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Capitulo I-- El maniquí

     -Edward...- Dijo un niño de 10 años de edad, pelo castaño, piel blanca y ojos rojizos desde el balcón de su casa viendo el cielo nocturno.- ¿Crees en las posesiones?- preguntó.

     Edward, un chico de 15 años, estatura de 1,70m, ojos café-rojizos, cabello rojizo, tez morena, estaba dentro de la casa, en su cama escuchando música con sus audífonos, razón por la que no escuchó a su pequeño hermano, sip, ese soy yo, asi que desde ahora la historia sera narrada desde mi punto de vista. Bueno, en cuanto me di cuenta de que mi hermano me observaba, me quite los audífonos y lo mire con incredulidad.

     -¿Escuchaste mi pregunta?-preguntó enfadado.-¡Sácate eso un momento!-se quejo sentándose en el barandal.- bueno ya no importa-

     -Bueno, ¿y tu Matthew. qué haces allá afuera?- pregunté aun sabiendo la respuesta de siempre.

     -Viendo las estrellas.- Dijo sin prestar atención.- Oye ¿qué es eso?- Preguntó sorprendido, yo me baje de mi cama para ir al balcón y ver que es lo que asombraba a mi hermano.

     -¿Qué cosa?- Cuestioné serio. Matthew apuntó al jardín, donde una chica joven estaba parada, era un poco alta, cabello blanco, su vestimenta era una sudadera roja, un pantalón Negro deportivo y unos converse rojos, al verla al instante la reconocí-¿Darice?- ella era una estudiante del colegio al que voy, mi amiga y la mejor en casi todas las materias, lo que no entendía era que hacia ahí, ella vive a media hora de mi casa, en el centro de Avarox Hill, la ciudad en la que vivimos. No podía verle el rostro, ya que tenia la mirada agachada y estaba de espaldas asi que se me ocurrió llamarla. 

     -¡Darice, ¿qué haces aquí?!- hable un poco alto, lo suficiente para no alarmar a los vecinos, puesto que ya eran las 9 de la noche. Cuando se volteó y levantó la mirada quedé paralizado, A Darice le faltaban ambos ojos, sustituidos 2 pelotas pequeñas cubiertas de sangre, su boca no existía, lo único que la sustituía era un agujero de color negro que arrojaba pequeños cristales al pasto. En medio de la horrenda escena, "Darice" empezó a correr hacia la casa, ahí fue cuando reaccioné y entré arrastrando a Matthew y cerrando la puerta del balcón con seguro, empecé a lanzar cualquier cosa pesada a la puerta de entrada a la habitación, escuchando el sonido la puerta principal caer y las escaleras rechinar me las arreglé para mover las camas a la puerta; los pasos, cada vez más cercanos y amenazantes, se sentían como martillos en mi cabeza, pensé que entraría de un segundo a otro, pero de repente calló. El silencio reinaba la habitación, ya no sentía la presencia y, luego de unos minutos decidí que era seguro levantarse de la esquina la cuál hice mi trinchera, suspiré aliviado por unos segundos. Hasta que me di cuenta.

     Matthew no estaba....

     Desesperado me puse a buscar a Matthew por toda la habitación, y lo encontré. La parte buena era que estaba bien y completo. La mala era que sus ojos estaban donde no deberían estar... en sus manos. Matthew se arrancó ambos ojos con sus propios dedos, la sangre escurría como una regadera por las cuencas vacías, su habitual sonrisa burlona, ahora llena de sangre no tenia vida ni sentimiento alguno. Retrocediendo unos pasó del horror, escuché un susurro de mi hermano.

     <<Mi... Juguete>> gritó con una voz sepulcral en forma de llanto que te podría calar hasta los huesos antes de lanzarse sobre mi y meter sus ojos llenos de sangre en mi boca, obligándome a tragarmelos. No podía moverme. "Matthew" pesaba mucho más de lo normal, el sabor de sus ojos era repulsivo, tanto que llegué a vomitar, pero el vomito no salio de mi boca, se mezcló con la sangre caliente de los ojos de mi hermano, antes de que me diera cuenta mi hermano agarró con tanta fuerza mi brazo que el hueso empezó a crujir, lo que me hizo lanzar un grito, y por consecuencia, terminé tragando la asquerosa mezcla que yacía en mi boca.

     Tenia que hacer algo, así que en un intento por liberarme arranque un pedazo de la ropa de mi hermano. con dificultad, logré ver lo que parecía un maniquí de madera, del tamaño de mis dedos, todo a mi alrededor se empezaba a oscurecer, así que en un último intento traté de agarrar el brazo de mi atacante, algo se separó de su cuerpo y en ese momento una luz me cegó.

