La lluvia era intensa, los cielos resplandecían y los árboles se inclinaban en ángulos imposibles, era un clima aterrador, demasiado como para tener que salir fuera. Sin embargo, en un sendero de tierra, ahora convertido en lodo, una pareja de dos, cabalgando en un caballo se acercaban a las puertas de una pequeña ciudad amurallada, donde en esos adentros se escondían los más privilegiados de la zona. Se detuvieron a dos pasos de la entrada, el joven bajó del caballo de un salto, acercándose para golpear la gran puerta de madera.
--¡Abran! --Gritó, desesperado y cansado por el viaje, estaba hambriento, pero más que eso, impaciente. Volteó la mirada, observando a la dama encima del lomo del caballo, temblando de frío--. ¡Abran por el amor de los Dioses! --Volvió a golpear con fuerza, dejando derramar un par de lágrimas que no se lograron apreciar por la fuerte lluvia.
Se dejó caer de rodillas, golpeando la puerta con menor fuerza, gritando en un susurro, bajo y apagado. La dama en el caballo observó a su hermano, sintiendo un dolor indescriptible en su pecho, al igual que él, estaba cansada, desesperada y rota.
Las puertas se abrieron con lentitud, dejando observar a un soldado alto, cubierto con un atuendo propio para evitar la lluvia, él observó a los dos individuos, sintiendo una ligera curiosidad por la situación en la que se encontraban. El joven abrió su mano, dejando notar un medallón circular plateado, con un emblema en su centro, objeto que también le había servido para golpear la puerta. El soldado reconoció el símbolo de la Academia de Magia, por lo que inmediatamente los dejó entrar.
Después de ser recibidos en las oficinas de Seguridad y Defensa y, ser interrogados sin hostilidad, les permitieron continuar con el objetivo de su misión: hablar con la cabeza de la familia Lettman, también conocida cómo la <<Falsa Emperatriz>>.
∆∆∆
El sol estaba en su máximo esplendor, brindándoles calor a los mortales. El viento era fresco, haciendo bailar las ramas de los árboles y, refrescando a los acalorados.
--Señor, sus nuevos subordinados piden un descanso. --Pasó la información sin un cambio en su expresión.
El joven se acomodó los almohadones, rascándose una de las nalgas, aprovechando que su mano se encontraba cerca. Estaba relajado y, aunque no estaba muy cómodo, apreciaba no tener que viajar todo el tiempo en el lomo del caballo.
--Diles que esperen, ya estamos cerca. --Dijo.
Fira asintió, acatando la orden y, con un movimiento hábil ordenó al caballo negro dar media vuelta, acercándose a las decenas de hombres y mujeres que los seguían. Estaban cansados, pero felices, pues después de mucho tiempo, lo prometido había regresado y, si eran leales y trabajadores, la maldición sería levantada y, su sangre por fin podría despertar nuevamente, regresando a ser esa raza que muchas tribus temieron en el pasado.
Mientras sus nuevos súbditos caminaban, él analizaba lo nuevo de su interfaz, lo había olvidado por completo por las historias del pasado que el padre de Yerena le había contado y, por tener que supervisar todo para el nuevo traslado a sus nuevos hogares, por lo que ahora, al tener tiempo libre, hizo por revisar lo importante. Lo primero que miró fue lo de los trabajos, principalmente sobre el único que había desbloqueado, notando que estaba en el primer escalafón de muchas ramificaciones.
|Gobernante -Señor- Nivel bajo|
El cielo te ha bendecido con la oportunidad de darle un nuevo amanecer a tu gente.
-Aumento del 5% en la velocidad del estudio de tecnologías.
-Aumento del 5% en la velocidad de construcción.
-Tienes 5% de probabilidad de reclutar a un héroe.
-Tus tropas gozarán de un aumento en su nivel cuando estés cerca.
-Hay una menor probabilidad de insubordinación.
-Los títulos que les otorgues a tus súbditos tendrán una mejora en sus estadísticas y atributos. (Hay títulos que no pueden duplicarse).
