El festejo había parecido empezar desde muy temprano, cuando el alba aún no se había pronunciado y, después de haberlo hecho continuó hasta muy noche. La cabeza de ganado, de la cual habían obtenido la sangre para el ritual fúnebre, de ella misma habían sacado la enorme cantidad de carne que alimentó a todo el ejército y, parte del pueblo, pero la carne no fue el único aperitivo, presentando platillos de frutas y verduras elaborados con gran cariño por parte de las damas del pueblo. Los brindis no se hicieron esperar, la mayoría de ellos destinados al honor del señor de Tanyer, quién no asistió en ningún momento al gran banquete, ni siquiera para dar su bendición, costumbre que los islos poseían y, otros tantos brindis para sus hermanos caídos en batalla.
La caballería había sido el escuadrón con más bajas y, posiblemente los que obtuvieron el papel más crucial en la batalla, por lo que no era extraño observar que los sobrevivientes del cuerpo de caballería recibieran tanta buena atención por parte de sus camaradas y gente de la vahir. Muchos de ellos prefirieron la calma a la bulliciosa atmósfera, la muerte no era algo que podía ser tragada con tanta facilidad, no habían sido individuos bélicos antes de la aparición del joven señor de Tanyer, al menos no con la misma magnitud de ahora y, aunque físicamente se encontraban preparados, mentalmente no lo habían estado, en realidad muy pocos del propio ejército podrían levantar la mano con la afirmación de tal pregunta. Sangre, mutilaciones, cortes profundos... eran algunas imágenes que sus cerebros grabaron en el trascurso de la intensa batalla, teniendo que guardarlas en lo profundo de sus mentes para continuar con normalidad sus vidas.
--¡Levántense! --Ordenó un hombre al acercarse a la mesa de los jinetes. Los hombres y mujer presente hicieron caso omiso ante el llamado, después de perder a su comandante nadie tenía el derecho de darle órdenes, exceptuando por supuesto de su Barlok y general--. Di una orden.
--Lo estás haciendo mal, Brenan. --Dijo Laut con un tono quedo y una mirada tranquila.
El hombre asintió, estando de acuerdo con su observación.
--Pedazos de mierda. De pie. --Volvió a hablar con dureza.
De inmediato y casi en simultáneo los ocho jinetes se colocaron de pie, mostrando el enojo en cada rincón de sus rostros.
--¿Qué dijiste? --El hombre más cercano hizo por acercarse, retándole con la mirada.
Laut no aguantó la risa, doblando el cuerpo por las graciosas expresiones de sus compañeros y ahora nuevos subordinados.
--Es suficiente, Brenan --Dijo al terminar de reírse--. Lo lamento muchachos, tenía que hacerlo --Observó sus confundidas expresiones y sus comisuras advirtieron con volver a levantarse, pero al final no lo hicieron--. No quiero guardar información porque más temprano que tarde lo sabrán, así que lo diré --Inspiró para retomar la digna compostura--... Hace un momento, fui nombrada por el señor Barlok de Tanyer, como la nueva comandante del escuadrón de caballería --Dijo con suma seriedad, con el orgullo por su nuevo título--. Parecerá extraño, pero quiero decirles...
--Espera, espera --Interrumpió la otra dama presente--, puedo entender tu primera broma, pero esta nueva no es graciosa.
--No es ninguna broma --Añadió Brenan con la serenidad que lo caracteriza--. El señor Barlok en persona expresó sus buenos pensamientos para nuestra ahora comandante Laut, al tiempo que nos ascendía de rango. --El y sus otros cinco compañeros mostraron el símbolo del nuevo rango recién conseguido.
--Esto es una mierda --Dijo el hombre que anteriormente retó a Brenan-- ¿Por qué solo ustedes y no a todos nosotros?
--No lo sé --Dijo Laut--, pero no es algo debo cuestionar, si tú deseas hacerlo, nadie aquí te detendrá. --Aunque su tono denotaba empatía y tranquilidad, su mirada asesina lo contrariaba.
--Ni que fuera imbécil. --Dijo, perdiendo las ganas de siquiera continuar de pie.
--Lo dicho --Retomó la palabra--, me he convertido en la nueva comandante y, aunque mis sentimientos como una camarada más del escuadrón deseen darles un merecido descanso, mi nueva obligación y responsabilidad me lo impide --Todos pudieron notar el conflicto en su mirada antes de desaparecer en una expresión dura y seria-- ¡Atención a la orden! --Su voz resonó a más allá de sus propios subordinados, provocando que muchos presentes prestaran sus oídos para escuchar. De forma inmediata los jinetes se colocaron en posición de firmes-- ¡Regresen a sus hogares y descansen, porque antes del primer rayo de sol los quiero listos para entrenar! ¡Ahora!
--¡Sí, comandante! --Gritaron al unísono.
