El final del atardecer estaba a punto de llegar, todos los marineros se habían reunido en la cubierta de barco, esperando a que Dima comenzará el ritual.
"Taras, sabes dónde está Lucas, no lo veo por ningún lado..." Dijo Ricardo algo preocupado por su amigo
"No, desde que se fue corriendo, no volvió, se debe sentir realmente mal ... Esta noche los camarotes van a ser un desastre, si todos tienen semejante diarrea" Respondió Taras algo preocupado.
"Creo que voy a dormir en la cocina, yo" comentó Ricardo con cierta duda
"Suerte con eso, yo prefiero dormir con todos, si bien corre el rumor de que esta noche no va a pasar nada malo, es mejor estar …" Comento Teras algo asustado por lo de anoche
"Cierren la boca!!" Grito Ron, interrumpiendo los murmullos y dejando sordo a más de uno
"Estamos por comenzar, más les vale que no hagan nada estúpido durante el ritual..." Dijo Ron, bastante preocupado, lo último que quería era ofender a más dioses.
Cuando el sol rojo del atardecer tocó el horizonte, Dima levantó la mano, indicando el inicio del ritual, al mismo tiempo tanto la vela roja, como negra, empezaron a soltar un humo con sus respectivos colores al cielo.
No había palabras, todos observaron el atardecer juntos, mientras Dima mantenía su mano levantada.
Poco a poco, el sol iba ocultándose en el horizonte y como si estuvieran conectados el humo rojo y negro de las velas estaban cada vez más cercanos entre sí, como si buscaran tocarse.
Al notar esto, Dima bajo la mano, diciendo:
"No son pocas las palabras que tenemos que decirte, ni son pocas las palabras que tienes que decirnos"
"No son pocos los momentos en los que te apoyamos, ni son pocos los momentos en los que nos apoyaste"
"No son pocos los días en que te llevamos por estas aguas, ni son pocos los días en que nos llevaste por estas aguas"
"Es por eso que hoy te decíamos un buen viaje, es por eso que te pedimos un buen viaje"
Todos los marineros repitieron las palabras del vigía y sus voces al unísono resonaron por todo el barco hasta llegar al horizonte donde el sol se estaba escondiendo.
Cuando el sol se ocultó por completo y los dos humos se juntaron, un humo plateado empezó a formarse sobre la bandeja de plata. Dima volvió a levantar su mano y todo volvió al silencio.
Todos los marineros miraban hacia el humo plateado con expectativa, fue entonces cuando las dos velas se apagaron de repente y todo el barco quedó en la oscuridad.
Cuando ocurrió esto una voz empezó a resonar desde el horizonte opuesto hasta llegar a las espaldas de los tripulantes.
"No son pocas las palabras …"
"No son pocos los momentos ..."
"No son pocos los días ..."
"Es por eso que hoy te decíamos un buen viaje, es por eso que te pedimos un buen viaje"
Cuando las palabras terminaron de resonar las dos velas se prendieron de repente y las palabras escritas sobre la arena ya habían desaparecido, si uno mirara la bandeja con detalle notaría que la arena de cada color se alineó con las velas del mismo color.
Los marineros permanecieron en silencio unos minutos más viendo el fuego de las dos velas bailando, hasta que el llanto de Ron rompió el silencio, luego el llanto de Wiliam y luego todos tripulantes se contagiaron y se pusieron a llorar hacia el horizonte.
Por lo que habían oído en sus espaldas, no eran sus propias voces, sino la de sus amigos fallecidos.
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