-¿Cómo está el niño?- pregunto Kratos a Faye.
Después de eliminar a los draugrs, Kratos llevo a Viggo de vuelta a la casa. Ya llevaba su segundo día inconsciente. Lo habían acostado en la cama de Atreus y Faye lo cuidaba dándole todo tipo de medicinas.
En ese momento, la fogata al frente de las camas ardía iluminando esa parte de la casa, junto a la luz del sol que entraba por la abertura en el techo.
Faye estaba sentada a un lado de la cama, poniéndole paños fríos en la frente a Viggo. Este último estaba tendido en la cama de Atreus, se veía pálido y débil.
Faye tomo el paño de la frente de Viggo, lo sumergió en un cuenco con agua, lo estrujo y lo volvió a colocar sobre la frente. Después ella miró hacia atrás y con un rostro lleno de preocupación, dijo -está muy débil, sus órganos internos fueron severamente dañados. Es un milagro que este vivo, pero lo peor ya paso. Sin embargo, pasará un largo tiempo antes de que pueda volver a entrenar-
Kratos miró a Viggo tendido en la cama y murmuro -recupérate pronto, niño, tu entrenamiento recién está comenzando-
Al otro lado de la cama, el pequeño Atreus estaba de pie, mirando a Viggo con ojos llenos de pena. Él levantó la mirada y vio a su padre, entonces frunció el ceño y le dieron ganas de gritarle muchas cosas, pero tenía miedo. Así que solo agacho la mirada y se dedicó a mirar a Viggo.
-¿No tienes alguna forma de contactar al señor Xiao?- pregunto Faye
Kratos negó y frunció la nariz, dejando escapar un tenue gruñido.
Después de eso, siguieron cuidando de Viggo durante una semana, pero nunca despertó. Solo al octavo día, Viggo despertó de madrugada. Él se puso de pie y comenzó a caminar entre bamboleos, como si estuviera borracha.
Kratos captó un sonido y abrió los ojos. Escucho los pasos a través de las tablas del piso y se sentó en su cama para ver que era. Solo vio una delgada silueta, de baja estatura y juvenil. La puerta se abrió con suavidad y la luz blanquecina de la luna ilumino un cabello rojo. Kratos se puso de pie, tratando de evitar despertar a Faye. Después camino a través de la casa en completo silencio y abrió la puerta lo más suave que pudo. Una vez que salió, cerró la puerta y miró los alrededores. Solo se veía la tierra oscura y húmeda iluminada por la luna. Corría una fuerte brisa que mecía los árboles y las ramas de estos crujían. A lo lejos se escuchaba un búho y el ulular del viento.
-Niño, niño- dijo Kratos por lo bajo -¿Dónde te metiste? No estás en condiciones de andar caminando-
Sin embargo, nadie respondió. Entonces Kratos camino hacia su derecha, avanzó hasta la esquina de la casa y dio la vuelta para pararse frente al cobertizo. El techo estaba sobre los troncos apilados y hacía que todo se viera demasiado oscuro, pero un par de metros más allá del cobertizo, Kratos vio una silueta delgada avanzando entre bamboleos.
Kratos soltó un gruñido y avanzó por el cobertizo, pasando por al lado de los troncos y alcanzando en una decena de pasos a la figura.
-Niño ¿qué haces?- pregunto
Viggo se llevó la mano a la cara y hablo como si estuviera borracho -voy a, voy a mi cueva. Me duele el cuerpo y, y voy a buscar una medicina-
Kratos soltó un gruñido y dijo -ok, te estaré mirando por si te desmayas-
-Gracias- respondió Viggo y avanzó, con Kratos a su lado. Él se sentía débil y adolorido. Se imagino haber comido vidrio y que, al pasar por su estómago le cortó los intestinos por dentro.