Todavía se sentían un poco desorientados por la nueva noticia, no obstante, no se atrevieron a desobedecer una orden directa, su señor ha mostrado todo este tiempo grandes señales de su carácter benigno, entregándoles equipos de primera calidad, buenas comidas y, un lugar seguro para sus familias, algo que no todos los subalternos del continente podían presumir, por lo que entendieron que era su tiempo de mostrar su agradecimiento y, si su señor decidía que era buen momento para combatir a los señores de la noche, aunque con el miedo en sus corazones, lo harían, de tal manera era su lealtad y compromiso con el joven señor de Tanyer.
∆∆∆
La penumbra de la noche, los gemidos ligeros, ahogados y suprimidos, de emociones tan intensas que sobresalían en cada mirada y aliento.
--Señor Barlok. --Dijo de inmediato el guardia a cargo, mostrando de manera torpe sus respetos.
Orion afirmó con la cabeza, su mirada fue robada por cada individuo sentado en el suelo, abrigados con ligeras camisas ocupadas debajo de las armaduras y pantalones de cuero, algunos ya orinados por el gran tiempo de espera. El frío acariciaba sus no muy acostumbrados cuerpos, haciéndoles temblar al recibir sus malintencionadas ráfagas. Sus labios y uñas moradas, el relucir de sus venas solo corroboraban el mal estado de lo que alguna vez se conoció como: El segundo batallón más fuerte de la casa Lettman.
Mujina observó imperturbable a los presentes, con la mano sobre el pomo de su espada por si un osado desgraciado se atreviera a soñar despierto con la ejecución de su señor. Fira, por el contrario caminaba con una expresión solemne, mayestática, que desprendía la gloria de un título que portó por solo un instante y fue arrebatado de ella sin su consentimiento. La gelidez de sus ojos azules congelaban con indiferencia a esos pobres diablos que admiraban su sublime belleza.
--¡De pie! --Ordenó el mismo guardia.
La multitud quedó pérdida al observar a dos de las tres mujeres que acompañaban al Barlok de Tanyer, con miradas contrariadas al observarlas, a una la admiraban por su enorme belleza, digna de ser una Encarnada de la Diosa Sola, solo dudando sobre la posibilidad porque acompañaba a un mortal, además de un enemigo con claros tratos con las Criaturas de la noche. Por otro lado, sus miradas al ser dirigidas a la otra dama representaba la furia, el deseo ardiente por desatarse de sus dolorosas sogas y comenzar a pelear, solo hacía falta una orden, un asentimiento de cabeza, el más ligero indicio por parte de ella que demostrara que la gloria todavía era posible, aun cuando el temor estuviera presente en sus corazones.
--¡De pie! --Azotó el látigo sobre el suelo.
El sonido causado por el cuero al golpear la tierra despertó a la mayoría de los soldados de la casa Lettman, quienes se levantaron con el mal genio dibujado en sus rostros. Tenían frío, hambre, sueño, era imposible pedirles una buena cara, aun cuando ellos mismo abrazaron sus destinos.
--¡Escuchen y presten su oído, porque el señor de Tanyer va a hablar! --Gritó el guardia.
Podría ser un novato al ejecutar reverencias y saludos formales, pero su forma de presentar a su superior provocó que la dama guardiana y la asistente asintieran complacidas.
--Deseaban hablar conmigo ¿No es verdad? --Orion deslizó sus ojos en cada individuo de la multitud, doblegándolos sin siquiera hacer uso de su fuerza o energía-- Pues, aquí estoy.
Una moneda de oro no paga por las lágrimas de una viuda... no regresa al padre a casa, no le devuelve el hijo a la madre...
- Fragmento extraído del poema "El soldado y la causa"
∆∆•∆∆
Hubo silencio, nadie se atrevió a hablar, no teniendo a ese hombre presente, que, aunque poseía la cara de un joven, su destreza en batalla y sed de sangre atemorizaba hasta al más valiente. La propia muerte parecía estar escondida en su sombra, cazando al pobre imbécil que se atreviera a retarlo a un duelo o causara su enojo.
--Demandar mi presencia demostró valentía, pero quedarse callados lo demuestra incluso mejor. --Sonrió con frialdad.
Mujina alzó su espada de la vaina, dejando la mayor parte de la hoja aún dentro.
--De la orden, Trela D'icaya y, con gusto los castigaré por ofenderle.
--Aún no --Dijo, negando con la cabeza, pero sin voltear--, tengo cierta curiosidad sobre la petición que deseaban hacerme.
Kaly se mordió los labios, indecisa con sus propios pensamientos y sentimientos, por una parte deseaba mostrar su lealtad a su nuevo señor, mostrando una alternativa con fines sangrientos y, por la otra, deseaba ser el intermediario para evitar un desenlace violento, el cariño que le tenía a sus subordinados y a los que consideró camaradas por años no era algo que pudiera desaparecer con un chasquido de dedos.
--¿Nadie? --Sus cejas se levantaron con una pseudo sorpresa.
--Mi señor, si me permite. --En un susurro no muy bajo se deslizó al oído del alto joven, atrayendo para sí su mirada y atención.
