos de su anterior lugar, no teniendo más remedio que mantener una expresión seria y una postura en alerta por si algo impredecible ocurría.
--Hola, maga. --Sonrió al entrar.
La habitación estaba oscura como una caverna, húmeda y con olores extraños. Orion dudó al no recibir respuesta, su visión era tan buena como si el interior estuviera iluminado, pero no le fue posible encontrar la silueta panzona de la maga, teniendo un desagradable pensamiento de su exitoso escape. Frunció el ceño, haciendo una mueca de disgusto y, estuvo a nada de ir a golpear al guardia de la entrada en busca de respuestas que satisficieran su intelecto o estaría dispuesto a ejecutarlo en el acto por complicidad, pero fue el sonido bajo y gutural que lo detuvo, percibiendo un ligero movimiento debajo de las pieles encima de la cama.
--¿Cansada? --Levantó las pieles con la misma sonrisa del inicio, sin embargo, la cara pálida y desnutrida de la maga le provocó una repentina y muy incompresible preocupación, no dudando en acercarse para verificar su estado con mejor detalle-- ¿Qué te ha pasado?
Los labios secos y partidos de la que alguna vez se vanaglorió como una de las mujeres más bellas de Jitbar se movieron, pero lo único que pudo ser escuchado fueron gemidos secos y pesados.
Orion se levantó, dirigiéndose a la entrada. Su corazón dolía por alguna extraña razón, era un sentimiento complicado de explicar, similar al que sintió cuando fue rechazado de la casa Wuar por la madre de Nina, pero también diferente. No sabía que era lo que últimamente ocurría con él, estando muy cansando de ello, sino fuera porque temía caer de vuelta en ese maldito laberinto, hubiera tomado la decisión de extraer de su inventario una daga y degollar su propio cuello.
--Vayan por Fira --Abrió la puerta con fuerza-- ¡De inmediato!
Las mujeres no hicieron demasiada ceremonia al retirarse, entendiendo por la expresión de su soberano que algo malo sucedía.
--Tú, ve por velas e ilumina este lugar.
--Sí, señor Barlok.
Regresó al lado de Helda, dudoso y tembloroso, parecía que su mal estado lo estaba compartiendo con él.
--Si solo pudieras ponerte en pie --Gruñó, apretando el puño--. Maldita maga, si te vas a morir hazlo de inmediato.
Bufó como un animal embrutecido por la ira y, fue su distracción mental la que impidió que pudiera notar el extraño movimiento en el vientre de la dama, que fuera lo que fuese, parecía gustoso por escuchar la voz del joven hombre.
--Señor, estoy aquí. --Dijo Fira al aparecer en el umbral de la puerta, tropezando con la mesa en el interior al no aclimatar su vista.
--Bien --Asintió, un poco aliviado--. Acércate. Hay una silla al frente.
Fira esquivó los objetos mal puestos, logrando quedar al lado de su señor.
--Ocupa tu habilidad con ella.
--¿Mi habilidad? --Dudó.
--Sanala.
Fira asintió, concentrando el aire en sus pulmones antes de liberar su Don. El soplo de vida fue como una poción milagrosa de recuperación, permitiendo que el color regresara al cuerpo de Helda, su respiración se estabilizara y los gemidos desaparecieran. Se detuvo, sus ojos se habían aclimatado lo suficiente a la oscuridad, siéndole posible observar el movimiento en el vientre de la dama acostada, dudando sobre el repentino pensamiento que atravesó su mente.
--Mi señor...
--Gracias, Fira. --Dijo, tocando su hombro con calidez genuina.
La dama de cabello platinado se quedó estoica, sorprendida y emocional por la repentina muestra de afecto de su señor, por lo que al sentir que sus pensamientos podían estar equivocados, prefirió guardarse para sí sus conjeturas.
--Es mi honor poder ayudarlo, mi señor. --Le sonrió con extrema felicidad, una que solo pudo ser apreciada por él.
--Regresemos. Ya volveré cuando despierte --Dijo al notar al guardia volviendo con las velas y una antorcha encendida--. No permitas que muera. --Le miró con frialdad.
El hombre asintió un par de veces, aterrado por la bestial mirada de su señor.
--N-No, s-s-señor Barlok.
∆∆∆
Las tranquilas llanuras habían sido despertadas por el bullicio de las innumerables tropas que comenzaron a colocarse en formación de avanzada.
--Parece que el tullido hoy no te acompaña --Se acercó, bajando el ritmo de la cabalgata-- ¿Dónde está?
