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1.77% El diario de un Tirano / Chapter 3: Tiempo de aprendizaje

Chapter 3: Tiempo de aprendizaje

  Se acercó a la orilla del precipicio, observando el eterno y profundo abismo, dio un paso más, la tierra se deslizó hacia abajo, mientras él miraba sin intenciones de irse.

  --Tal vez algún día. --Dijo después de un momento de silencio, retirándose y volviendo a su camino.

Cruzó el puente con calma, observando la rocosa superficie con la que estaba construido. Se detuvo justo a dos pasos del inicio de los escalones, mirando el camino de hierba alta que decoraban las blancas paredes. Sus ojos fueron guiados a la enorme puerta, sintiéndose pequeño y débil. Bufó como una bestia, activó la pantalla de sus habilidades y estadísticas, observando y creando un plan para su próxima contienda.

  --La muerte será inevitable --Retiró la armadura de su cuerpo, enviándola a su inventario y extrayendo una nueva, con estadísticas menores, pero con atributos destinados a la resistencia mágica. Guardó su espada, sacando una alabarda de hoja negra--, no puedo perder mi mejor equipo, pero --Sonrió-- eso no significa que me dejaré matar.

Levantó la planta de su pie, subiendo el primer escalón, luego el segundo y, así hasta llegar al vigésimo. Llevó su palma derecha a abrir la inmensa puerta, empujando con todas sus fuerzas, rechinó, haciendo un sonido de pesadez. 

El interior era inmenso, oscuro y lúgubre, con una poderosa intención de muerte en cada rincón del castillo. Abrió una vez más su inventario, sacando un cristal azul que al momento de decir un par de palabras se iluminó y, aunque la luz que brindaba no era mucha, al menos le permitía caminar con mejor prevención. Barrió con su mirada los alrededores, en busca de algún enemigo, sin embargo, o la luz era muy poca, o en realidad el recinto estaba vacío, pues no lograba percibir nada. Bajó los diez escalones, adentrándose aún más en la oscuridad.

  --Esto es extraño. --Se dijo.

Continuó avanzado, pero justo cuando iba a dar el décimo paso, el sonido de algo fracturarse llegó a sus oídos y, al instante el sentimiento de que algo malo se aproximaba se hizo presente en su mente y corazón. El suelo desapareció, siendo las cuchillas en el fondo del foso lo único que su cristal pudo iluminar antes de morir empalado.

  --¡¡Mierdaaa!! --Gritó al aparecer en la pequeña habitación.

∆∆∆

Al siguiente día lo intentó una vez más, apareciendo al principio del puente, solo que ahora, al conocer que no se encontraba ningún enemigo y, lo único que debía soportar eran trampas, prefirió ir vestido con nada más que ropa sin atributos. Entró al castillo y bajó los diez escalones, alumbró su sendero gracias a otro cristal similar al anteriormente perdido. Pasó por el lugar de su muerte, observando el oscuro precipicio. Volvió a escuchar el crujir en la superficie, lo que provocó que inmediatamente rodará por el suelo, intentando evadir lo que se aproximaba y, al notar que nada había sucedido, se tranquilizó, sin embargo, repentinamente sintió como sus plantas del pie se quedaban sin punto de agarré y, con suma frustración gritó, cayendo una vez más a su muerte.

  --¡¡Maldición!!

∆∆∆

Pasó cerca de dos meses en poder mapear todas las trampas de la sala principal, encontrando el camino correcto después de varios intentos desafortunados. Estaba harto de morir, no porque eso representara dolor y frustración, sino porque volvía a ese lugar de pesadilla: su habitación, el único sitio donde más odiaba estar.

Llegó ante una entrada arqueada, repleta de pilares cristalinos, con entradas distribuidas en varios puntos de las largas paredes paralelas. Tenía la premonición de que al abrirlas algo malo iba a pasar, por lo que inmediatamente creo un punto seguro, no queriendo volver a cruzar nuevamente por la zona de las trampas, aun cuando conociera el camino correcto.

  --Solo tengo un punto seguro más, solo uno y perderé la transportación inmediata al bosque de mis buenos amigos árboles. --Mordió su labio con fuerza, provocando que sangrara, podía considerarse alguien desinteresado, sin embargo, la compañía de esos maravillosos seres le habían permitido conservar parte de su esencia más profunda y, no estaba dispuesto a perderlos.