--Habla.
Kaly asintió, algo nerviosa por los hermosos ojos color jade con tonalidades variadas de muchos colores que resplandecían como los rayos del sol que la observaban, una hermosura mortal si ella debía ser franca, pues, el joven no ocultaba la frialdad y locura de la que podía ser protagonista.
--¡Déjela libre! --Gritó alguien entre la multitud, tembloroso por el miedo o el frío, bueno, aquello describía a cualquiera de los vencidos, pero el osado hombre que se había atrevido a gritar no fue descubierto por los ojos vigilantes de las dos damas subordinadas a Orion, quienes como centinelas barrieron la zona en busca del sujeto.
--¿Libre? --Sonrió Orion, una sonrisa compleja que caracterizaba con perfección su personalidad, lanzando su mirada a los presentes--. Porque tendría que dejarla libre si nunca fue mi cautiva.
Sus palabras aunque no muy altas lograron retumbar en los oídos de los trescientos hombres privados de su libertad, permitiéndoles disfrutar de una no muy buena aceptada confusión. La duda se apoderó de sus mentes, rememorando lo sucedido con gran esmero, recordando que en el momento que la comandante de caballería apareció acompañando al joven señor de Tanyer, lo hizo sin sus manos atadas, sin una expresión de haber sido vencida, o haber perdido a su general, ni siquiera estaba usando la ropa de debajo de la armadura, no, ella vestía un abrigo de cuero, cubierto en su interior de lana y un pantalón de piel aterciopelado. Ahora lo podían ver con claridad y, la decepción y furia no se hizo esperar en sus expresiones, algunos hasta lloraron al no soportar las fuertes fluctuaciones de sus sentimientos.
--¿Quieres muerte, o salvación? --Preguntó repentinamente, una interrogante que creyó imposible que pudiera salir de la boca de ese joven.
--Pediría piedad, mi señor, misericordia. --Bajó el rostro, desganada por el alto costo que entendía representaba su decisión.
--Sabía que eran falsas sus pretensiones. --Escupió al suelo con asco.
Fira observó el acto de la dama guardiana, asintiendo al concordar con el sentimiento.
--¡¿Muerte o salvación?! ¡Hice una pregunta! --Levantó la voz.
--¡Piedad! --Gritó Kaly, un poco más resuelta con sus pensamientos.
La oscuridad fue apagada de sus ojos, volteando a ver a todos con una sonriente mirada.
--Vida entonces --Dijo--, pero será ganada con sangre ¡Todos, escuchen mis palabras porque no volveré a repetirlas! Su ex comandante se sacrificó por ustedes, ha prometido servir bajo mi mando para permitirles vivir --Mujina, Fira y Kaly observaron de inmediato a su señor con la confusión pintada en sus rostros, pues no entendían tal cambio de situación. Los murmullos por parte de los vencidos no se hicieron esperar, mucho de ellos hasta pidieron perdón a los Dioses por haber pensado mal de su santa comandante, prometiéndose no volver a desconfiar de ella-- y, siento que un buen agradecimiento por parte de ustedes sería ser obedientes, porque actuar de forma revoltosa solo conducirá a sus muertes y, la de ella --La seriedad de sus palabras quedó clavada en sus corazones, con la advertencia de que cumpliría sin remordimientos tal declaración--. Sus vidas del día de hoy han sido aseguradas, pero sus comidas, vestimentas y techos donde dormir no. Si es que desean que eso cambie, pediré una retribución... De rodillas --Ordenó con la combinación de su habilidad [Grito de guerra]. La mayoría de los vencidos comenzó a colocarse en posición servil, doblegados y sin orgullo--. Yo no los obligué a atacarme, quiero que lo recuerden.
Con un movimiento agradable a la vista se dio media vuelta, con la promesa para los vencidos que no pasaría mucho tiempo antes de volver a verlo. Fira y Mujina lo siguieron de inmediato, solo Kaly se quedó momentáneamente quieta antes de imitar a sus nuevas compañeras.
--Salvé la vida de estos trescientos hombres --Dijo al mirar a la ex comandante--, si tú lealtad es verdadera, demuéstrala, usa tu inteligencia para hacer que los doscientos más dentro de la fortaleza cumplan mis órdenes. Yo no tengo tiempo para estar con estos juegos.
--Sí, mi señor. --Bajó la cabeza en reverencia.
--Ve con ella, Fira, serás mis ojos en este asunto.
--Sí, señor Orion. --Respondió, mientras miraba con gelidez a la ex comandante.
Orion asintió, antes de despedirse de las dos damas para adentrarse a su palacio. Su sonrisa fue inmediata al abrir por completo la pantalla de su interfaz, deslizando su dedo para llevarlo al panel recién desbloqueado: Avances.
Paragraph comment
Paragraph comment feature is now on the Web! Move mouse over any paragraph and click the icon to add your comment.
Also, you can always turn it off/on in Settings.
GOT IT