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4.16% El diario de un Tirano / Chapter 7: Locura y estrategia

Chapter 7: Locura y estrategia

  Al encontrarse a pasos del umbral de la sala de investigación, extrajo de su inventario un espada bastarda, junto con un escudo circular hecho de madera. Cambió su ropa de lino por una túnica con propiedades mágicas, reforzando la defensa en ataques mentales y elementales.

  --¡He vuelto! --Gritó al pararse en el umbral, mirando con frialdad los alrededores.

Sentado, a unos veinte pasos del joven de la espada se encontraba un esqueleto de túnica oscura, mirando sin expresión alguna en su rostro huesudo, aunque si uno era experto en interpretar expresiones de los no-muertos, podría asegurar que ese ser sentado estaba experimentado la sorpresa y el desconcierto.

*Zaar.

El sonido emitido del ser infernal fue pesado y lúgubre, compuesto por lo más oscuro de la existencia. Extendió el brazo, tocando la nada y, ahí, en el aire quieto extrajo una pequeña vara de madera negra. Sus cavidades desprendieron la sensación gélida de un témpano de hielo, mientras que con una calma que forzaba la impaciencia se colocó de pie.

  --¡Vamos huesos, demuéstrame de lo que eres capaz! --Gritó.

Forzó sus piernas y, con un fuerte impulsó saltó hacia adelante, cubriendo la parte superior de su cuerpo con su escudo circular. La vara de madera concentró una gran cantidad de energía mágica, una que se convirtió en un rayo negro, que impactó en el escudo de madera, destrozándolo en mil pedazos. Al ser desprovisto de un arma defensiva tomó con sus dos manos la empuñadura de su espada, activando al instante una poderosa habilidad.

[Cuchilla Llameante].

La estela punzocortante se acercó a una velocidad monstruosa a la silueta del individuo cadavérico, pero antes de siquiera tocar su túnica, la estela desapareció sin dejar rastro.

*Geer.

Hizo otro sonido, similar al anterior, pero este iba especialmente dirigido a su mente, como un ataque certero y feroz. Sonrió al notar que la táctica del enemigo ya no era tan eficaz como antes, pero antes de darse cuenta, su espalda estaba empapada de sudor.

  --¿Qué?... --Fue su última frase, antes de caer degollado, viendo con total desconcierto al esqueleto frente a él.

∆∆∆

Después de treinta intentos fallidos, la razón de porque moría tan fácilmente lo fue frustrando, no sentía que el esqueleto fuera en realidad fuerte, solo que sus ataques inhibían por completo sus defensas, aun cuando ocupaba su habilidad [Vida arcana] que lo beneficiaba con resistencia a ataques mágicos y mentales de la índole. Había perdido algunos conjuntos preciosos que no podía recuperar porque al instante de entrar en la habitación, el esqueleto de tres ojos se levantaría para matarlo, siendo la lucha de dos minutos la que pasó más tiempo vivo.

∆∆∆

Escondido entre la espesura de la vegetación de una cueva oscura y, manteniendo una sonrisa fría y ojos agudos, el joven caminaba por un sendero tenuemente iluminado. En su mano sujetaba una maza metálica, larga y afilada en las pequeñas puntas, que goteaba al suelo con un líquido extraño color amarillento. Llegó a su destino tan pronto como llegó a una entrada curva hecha puramente de piedras preciosas, con tallados al contorno de ellas simulando sellos mágicos.

Su primera acción al llegar al umbral del extraño lugar fue gritar con fuerza y, de inmediato se acercó al centro, mirando cada uno de los rincones escondidos de la sala circular.

  --¡Sé que están aquí! ¡No sean cobardes y salgan!

A los pocos segundos, decenas de esqueletos salieron, acompañados por un individuo enorme vestido con una armadura negra, su rostro era cadavérico, sin emoción, pero en sus dos orbes que ven el mundo se escondía un miedo indescifrable, no entendía porque había vuelto, ni el, ni sus tropas.

  --¡Vengan!

Tiró su arma al suelo, cosa que provocó aún más miedo en los esqueletos.

  --¡Qué vengan, malditos sacos de huesos!