Gruñó y comenzó a caminar. Abrió la primera puerta, entrando a una habitación iluminada por antorchas largas, donde lo único que se escuchaba era el eco de las gotas al caer al suelo. Se sintió renuente a abrir su inventario para sacar un objeto ofensivo, temiendo perderlo en otra trampa. No se adentró, prefirió esperar, pero al paso de los minutos y no observar ni sentir nada, decidió por volver al pasillo. Su cuerpo chocó contra algo sólido, alto y robusto, levantó la mirada, encontrándose con el rostro cadavérico de un caballero oscuro. Antes de siquiera poder pronunciar una palabra, su cuerpo ya había caído al suelo al haber perdido la parte superior de su cuello.

∆∆∆

Apareció en el umbral de la entrada arqueada una vez más, abriendo sin duda alguna su inventario y, equipándose con su apreciada espada de dos manos y, una armadura con atributos altos en la resistencia contra golpes contundentes y cortes por armas filosas. 

  --Ahora verás maldito esqueleto.

Fue de inmediato a la puerta donde antes había muerto, encontrándose con la misma escena anterior, solo que, con la diferencia de que en el lugar donde debía estar su cuerpo inerte por su anterior muerte, se encontraba una pequeña bolsa de cuero. No la recogió, ya conocía su interior, sabía que dentro de ella estaba su vestimenta sencilla que había tenido antes de morir.

  --¡Muéstrate! --Gritó con ira.

El frío viento de la muerte acarició los pómulos de su rostro, como una dulce amante antes de besar los labios de su enamorado. El individuo de la espada no hizo nada, ni siquiera cambió su expresión, solo tenía algo en mente y, eso era acabar con el esqueleto que lo había matado.

Esquivó repentinamente, lanzando su cabeza hacia un lado. Un objeto puntiagudo se clavó en la dura pared, creando un pequeño cráter. El individuo de la espada respiró profundo y, con la agresividad de un rayo gritó, activando una de sus habilidades favoritas. Al instante detectó el cuerpo de su enemigo, mientras sus estadísticas tenían un aumento de al menos dos veces el original. Blandió su espada y se lanzó hacia la batalla, cortando sin consideración y provocando que el lugar retumbara por sus furiosos cortes... La contienda no duró mucho tiempo y, al cabo de un par de segundos, el esqueleto de la armadura azul oscuro cayó vencido, dejando como recuerdo tres objetos: una espada bastarda, un libro y unas botas de cuero con buenas estadísticas.

El individuo de la espada guardó nuevamente su arma en la vaina después de meter sus nuevas adquisiciones en su inventario. Se dirigió a la entrada, abrió la puerta, pero antes de salir, volteó hacia atrás.

  --¿Quién dijo que soy el villano? Jaja.


Chapter 4: Tiempo de aprendizaje (2)

  Después de inspeccionar, morir y matar en más de cien habitaciones, se encontró con una intersección que daba directo a una escalinata sin fin. Respiró profundo y comenzó a avanzar, manteniendo agudos sus sentidos por si se encontraba con otra trampa. Cada diez escalones que subía provocaba que una antorcha en la distancia se encendiera, algo que causó un ligero interés. No perdió el ritmo aún después de subir cincuenta escalones, sentía que se encontraba cerca de algo, pero no sabía de qué. Abrió su inventario, extrayendo una pata de conejo cruda, la mordió, sintiendo como el hambre se aminoraba un poco y, aunque el sabor no era el mejor, si lo prefería a los otros alimentos que debía consumir para evitar morir por inanición. Al acabar lanzó el hueso al frente, el cual cayó en uno de los escalones superiores. Un enorme sello se dibujó en el suelo, lo que provocó que dejara de avanzar, observando como el hueso lanzado era pulverizado al instante. Inmediatamente guardó de vuelta su equipamiento y, al estar preparado volvió a subir, agudizando aún más sus sentidos.

Murió en los siguientes tres escalones por un hechizo de hielo. Al volver a intentarlo murió en los siguientes dos por un hechizo de tierra, siendo asfixiado por un montículo de lodo. Al volver a intentarlo fue asesinado por un hechizo de fuego. Al volver a intentarlo... Entre prueba y error memorizó que escalones poseían sellos mágicos y cuáles no, perdiendo más de medio año en esa interminable subida, pero al final de todo, logró llegar a la cima. Sonrió con enorme alegría, sintiéndose satisfecho por su éxito momentáneo.

Frente a él se extendía un enorme pasillo, ancho y largo, con grandes ventanales en las paredes que dejaban pasar una ligera luz azulada, permitiendo vislumbrar con un poco de dificultad los alrededores. La superficie del suelo estaba construida con un material liso e increíblemente resistente, uno que poseía un decorado exquisito, con símbolos extraños que se asemejaban a sellos mágicos antiguos. Su mirada barrió cada centímetro del lugar, en busca de trampas, ya que gracias a su interminable pesadilla había logrado subir de nivel su habilidad pasiva de [Detección de trampas]. No encontró nada, sintiéndose aliviado de no tener que pasar nuevamente por ese martirio.