(Puedes ver todas las funciones cuando hayas marcado un punto seguro en tu territorio)
Lo leyó todo con una expresión de clara confusión, pues no entendía eso de porcentajes, o la velocidad de construcción y, mucho menos sobre la probabilidad de reclutar un héroe. Continuó con lo de la mejora, notando que podía decidir entre darle un impulso a sus genes, a su cuerpo, o modificar por completo su raza. Leyó cada especificación, entendiendo menos de la mitad de lo escrito, si lo ponía en sus palabras, la primera mejora estaba dirigida para un mago, la segunda para un guerrero y, la tercera, bueno, la tercera era un campo desconocido para él, por lo que prefirió posponer la elección para el futuro.
--Bien, descubramos que nos tiene preparado está cosa. --Sonrió ligeramente impaciente, quedaba de más decir que observar que nuevas habilidades había desbloqueado y, cuáles podía adquirir era lo que más le quitaba el sueño.
Abrió el panel de las habilidades, tocando donde decía "Desbloqueadas" y, sin pensarlo mucho comenzó a leer.
[Hechizo simultáneo]: Porque has buscado donde nadie se ha atrevido.
-La velocidad al conjurar es el doble de rápido.
-Puedes conjurar dos hechizos de cualquier tipo al mismo tiempo.
×Costo: 70 puntos de prestigio×
*Se necesita subir de nivel la habilidad para descubrir las otras ventajas*
Se sintió tentado, pero se dio cuenta de que en este mundo no tenía su habilidad [Cambio de clase], por lo que le era imposible ocupar magia y, no entendía los mecanismos, ni las enseñanzas básicas del funcionamiento de los hechizos, teniendo que guardarla para otro momento.
[Aliento ígneo]: Porque la avaricia es propia de esos reptiles escupe fuego, al menos has conseguido su habilidad.
-Al ser activada permite lanzar una furiosa ráfaga ígnea por la boca, destructora e imposible de detener por medios comunes.
-Se puede compactar en un proyectil esférico, aunque consumirá más energía y, su campo de daño será menor.
×Costo: 40 puntos de prestigio×
*Se necesita subir de nivel la habilidad para descubrir las otras ventajas*
Habilidad pasiva [Amo de la espada]: Ser uno con la espada es cosa de niños, eres un maestro y, como tal, tú serás quien la domine.
-Tu agilidad, percepción y fuerza es mayor cuando tienes en tus manos una espada.
-Tus habilidades que conlleven el uso de una espada serán tres veces más efectivas.
-El costo de energía al activar habilidades de espada es reducido a la mitad.
×Costo: 700 puntos de prestigio×
Al leer el nombre de la habilidad sintió una alegría indescifrable, pues era una de las habilidades que lo habían acompañado en el laberinto y, sintió que fuera cual fuera el costo la conseguiría, sin embargo, parecía que su pensamiento había sido muy optimista al ver la enorme cantidad de puntos necesarios, pero no sé sintió mal, sino todo lo contrario, estaba motivado en conseguir más puntos de prestigio, debía obtener esa habilidad, así fuera lo último que hiciera.
[Fabricante]: Los oficios son los trabajos más honestos que existen, claro, si quieres ser pobre.
-Puedes fabricar armas y armaduras, entregándoles atributos especiales. (Todo dependerá de tu nivel de habilidad y los materiales que ocupes)
-Puedes reparar equipo ya fabricado y, darle mejoras.
×Costo: 120 puntos de prestigio×
*Se necesita subir de nivel la habilidad para descubrir las otras ventajas*
Habilidad pasiva [General]: Los reyes son los únicos bastardos que tienen el valor de iniciar una guerra que nunca pelearán en el campo de batalla.
-Tu presencia hace que el daño de tus tropas se duplique, el cansancio sea menor y, que la moral no disminuya tan rápidamente.
-Ganarás el doble de prestigio con cada batalla en las que tus tropas salgan victoriosas.
×Costo: 400 puntos de prestigio×
*Se necesita subir de nivel la habilidad para descubrir las otras ventajas*
Estaba satisfecho con las nuevas habilidades, aunque las mejores no las pudiera adquirir por el momento. Meditó por un buen tiempo cuál escoger, decidiéndose al final por: [Grito de guerra] y [Fabricante], sobrándole 20 puntos de prestigio.
--Señor, hemos llegado.