El alto individuo de la armadura hizo aparecer una espada hecha puramente de huesos, salida de la propia superficie rocosa, no estaba muy motivado de enfrentar nuevamente al sujeto del centro de la sala, lo había hecho hace ya bastantes años y, aun cuando las primeras veces lo mató, al poco tiempo regresaba, mucho más capaz y certero, algo que provocó una indescifrable emoción en su ser no-muerto, ya que pensaba que el y sus súbditos eran los únicos inmortales.

Al ver qué el primer dispuesto se acercaba, su sonrisa desapareció de su rostro, volviendo su expresión tan gélida como un témpano de hielo. El alto esqueleto de armadura se precipitó hacia él sujetando su espada de huesos con ambas manos. Evadió hábilmente, golpeando con su puño desnudo el cráneo de su enemigo, bajó el cuerpo para hacer un movimiento de media luna con su pierna, tirando al esqueleto, se acercó tan rápido como un relámpago, dando un pisotón al suelo y fracturando la cabeza del esqueleto, presionó aún más y, al no poder aguantar su poderío, la cabeza del alto individuo de la armadura flaqueó, rompiéndose en mil pedazos.

  --Demasiado débil. --Observó a las decenas de esqueletos no-muertos, mirándolos como un cazador observa a sus presas.

Todos los presentes miraron con furia al sujeto del centro de la sala, precipitándose hacía él con sus armas, siendo los arqueros y magos los únicos que se quedaron en la lejanía.

Solo le bastó de dos minutos para deshacerse de todos los desgraciados que se precipitaron hacia él con la valentía de un ignorante. Emprendió la marcha, deshaciéndose de los arqueros, pero tan pronto en como llegó a los magos se detuvo, sonriendo fríamente.

  --¡Mátenme con sus luces! --Les gritó y, no necesitó otro grito similar para hacer que los individuos atacaran. 

Todos fueron hechizos compuestos por energía oscura, siendo diversos en la forma en como eran lanzados, algunos conjuraron lanzas, otros espadas, bolas, relámpagos, en fin, pero todos ellos impactaron en su cuerpo, provocando demasiadas heridas mortales. Sonrió, dejando salir de sus comisuras dos líneas rojas. Cayó de rodillas, tosiendo con fuerza y decorando la superficie con su sangre.

  --Vol...veré...

Su cuerpo no aguantó, falleciendo al caer al suelo.

∆∆∆

Apareció en una llanura oscura, rápidamente activó la habilidad de su maza, desapareciendo del lugar.

Su silueta apareció en la sala circular que había estado repleta de esqueletos, pero que ahora estaba compuesta por huesos decorando gran parte de la superficie, observó su maza y la recogió, sabía que no podía hacer uso de esa habilidad al menos por unos cuantos días. Sacó de su inventario un par de cuerdas negras, colocándolas en su hombro como si fueran lazos y, antes de cerrar la pantalla frente a él, sacó un martillo de color rojo, que brillaba tenuemente con la oscuridad.

  --¡He vuelto! --Gritó.

Al igual que la anterior vez, solo tardaron unos pocos segundos para que los esqueletos sobrevivientes salieran a la tenue luz azulada, sus cuerpos temblaron al observar la sonrisa del individuo del martillo, entendiendo que nada bueno les esperaba. Se lanzó como un rayo, impactando con su arma la cabeza de la primera víctima, quién no había entendido la situación.

Los esqueletos inmediatamente comenzaron a conjurar sus hechizos, pero distinto a la primera vez, ahora los esquivó, contratacando con su martillo y deshaciéndose del 80% de los no-muertos, quedando solo dos aterradas criaturas cadavéricas. Sujetó las cuerdas y los amarró, impidiendo que pudieran hacer un solo movimiento, agarró sus mandíbulas y se las dislocó, una manera para evitar que lanzarán hechizos.

--Son mi única esperanza.

Al terminar su frase comenzó a experimentar en sus cuerpos, quería saber de sus puntos débiles, aun si debía quedarse unos años más dentro del terrible laberinto lo haría, pero primero quería saber cómo exterminar a ese maldito mago de la sala de investigación. Después de cinco días, los esqueletos guerreros y arqueros, así como el alto esqueleto de la armadura se levantaron una vez más, completamente intactos, como si nunca hubieran sido mutilados. El individuo del martillo, quién ya conocía de aquella habilidad se levantó, destruyendo con rapidez a los que recientemente se habían levantado y, al acabar con su masacre volvió a su investigación.

