Jordan se levantó y abrazó a Victoria con fuerza. Ella cerró los ojos y las lágrimas de alegría siguieron cayendo por su delicado rostro.
Ya tenía 31 años, y aunque había estado rodeada de muchos pretendientes todos esos años, siempre sintió que acabaría sola hasta que conoció a Jordan. Él también estaba animado, porque ella era la mejor mujer que había conocido y también la que mejor le trataba. Cuando todo el mundo le ridiculizaba y humillaba por haber sido abandonado por su mujer y la familia Steele, fue la única que estuvo dispuesta a permanecer a su lado.
Jordan sacó el brillante anillo de diamantes de la caja, levantó suavemente la delicada mano de Victoria y le puso el anillo en el dedo anular. Ésta se sintió increíblemente conmovida, y se dio cuenta de que el anillo no era para nada barato. Exclamó con cierta sorpresa: —Este anillo de diamantes... ¡es precioso!