En la residencia de las afueras.
Nora se quedó junto a la ventana y observó cómo se alejaba el coche en la distancia. Frunció los labios y se dio la vuelta para sentarse en la mesa del comedor.
Allí, ya estaba el almuerzo preparado por Justin. El filete había sido cortado en trozos pequeños y también había sopa. No tenía mucho sentido. Sin embargo, a Nora no le importó en absoluto. Agarró la sopa y tomó un sorbo.
—La sopa de ayer estaba salada. Hoy está bien —comentó.
—Sí, esto significa que todavía tengo talento para cocinar.
Justin tenía una sonrisa en la cara. Al escuchar eso, le sirvió otro tazón.
Nora le miró y alabó: —Ha sido duro para ti, cocinar es muy difícil. No tienes que seguir haciéndolo. Conseguiré a alguien que lo haga.
Justin levantó las cejas: —¿Es difícil? ¿Por qué me parece que es bastante sencillo?
—¿Sencillo? —Nora levantó las cejas y continuó—: ¿Sabes? He cocinado tres veces en mi vida.