La dulce voz de Fira lo despertó de su sueño con los ojos abiertos, observando que efectivamente, estaban llegando nuevamente al pueblo donde comenzaría a dirigir su nuevo imperio.
Las puertas de la fortaleza se abrieron para darle la bienvenida a su nuevo señor, los que habían tenido la oportunidad de recibir el aumento de estadísticas al aceptar el vínculo de amo/sirviente saludaron con mucho entusiasmo, no sabían porque, o de donde florecía su lealtad, pero ahora sentían al joven más digno de sus respetos y servicios.
--Señor, es un gusto verlo de nuevo. --Dijo Astra desde el fondo de su corazón.
El joven bajó de la carreta, estirando un poco para recuperar la sensibilidad de algunas partes de su cuerpo.
--A mí también me alegra verte --Observó los alrededores, notando los cambios en las defensas, así como en las posturas de algunos de los soldados--, pero me alegra más saber que has hecho lo que te pedí.
--Agradezco el cumplido, señor.
--Este viaje me ha abierto un poco los ojos y, creo que me he equivocado al hacerte general. Se nota que no tienes lo que se necesita para cumplir con ese papel. --Dijo con un tono tranquilo.
Astra sintió como si su corazón fuera acuchillado centenas de veces, se había esforzado demasiado en cumplir con las órdenes de su señor, por lo que, no esperaba que después de un gran cumplido viniera semejante noticia, era como decían, ser elevado al cielo para luego ser despedido al suelo.
--Si he hecho algo mal, por favor discúlpeme.
--No, por el contrario, lo has hecho estupendamente, quién lo ha hecho mal he sido yo y, por ello te daré otro título más conveniente --Pensó por un momento, había leído los títulos que podía otorgar, así como los beneficios de cada uno, por lo que debía elegir el adecuado para su más leal sirviente--. Ahora serás... ministro de asuntos internos y externos. --Dijo con una sonrisa al encontrar el título adecuado.
Astra no sabía si festejar, o sentirse mal, pues no conocía ese extraño título, ni la composición de las palabras de esa última oración, sin embargo, su vacilación duró menos de unos segundos, regresando a la normalidad después de sentir su mente cambiar, mirando con extrañeza a su señor.
~•~•
- Nombre: Astra.
- Edad: 17 ernas (años)
- Estatus: Subordinado de [ ]
- Sangre: Sin despertar.
- Potencial: Dotado.
- Título: Ministro de asuntos internos y externos.
- Lealtad: Máxima.
- Habilidad especial: Voz de mando.
~•~•
Después de inspeccionar sus nuevas características, se percató que no solo su potencial había sufrido una pequeña mejora, sino que también había ganado una habilidad especial y, eso le alegraba mucho.
*Has otorgado tu primer título como gobernante*
*Has ganado cincuenta puntos de prestigio*
Había otra razón para sonreír, pues parecía que otorgar títulos había llegado con premio doble.
--Señor, disculpe que lo diga, pero me siento diferente, no más fuerte, sino --Se observó sus manos, luego miró al cielo, para al último volver a observar a su señor--, más despierto, con mis sentidos mejorados.
--Es un regalo. --Fue lo único que dijo, pues no quería revelar mucho sobre sus desafiadoras habilidades y, aunque lo hiciera, dudaba que lo entendiera, pues ni el mismo sabía si podía darse a entender.
Astra asintió con una sonrisa en su cara, parecía que después de todo si había malinterpretado a su señor, sintiéndose un poco tonto por haber dudado de él. Por un momento recordó algo que había pasado por alto, volviendo su mirada al joven.
--Señor ¿Quiénes son esas personas?
El joven volteó, recordando a sus nuevos subordinados.
--Ellos son mis nuevos súbditos. Ahora ve a saludar a tu hermana, sé que te mueres por hacerlo y, cuando termines, búscame en una de las salas del castillo, porque tengo una nueva tarea para ti, propia de tu nuevo título.
--Sí señor.
El joven se retiró de la mirada de todos, dirigiéndose a un lugar tranquilo y cómodo para descansar.
∆∆∆
Fue en la noche, cuando después de un sueño reparador despertó. Notando a Astra frente a él, sentado en un sofá, concentrado leyendo un libro de tapa gruesa.