-¿De dónde sacaste esa medicina de la qué hablas?- pregunto Kratos
-El viejo Xiao- dijo Viggo, avanzando a paso lento y con dificultad -me dijo, que me dejaría libros sobre medicina en sustituto de mí, poder. Mentira, son los libros, que tenía mi viejo. Son los libros, que hizo mi papá con su amigo- Viggo se detuvo al lado de un largó pino y apoyo su mano izquierda sobre tronco sintiendo la áspera corteza. Después llevó su mano derecha a la boca e hizo arcadas, como si quisiera vomitar. Sin embargo, se aguantó las ganas. Después continuó avanzando hasta llegar frente a una pared rocosa y dijo -voy, y vuelvo-
Entonces camino directo a la pared rocosa que era iluminada por la luz de la luna y la atravesó como si fuera un espejismo. Kratos se quedó afuera, de brazos cruzados y esperando. Un tanto fastidiado por el refugio que le dio el primordial a Viggo. Si le llegaba a pasar algo adentro de la cueva, estaría solo y nadie lo podría ayudar.
-Ouch- sonó un grito desde la cueva
-¿Qué sucede, niño?- rugió Kratos, un tanto preocupado
-Estoy bien- respondió Viggo desde el interior -solo me pegue con el mueble en los pies-
Kratos tomo una profunda respiración y soltó un suspiro. Después se volvió a cruzar de brazos y espero a que el niño saliera. Viggo solo salió a los cinco minutos después, la blanquecina luz de la luna pasaba a través del follaje de los árboles e iluminaba su rostro.
Kratos lo miró a la cara y noto el brillo en los ojos y el rubor en las mejillas. Estaba mucho mejor, pensó.
-¿Algo que decir?- pregunto Kratos con el ceño fruncido
-Lo si…- iba a decir Viggo, pero cerro sus labios. Levantó su rostro y miró a Kratos a los ojos -seré mejor, mucho mejor. No dejaré que nada me sorprenda y seré mucho más hábil y rápido que cualquier persona en este mundo-
Kratos soltó un gruñido y dijo -que te sirva de lección. Te desconcentraste por un momento y casi te matan. El campo de batalla no es para niños curiosos, sino para guerreros disciplinados. Espero que no lo olvides-
-No lo olvidaré- respondió Viggo
Kratos asintió y pregunto -¿esa medicina, de donde la sacaste?-
-La hice yo, el viejo Xiao dijo que me dejaría unos libros de medicinas y plantas. Me recalco que serían de mucha utilidad una vez que sea herido. Hasta este momento no dimensionaba cuanto-
-Dijiste algo de tu padre-
-Sí, mi padre, tiene algunos amigos inteligentes. Uno de ellos es un dios de la medicina-
-¿Dios?-
-Sí, pero no es lo que crees. Esté es un dios pobre, que vive para ayudar a las personas y entregar sus conocimientos a sus discípulas-
-No hay dioses buenos-
-No los conoces a todos- dijo Viggo mirándolo a los ojos. Kratos frunció el ceño y le dio la espalda, sin muchas ganas de escuchar sobre un dios benévolo. Empezó a caminar dejando a Viggo de pie frente a la pared rocosa, tapadera de su cueva.
-Descansa por hoy- dijo Kratos avanzando con dirección a su casa, la luna iluminaba su fornida espalda -mañana serás examinado por Faye y de encontrarte apto, seguiremos entrenando. Aun no estas listo-
-Seré mejor- respondió Viggo. Kratos se detuvo bajo la sombra de un árbol y miró hacia atrás. Viggo pudo ver el brillo filoso en sus ojos. Entonces Kratos asintió y siguió caminando, desapareciendo entre las sombras de la noche. Solo se escuchaban sus pisadas al avanzar.
Por otro lado, Viggo elevó su mirada y vio la blanquecina luna. Eterna, grande y hermosa. Cerro los ojos y extendió sus brazos mientras sentía la refrescante brisa de la noche. Después de un rato, abrió los ojos, mirando una vez más a la luna y le dio la espalda para volver a su cueva. Una vez que dio seis pasos dentro de la cueva, se pegó en el pie con la base del mueble en donde guardaba su ropa. Se agacho y se agarró el pie.