  --Al menos es grande. --Dijo, levantando una de sus cejas.

Comenzó a caminar, no activó ninguna de sus habilidades de refuerzo, primero quería inspeccionar la zona en busca de enemigos potenciales y así crear una estrategia adecuada para evitar morir más de una vez. Sabía que moriría muchas veces en el castillo, entendiendo que debía ser inteligente para evitar que sucediera demasiadas veces.

Se detuvo en su quinto paso, su oído había captado un muy ligero bufido, miró a la izquierda, luego a la derecha, no encontrándose con absolutamente nada, sin embargo, sabía que algo estaba ahí, observándolo. Y no se equivocó, de entre las grietas de la habitación, mirada tras mirada se comenzó a vislumbrar y, con un poderoso rugido hicieron su presentación. Rápidamente abrió su inventario, extrayendo un par de dagas largas de hojas rojas y, con un movimiento de media luna atravesó el cuerpo del ser que lo había emboscado. Un gemido ahogado, acompañado de un bufido bestial sonó. Rápidamente giró su cuello para observar al emisor de aquel sonido, encontrándose con una bestia humanoide, con cabeza felina y ojos rojos, cubierto de pelo, con extremidades largas y delgadas. Extrajo su daga del pecho de la criatura, retrocediendo un par de pasos. Frente a él, dos decenas de esas criaturas se presentaron, acercándose con ferocidad.

  --Los he visto en algún lado --Entrecerró los ojos, tratando de recordar, pero su intento fue inútil--. Bah, no es importante, al final igualmente los mataré. --Tronó su lengua en su paladar y, en menos de un segundo su intención asesina floreció de su cuerpo, mostrando a un ser completamente desprovisto de misericordia.

La primera línea de las criaturas humanoides se lanzó hacia él, liberando de sus cuerpos brillos oscuros. Bloqueó, esquivó y atacó, elevando la presión de su cuerpo para intimidar a sus oponentes, funcionó, aunque solo por un instante, pero ese pequeño lapso de tiempo fue suficiente para provocar una gran herida en varias de esas criaturas. Su espalda fue rasgada con aquellas filosas garras al haber perdido momentáneamente la concentración, quitándole un inmenso pedazo de carne e influyendo un gran dolor en su cuerpo. Gimió, sintiendo un enorme ardor.

*Jejejejajajaaja.

Sonrió, volviéndose más brutal en sus movimientos, sin embargo, por muy rápido que atacaba, las terribles criaturas lograban herirlo. Retrocedió una vez más, tratando de recuperar el aliento, las criaturas eran muy rápidas y fuertes, cada una representaba el peligro de un jefe de las primeras salas, entendiendo que no podía seguir peleando sin todo su arsenal.

[Aumento de Estadísticas]

[Refuerzo Corporal]

[Corazón de Guerrero]

[Visión Mejorada]

[Instintos del Campeón]

[Cuerpo Antiguo]

[Don de un Dios]

[Vida Arcana]

Activó sus habilidades más fuertes para un combate de uno contra muchos, sintiendo su cuerpo rehabilitado, lleno de energía y vitalidad. Se lanzó de vuelta a la pelea, apareciendo y desapareciendo, cortando cabezas, brazos y piernas, mientras los chorros de sangre pintaban la superficie del suelo y su cuerpo. Pasaron cerca de diez minutos para que el silencio volviera al pasillo/sala y, ahí, en medio de dos decenas de cuerpos mutilados e inertes, un joven de aspecto humano descansaba de rodillas, sin un brazo y tuerto.

  --Solo tengo un fruto, no puedo desperdiciarlo ahora. No volverán a florecer hasta dentro de siete días.

Se levantó con dificultad, tomando una pócima de recuperación que solo retardó un poco lo inevitable. Guardó sus dagas y caminó hacia los objetos que habían dejado caer algunas de las criaturas, introduciéndolas en su inventario. Emprendió nuevamente su camino, alejándose de la brutal escena que había dejado, al centésimo paso cayó otra vez de rodillas, sintiéndose sumamente debilitado.

  --Parece que hasta aquí llegué. --Dijo con un tono bajo.

Extrajo de su inventario un cuchillo ceremonial y, con un movimiento rápido cortó su yugular, cayendo instantes después al suelo, sin vida.


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