Justo cuando su maza recuperó su habilidad única esperó a que los magos volvieran a revivir, dejándose matar por sus hechizos. Después de cinco meses, recibió la inesperada y anhelada habilidad [Resistencia: energía oscura] y, con otros dos meses, su investigación llegó a su fin.

  --Ahora sí, maldito esqueleto --Sonrió con frialdad--. Tu muerte ha llegado.


Chapter 8: Lucha frenética

  Se detuvo a dos metros de la entrada de la sala de investigación, respiró profundo, activando una de las habilidades que pocas veces había necesitado ocupar.

[Cambio de clase]

Los músculos de su cuerpo se desinflaron, su mirada se volvió solemne, las estadísticas destinadas al combate recuperaron sus números originales, mientras la "sabiduría" y "inteligencia" sufrían una gran mejora.

  [Lengua Rápida]

               +

  [Amigo Elemental]

               +

  [Vida Arcana]

               +

  [Cuerpo Maldito]

Sintió la potente energía mágica desbordarse de su cuerpo, como la inundación del océano en un pequeño lago. Al sentir que estaba listo comenzó a caminar, cruzando el umbral de la sala de investigación. En el instante que se encontró con la mirada del esqueleto desencadenó tres hechizos consecutivos que ya había tenido preparados momentos antes de adentrarse a la sala. Un relámpago blanco-azulado, una bola de fuego y, una lanza de hielo fueron lanzados, cada uno de ellos acertando en su objetivo, algo que causó una pequeña cortina de vapor, que fue extinguida un segundo después. El esqueleto se levantó, pero no contratacó de inmediato, en lugar de eso observó la situación, como si estuviera estudiando al individuo de cabellos desordenados.  Volvió a conjurar otra ronda de hechizos, había investigado a los no-muertos por mucho tiempo, encontrándose con que los elementos: relámpago, hielo y fuego era los más eficaces para hacerles daño. La vara del esqueleto se presentó en escena, liberando de ella una atmósfera negra asfixiante. El individuo de carne pudo sentir la opresión causada por esa energía oscura, pero en lugar de sentirse asustado, mostró una sonrisa fría, podía darse cuenta de que su habilidad pasiva de resistencia estaba haciendo efecto, provocando que el daño fuera menor a lo esperado. Su rango de percepción mágica lo despertó de su momento de arrogancia, notando que algo se acercaba a gran velocidad, con destino a su garganta. Rápidamente llevó su mano derecha a cubrir su cuello, protegiéndolo con su energía mágica. La cosa extraña que se acercó cortó gran parte de su brazo, pero fue todo y, aunque la escena fue terrible, el individuo de cabellos desordenados no mostró ni un ápice de emoción. Lanzó un hechizo de recuperación, forzando a qué la herida detuviera el sangrado y se cerrara un par de centímetros.

  --No más. --Dijo con un tono lúgubre.

*Geer.

Ambos se miraron, sin emoción en sus rostros, pero mostrando todas sus intenciones en sus orbes que ven el mundo. Hablaron en idiomas distintos, pero con la misma finalidad: conjurar hechizos.

Luces, explosiones, objetos volando... la sala era una completa locura, ambos individuos habían sufrido grandes consecuencias, pero ninguno de ellos mostró ni el más mínimo índice de querer rendirse. Con la respiración irregular volvió a conjurar, levantando su brazo izquierdo como conductor de la energía volátil que estaba a punto de materializarse. El esqueleto quiso conjurar, pero al momento de comenzar a extraer la energía de sus alrededores, notó que su vínculo se había roto, algo que lo desconcertó, entrando en un pánico de ignorancia.

  --Jajaja, parece que lo logré. --Dijo al notar la situación y, aunque no había expresión en el esqueleto, después de haber pasado algo de tiempo con esos no-muertos comprendió un poco sus emociones, entendiendo un poco lo que ahora estaba sintiendo su enemigo.

Desactivó su hechizo y, comenzó a caminar hacía su oponente, aquel que sin saber lo había sumido en una completa frustración.

[Cambio de clase]

  --La muerte por un hechizo es dolorosa, pero por un arma contundente lo es más --Apareció en su mano una maza de dos manos--. No lo hubiera sabido sino fuera por tus similares.