--Si deseas conversar, hazlo con quién desee escucharte. Ahora largo --Arreó al caballo, tomando la delantera de las filas de los soldados montados-- ¡Sin mi orden nadie puede detenerse! --Gritó-- ¡Quién ose desobedecer será ejecutado en el acto!
En la lejanía, en medio de las tropas y dentro de un hermoso carruaje, una bella mujer se soplaba aire con un conjunto de plumas de ave nocturna.
--Lucian es impresionante. --Dijo una chiquilla de unos dieciséis años, con el rostro infantil y una sonrisa coqueta.
--Sí, mi hijo lo es --Sonrió, soplando con gentileza su bello rostro.
El sol salió como un cobarde después de una gran pelea que lo involucraba, calentando tímidamente a todos los mortales bajo sus dominios, no obstante, el viento frío continuaba presente en las zonas de sombra y lugares cerrados, provocando que la mayoría de las personas en la vahir continuaran bien abrigadas.
--Señor Orion --Dijo Astra al vislumbrar la espalda de su soberano, acercándose con un suspiro de cansancio mental por la búsqueda--. Las personas que solicitó.
Orion volteó, inexpresivo, con una aura dominante rodeando su cuerpo. Las dos damas guardianas se hacían presentes a tres pasos de él, sofocando con su presencia a los recién llegados. Orion observó a la dama, luego al hombre, ambos buenas recomendaciones por parte de la interfaz.
--Puedes irte.
Astra asintió, se inclinó con sumo respeto, dio dos pasos hacia atrás y se retiró con una bien práctica media vuelta.
--Barlok. --Con una torpeza atribuida al nerviosismo, el hombre llamado Ron se arrojó sobre sus rodillas, temeroso por causar un disgusto en el alto hombre.
Nadia, por el contrario, solo hizo una breve reverencia, cortés y rápida, pero no muy respetuosa. Yerena tronó la boca, disgustada por la actitud de la Kat'o.
--Tengo un trabajo para ambos --Dijo con un tono seco--, pero antes, una pregunta ¿Saben leer?
--Sí, Barlok. --Respondió Ron.
Nadia solo asintió.
--Levántate --Ordenó, pero su mirada quedó pegada en la dama de cabello negro y busto exuberante--. Ven. --La joven se acercó, con una mirada taciturna y desafiante.
[Instruir]
•~•
- Nombre: Nadia Balo
- Edad: 25 ernas (años)
- Estatus: Residente de Tanyer.
- Sangre: Mixta
- Potencial: Excelente.
- Lealtad: Baja.
~•~•
La dama dudó al sentir los dedos del señor del palacio tocar su frente, tuvo el pensamiento de resistencia, pero la sola presencia del joven la hizo renunciar a la idea, aceptando el destino que le esperaba, sin embargo, un segundo después, cuando el repentino viento cubrió la totalidad de su cuerpo su expresión cambió a una absoluta sorpresa, confundida si lo que acababa de pasar era verdad.
--¿Qué me hizo? --Preguntó de forma irrespetuosa.
--Tú serás mi estratega. --Dijo al concederle el título, sin prestar atención a sus complicados sentimientos.
Nadia volvió a sentir otra ráfaga de aire, sutil pero poderosa y, aunque parecía que nada había cambiado en su cuerpo, mentalmente había sufrido una drástica metamorfosis.
--Acércate.
Ron tropezó con sus propios pasos, el sudor frío en su espalda y frente denotaba lo asustado que estaba y, no era para menos, desde que había llegado a su nuevo hogar había sido bombardeado con las terroríficas hazañas del joven que gobernaba Tanyer.
[Instruir]
•~•
- Nombre: Ron Freder
- Edad: 27 ernas (años)
- Estatus: Residente de Tanyer.
- Sangre: Común.
- Potencial: Excelente.
- Lealtad: Alta.
- Habilidad especial: Tres ojos.
~•~•
Al igual que la dama, Ron sintió un cúmulo de emociones al sentir los dedos del joven tocar su frente, pero después de despertar de los silenciosos segundos, descubrió grandes cambios en su cuerpo y mente.
--Tú serás mi profesor. --Dijo, otorgándole el título.
Ambos se quedaron de pie, estoicos, no tenían idea de lo que había pasado, eran conocedores por los textos que leían, pero en esos libros no se encontraba nada que pudiera explicar el suceso con los dedos de su soberano, no solo eso, los títulos también les provocaba cierta confusión, estando en conflicto de lo que eso se significaba.