--¿Qué tan tarde es? --Preguntó luego de un bostezo.
Astra bajó el libro con calma, se puso de pie y, observó a su señor.
--Ya todos se encuentran dormidos, señor.
El joven levantó el torso, sentándose en el sillón y, jugando con la ayuda de su mano su cara, tratando de despertar por completo, luego miró a Astra con el ceño fruncido.
--¿Y tú porque sigues despierto? No era necesario que esperaras a que despertara.
--Usted dijo que viniera luego de saludar a mi hermana y, así lo he hecho, señor.
--Eres un buen subordinado, Astra.
--Gracias, señor.
--Te daré tu nueva tarea para que puedas descansar --Estiró un poco el cuerpo--. Quiero que ayudes a los islos a asentarse en el pueblo y, después de que lo hayas hecho, tráeme a cinco voluntarios y, si nadie quiere venir, elige tú a los cinco.
--Sí señor. --Asintió, sin tener problemas por la encomienda.
--Ahora ve a descansar. --Ordenó.
--Sí señor.
Astra obedeció, retirándose de la presencia de su joven señor, quién se quedó ahí, sentado, meditando con los ojos abiertos.
∆∆∆
En una sala subterránea, alejada de todo, donde ni un solo gritó podía salir, un joven se encontraba de pie y, frente a él se encontraban cinco individuos, con edades diversas, al igual que el género.
--Admiro la valentía que han tenido para venir como voluntarios, aún sin saber lo que tengo preparado para cada uno de ustedes y, por ello, seré franco, experimentaré la manera de lograr despertar su sangre nuevamente.
Los cinco individuos sonrieron inmediatamente, aun cuando el joven tenía una expresión de locura.
--No parecen muy asustados. --Dijo, observando a cada uno de los rostros presentes.
--Por favor, Trela D'icaya, no me malinterprete, pero que nos levanten la maldición de nuestra sangre es todo lo que hemos querido desde hace generaciones --Quién tomó la palabra no fue otro más que el padre de Yerena-- y, como se lo dije en su aldea, nuestras vidas le pertenecen, puede hacer con ellas lo que desee. --Aunque decía eso, no le permitió a su hija venir de voluntaria, pues no había estado dispuesto a perderla si algo salía mal.
--Es bueno que piensen así, porque necesitaran mucha fortaleza mental para lo que les haré.
Aún no había probado hasta donde podía llegar su habilidad [Instruir], ni las consecuencias que podía causar al ser ocupada varias veces en un solo individuo, por lo que agradeció que los voluntarios estuvieran listos para la muerte, aunque fuera una ilusión de valentía para no ser tachados de cobardes.
--Tú serás el primero. --Señaló a un hombre maduro, robusto y de cabello largo.
El hombre asintió, colocándose de pie para acercarse al joven.
--A sus servicios, Trela D'icaya.
Sin pensarlo dos veces le colocó la mano en la frente, activando su habilidad. Un extraño viento que provenía de alguna parte los envolvió y, cuando desapareció, el hombre se encontraba de rodillas, respirando con pesadez, había sentido como si toda su vida hubiera estado cargando pesadas cadenas y, ahora, de repente, aquellas cadenas parecían haber desaparecido. El joven aprovechó el estado del hombre para revisar sus características, encontrando algo fastidioso que su sangre aún siguiera bloqueada. Sin pensarlo nuevamente volvió a llevar su mano a la frente del hombre, activando otra vez su habilidad. La misma escena del viento ocurrió y, cuando todo terminó, la persona arrodillada gritó con fuerza, su cuerpo pareció cuartearse, sus pupilas cambiaron y, aunque los presentes lo notaron, fue solo por un momento, pues cayó al suelo, muerto, parecía que el estrés que su corazón había sufrido había sido demasiado, sucumbiendo al frío toque de la muerte.
--¿Lo vieron? --Preguntó una dama con una sonrisa de lunática, los presentes asintieron, imitando su expresión.
--El siguiente. --Dijo el joven sin un cambio en su expresión.
Para su sorpresa, los cuartos individuos restantes se colocaron de pie, estando dispuestos al ser el siguiente.
--Tú. --Dijo, apuntando a una mujer adulta, de grandes caderas y cabello rojo.
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