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Uno era grande y alto, mientras que el otro era pequeño y bajo. Los dos se miraron durante dos o tres segundos antes de que la sorprendida Cherry intentara de forma inconsciente cerrar la puerta.
Pete le había dicho que no debían reconocerse antes de que papá y mamá se enamoraran el uno del otro. De lo contrario, ¡se desencadenaría una terrible batalla por la custodia! Sin embargo, el hombre extendió la mano y mantuvo la puerta abierta. Preguntó sorprendido: —¿Por qué estás aquí, Pete?
Cherry estaba muy alarmada. La expresión de Justin era oscura y sombría. Se agachó, levantó a Cherry y le ordenó: —¡Sube conmigo!
«¡Pero papá descubrirá lo que pasa cuando subamos y nos encontremos con Pete!».
Cherry forcejeó y gritó: —¡Suéltame! Mamá, ayúdame.