--Hoy vuelvan a sus hogares y descansen, porque mañana comenzarán a trabajar para mí ¿Entendido?
--Sí, Barlok. --Respondieron al unísono, sin mucha emoción por sus desordenados pensamientos.
Se inclinaron, no dudando en irse un segundo después.
Inspiró profundo, tanto como ellos dos, él también estaba en conflicto, solo que con sus sentimientos y, aunque el dolor había desaparecido, el inexplicable suceso no hacía nada más que provocar su inquietud y disgusto.
--Mi señor --Se inclinó al llegar, recuperando la adecuada compostura--. He completado su encomienda, los jefes en la sala de construcción comenzarán la edificación de las dos torres de arqueros al amanecer de mañana.
Asintió con calma, ignorando la mirada de su fiel subordinada por ser atrapado por una pequeña silueta.
--Hombre Barlok --Dijo Korgan al acercarse--, estamos ansiosos por dar comienzo a sus órdenes, por ello le pido que con su sabiduría pueda permitirnos comenzar.
Le miró por unos segundos, estando de acuerdo con sus deseos, no servía de nada tener a los antar haciendo nada, así que, abrió su interfaz, fue a una sección de nombre: Planificación, tocó la opción recursos, vislumbrando lo que su territorio inmediato podía permitirle. Esperó dos segundos a que terminara el proceso de búsqueda, encontrando varios lugares indicados para comenzar a extraer recursos. Convirtió el mapa tridimensional en uno físico, uno que fue enviado a su inventario, de donde lo extrajo.
--En este mapa encontrarás la zona donde quiero que comiencen con la extracción de recursos --Ignoró la mirada sorprendida del macho de los antar--. Puedes solicitar a alguien que te guíe al lugar para inspeccionarlo... ¿Trajeron sus herramientas? Korgan. Korgan.
--No, hombre Barlok. --Dijo al despertar de su sorpresa.
Suspiró un poco decepcionado, abriendo una pequeña interfaz perteneciente a su habilidad [Fabricante]. Tocó mentalmente la sección planos, luego recursos, encontrando ahí una subsección de nombre: Minería. Solo había picos y palas para fabricarse, ya que la investigación en proceso: Herramientas mejoradas no había culminado. Colocó los materiales necesarios, comenzando con la fabricación de diez juegos de herramientas.
--Toma --Extrajo una a una de su inventario, pero a Korgan le fue imposible mantener la calma por lo que sus ojos observaban--. Sostenlas... --Alzó la voz.
El dirigente escogido de la raza antar cayó de rodillas, tocando su pecho con su mano izquierda y una mirada de absoluta devoción.
--¿Qué pasa? --Preguntó con el ceño fruncido, pausando la extracción de herramientas de su inventario.
--U-U-Usted es... es nuestro Prim (Primigenio) --Tragó saliva, calmando un poco su nerviosismo--. Lamento no haber mostrado el respeto adecuado ante su presencia, Prim Dano (Herrero primigenio)...
--Explicate antes de continuar. --Interrumpió.
*Tu habilidad [Fabricante] ha subido de nivel*
*Nivel necesario*
*Tu habilidad [Fabricante] ha mejorado, has desbloqueado una nueva ventaja*
Se quedó momentáneamente quieto por la repentina notificación, tanto que no escuchó nada de los disparates del individuo de barba negra.
--Repítelo.
--Antes de la caída de la Gran Unión, nuestro pueblo disfrutaba de un gran estatus en las tierras exteriores, éramos conocidos como los...
--No quiero conocer tu historia --Interrumpió sin cortesía--, solo el significado de arrodillarte al pronunciar esas extrañas palabras.
--Sí, por supuesto --Asintió un par de veces--. Usted es la reencarnación de nuestro Dios Din Dano, el Prim de la especie, el materializador de cosas. Solo con su regreso nuestra raza podrá prosperar, lo dictan las antiguas costumbres.
--Bien, acepto ser lo que piensas que soy, pero antes comienza con mi petición y llévate todas estas herramientas. --Extrajo de su inventario el resto, colocándolas en el suelo.
--Será un honor servirlo, Prim Dano.
Se levantó con gran entusiasmo, sujetó las herramientas de dimensiones inexactas para un uso adecuado de su gente. Eran pesadas, pero con su fuerza le fue posible cargar con cinco juegos antes de retirarse en busca de sus compañeros, con la intención de regresar con los demás.
--Este acto me recuerda a algo. --Volteó, sonriendo al observar a sus dos damas guardianas, quienes desviaron la mirada un poco avergonzadas.
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