     Desperté.

     Un pitido que para cualquiera sería una tortura, para mi era una bendición por que me despertó de tan espantosa pesadilla. aplasté mi celular con la almohada para callar el sonido que empezaba a fastidiar mis oídos, pero el pitido seguía. Al abrir mis ojos divisé a mi hermano con una grabadora en las manos, esta grabadora era la que producía el pitido.-¡Haz que se calle!- me quejé, el solo se reía. En un momento de descuido le quite la grabadora y la lance por la ventana, muy extremo lo se, pero quería callar de cualquier manera el sonido.-¿Qué quieres para despertarme...- destapé mi celular para ver la hora.- a las 11:00pm?.-termine de decir.

     -mamá llamo, quiere hablar contigo.- dijo después de salir del shock de la grabadora.- Apurate, va a quedarse dormida de nuevo, estoy seguro.- dijo antes de salir de nuestra habitación. seguramente a recuperar su aparato.

     Chris Hawkings, una mujer de tez blanca, cabello y ojos rojizos, es mi madre, que podría ser de todo menos una, es una mujer alcohólica, inmadura y despreocupada, por esa razón mi padre la abandonó. No trabaja, por ende, no trae dinero para la manutención de la familia, yo empecé a trabajar y estudiar mientras cuidaba al pequeño Matthew. Con la excusa de que esta buscando trabajo, pasa sus dias de fiesta y en bares, y casi siempre tenemos que ir a retirarla del lugar, por lo conozco toda la ciudad como la palma de la mano.

     Después de haberme bañado por el sudor de la pesadilla me cambie de ropa y fuí a contestar la llamada.

     -¿Hola?-dije para el otro lado de la línea.

     -Um. ¿Hijo?- Dijo la voz ebria de mi madre.-¡¿HOLA?¿ESTAS AHÍ?!.- grito.- Bueno te llamo para decirte que te adoro hijo mio que eres lo mej....-

     -Si, si, claro Chris, ahora dime por que llamaste.- La interrumpí, me molesta tener que escuchar sus halagos hipócritas y comentarios sin sentido cuando se emborracha.

     -¡Respétame que soy tu madre!-ahora estaba enojada, no lo se, es difícil saber el estado de ánimo de un borracho.-~~Y ven a verme al Flamenco~~- canturreó antes de colgar.

     -Si. Con gusto "Madre"- Dije sarcástico en un suspiro cansado.

     -¿Qué pasó Edward?-preguntó curioso mi hermano, que hasta hace unos segundos estaba jugando con una consola que tenía conectada a la televisión y limpiando lodo de su grabadora.

     -Nada, ve a cambiarte, vamos a recoger a nuestra madre.- respondí y Matthew obedeció después de desconectar la consola.

     Mientras Matthew se fue a cambiar yo me quedé sentado en un mueble pensando en el sueño que tuve esa tarde, en las sensaciones, emociones, ese maniquí que tenia mi hermano en el brazo, como "morí". mientras estaba inmerso en mis pensamientos siento una mirada encima mío, una mirada pesada, casi penetrante, la sentía, pero no sabía de donde venía, a cada segundo que pasaba, la tensión subía mucho más, hasta un punto en el que quise salir lo mas rápido de ese lugar.

     -Oye Edward ¿donde dijiste que estaba mam.... que haces?-cuestionó mi hermano, en ese momento me di cuenta de lo que estaba haciendo, estaba buscando la malévola presencia bajo el mueble.

     -Se me cayó algo debajo del mueble.- Mentí.-Vamos rápido, nuestra madre ya debe estar durmiendo en la barra de nuevo. Esta en Flamenco.- cambie de tema, justo cuando iba a bajar el pequeño mueble me di cuenta de algo. Debajo del mueble estaba un pequeño maniquí del tamaño de mis dedos. Ahí estaba ese pequeño muñeco que ví antes de "morir" en mi sueño, un pequeño muñeco sin cara ni algún detalle en general, de madera de roble aparentemente. Después de salir del shock algo me impulsó a guardar el muñeco, algo me decía que lo usaría para mucho en un tiempo.

     -¿Que tanto haces?- Dijo enojado mi hermano volviendo a entrar por la puerta de la que antes había salido.-Se supondría que debíamos estar allá...-

     -Ya, Ya, vamos rápido.- Le dije saliendo de casa. Asi fue como emprendimos el rutinario viaje a algún bar de la ciudad por medio de sus oscura y peligrosas calles. Esta vez vamos al bar con menos reputación del lugar. Señoras y Señores nos vamos al grande y muy bien conocido (Nótese el sarcasmo supremo) "Flamenco's Bar".


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