Hizo una media luna con su arma, golpeando las costillas del esqueleto, quién cayó al suelo, sin dolor, pero con el desconcierto dibujado en sus tres pequeñas esferas rojas.

  --Puto esqueleto ¿Creíste que no me vengaría? --Dejó caer el mazo en una de sus piernas, rompiéndola en varios pedazos-- ¿Creíste que era demasiado débil? --Hizo una mueca de cansancio, dejando caer la maza en el vientre de su enemigo al no poder soportar su peso. Limpió sus comisuras con su antebrazo izquierdo y, de inmediato agarró nuevamente el mango del arma, forzándose a levantarlo, pero por más que lo intentó no pudo--... Quise --Dejó de intentarlo, mirando con odio al caído esqueleto--... quiero hacerte sufrir... así que tendrás que esperar...

Abrió su inventario, extrayendo una fruta dorada, sin dudar un solo instante la llevó a su boca, mordiendo un gran pedazo, solo bastó de unos pocos segundos para que su cansancio se esfumara, a la segunda mordida sus heridas sanaron, a la tercera recuperó la vitalidad de su cuerpo y, al terminar su cuerpo volvió a su mejor estado.

  --Ventajas de tener amigos. --Dijo con una sonrisa que tenía muchos significados.

Al dar un paso al frente el esqueleto levantó ambos brazos y, aunque podría significar muchas cosas, el individuo de los cabellos desordenados lo interpretó como la aceptación de su derrota, provocando una sonrisa en su rostro.

  --¿Clemencia? --Sujetó la maza, levantándola y en el mismo movimiento la colocó en su hombro-- ¿Cuántas veces me mataste? --Sabía que esa cadavérica criatura no entendía su idioma, pero estaba frustrado, su ira contenida por fin podía desbordarse, no estando dispuesto a volver a tragarse sus emociones--. Dime ¡¿Cuántas?! --Hizo girar la maza y, con un brutal movimiento hacia abajo destruyó el cráneo de su enemigo, no quería matarlo demasiado rápido, pero parecía que sus emociones habían ganado por primera vez en mucho tiempo.

El susurro de lo desconocido fue escuchado de inmediato en su cabeza, recibiendo la noticia de que había ganado dos nuevas habilidades y, que después de leer sus descripciones podía darse cuenta de lo maravilloso que eran.  Y no solo eso, el esqueleto había dejado tres artículos como regalos: una túnica con propiedades mágicas, un anillo de oro también con propiedades mágicas y, su vara negra.

  --Al menos sabes cómo recompensar. --Dijo al aire, riendo como un loco.

Después de recoger sus dos nuevas adquisiciones, fue a por las diversas bolsas de cuero tiradas en el suelo, las cuales contenían varios de sus artículos preciados que había perdido meses antes en sus deshonrosas muertes.

Al barrer la zona con su mirada, notó una pequeña abertura en una de las esquinas de la sala, caminó hacia ella,  encontrándose con un pequeño pomo de bronce, lo movió, percatándose que no estaba cerrado, por lo que inmediatamente hizo por abrir, la pared se deslizó hacia afuera, apreciando el hermoso pasillo ceremonialmente iluminado y, decorado con una hermosa alfombra roja que daba a una enorme puerta negra en la lejanía, que aunque estaba muy lejos se podía sentir su imponencia. Su cuerpo vibró internamente, algo le decía que había llegado al final del camino y, aunque eso le resultaba demasiado risible por su larga estadía dentro del laberinto, no podía evitar sentir también emoción por ver qué era lo que le esperaba y, con un cúmulo de sentimientos dentro de su corazón, comenzó a caminar.

Después de cientos de pasos se encontró enfrente de la enorme puerta, que fácilmente podía medir cincuenta metros, con tallados que describían la flora, fauna y diversidad de criaturas que habitaban en el laberinto, algunas peleando, otras en calma y, aún después de estudiarla por varios minutos no pudo encontrarse él, algo que lo decepcionó, sintiéndose como un hijo no deseado, pero aquella emoción no duró demasiado, llevó su mano a tocar la superficie de la puerta, empujándola con todas sus fuerzas. Se abrió por la mitad, dejándolo apreciar la tenue iluminación de sus adentros y, al notar lo que se encontraba, su cuerpo volvió a temblar, experimentado después de mucho tiempo: el miedo.


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