-Ouch- dijo con dolor al pegarse en el dedo meñique del pie derecho -necesito aprender a confeccionar velas. Lo necesito-
Después se puso de pie y comenzó a tantear con sus manos por delante. Encontró el mueble a su derecha y su cama a su izquierda. Se deslizo sobre su cama y se tumbó boca arriba. Todo estaba oscuro, pero el blando colchón de plumas era el cielo.
-¿Cómo puede dormir en esa cama tan dura?- se preguntó pensando en la cama de Atreus
Después de eso, cerró los ojos y casi al mismo instante comenzó a dormir del cansancio. La medicina era buena, muy buena. Hecha con una base de hongos de las montañas. La mayoría de los ingredientes los encontró en el bosque, a lado de la casa de Kratos. Pero a su vez todos los ingredientes (hongos, mesclados con una solución de sabia de árbol, miel y otras plantas silvestres) te daban la terrible necesidad de dormir.
Viggo durmió durante dos días y solo se despertó al tercer día con una terrible hambre. Una vez que salió de su cueva, se encontró con Atreus sentado en un tronco, frente a la pared de piedra.
Viggo entrecerró los ojos y llevó su mano a los ojos para usarla de visera. La luz del sol en lo alto del cielo estaba muy fuerte para sus ojos -¿Qué haces ahí sentado?- pregunto mientras sonreía.
Sin embargo, Atreus se quedó callado. Se puso de pie y avanzó haciendo un puchero y una vez que llego frente a Viggo, lo abrazo. Después se largó a llorar con todas sus fuerzas y a Viggo se le hizo un nudo en la garganta de escucharlo llorar tal desconsolado. Viggo le devolvió el abrazo y pensó, que con solo cinco años y en medio de esta montaña, el único amigo que tenía Atreus era él.
-No llores- dijo Viggo con voz débil, a punto de llorar -estoy bien-
-Hermano- le dijo Atreus entre sus llantos, más parecía el aullido de un pequeño lobo.
Viggo derramo lágrimas y lo abrazo con pena en su corazón. Este lugar, esta montaña, era un lugar demasiado solitario para un niño.
Media hora después, Atreus dejo de llorar y junto a Viggo fueron a la casa. Viggo empujo la puerta y vio al final de la casa, a Kratos sentado en su cama y a Faye sentada en la de Atreus. Estaban a un metro del otro, conversando sobre algo. Kratos y Faye dejaron de conversar y ambos le dirigieron la mirada. Viggo hizo una sonrisa incomoda y avanzó junto con Atreus. Cerró la puerta y camino hasta pararse frente la fogata. Tomo un tronco, que muchas veces usaban de asiento y lo coloco a un lado. Se sentó y estiro sus manos para calentarse al calor de la fogata.
-¿Cómo estas Viggo?- pregunto Faye
-Bien, mucho mejor- dijo Viggo dándole una breve mirada y después agachando la mirada.
-Faye, sírvele algo de comer- dijo Kratos -tenemos que retomar nuestro entrenamiento-
-¡Pero Viggo!- dijo Atreus alzando la voz. Kratos solo lo miró a los ojos por un momento y su boca se volvió muda. Atreus agacho la mirada y se fue a sentar al lado de su madre. Al mismo tiempo, Faye abrazo a Atreus y miró Kratos con el ceño fruncido. Este último solo gruño y se puso de pie, para caminar a la puerta.
-Está bien, Atreus- dijo Viggo notando a su pequeño amigo algo triste -vine a entrenar y si me detengo ahora, todo el esfuerzo que he puesto estos meses será en vano-
Atreus asintió haciendo un puchero, para después apegarse a su madre. Faye miró a Viggo y sonrió feliz, ya que su pequeño, tenía un amigo.