Chapter 7: DÍA 6: Martes Diez del Seis.-
Marcela en medio de su investigación se topó con una serie de antecedentes que la hicieron sospechar abuso, sus sospechas fueron ratificadas por el Doctor Cooper, quien horas antes conversó con Andrea sin obtener lo suficiente como para denunciar la situación, por lo que Marcela se metió por el balcón encontrándola violentada y drogada, golpeó al agresor y huyó con la muchacha, en un forcejeo al hombre se le cayó el refrigerador encima destrozándole el cráneo. En shock las mujeres esperaron hasta que llegó el heroico policía, Don Mauricio.
El Doctor Cooper entró a la posta central junto a Irina y su equipo de abogados en medio de un caos de periodistas y policías. Las encontró malheridas esperándolo. Las abrazó y ambas se pusieron a llorar en cada uno de sus hombros. Esa fue la última fotografía tomada al trío por parte de los periodistas, la cual sería portada de los diarios al día siguiente.
Marcela y Andrea iban en el asiento trasero tomadas de la mano, Irina en el copiloto coordinando a dos teléfonos con los abogados y Cooper conduciendo, mirando de vez en vez a sus mujeres, intentando recordar la claridad de los eventos, siendo incapaz de ello.
Se estacionó afuera de un local de comida rápida e indicó, las tres asintieron. Tras un par de preguntas fue a comprar comida para los cuatro, dejando a las tres mujeres sentadas, mirándose en silencio junto a un juego para niños que por la hora estaba vacío, escuchando una alegre melodía de The Beatles, las tres con rostros de funeral.
Las mujeres dormían en la cama de Cooper con Eliodoro a los pies mientras él sentado en la silla de playa fumaba y se tomaba un té.
Andrea se sentó sobre Cooper y lo abrazó, él la tapó.
- ¿Cómo estás, princesa?
- Nunca me he sentido mejor ¿Tú?
- Cansado pero tranquilo.
- ¿Seguro?
- Sí.
- ¿Sabes cómo sé que no eres un asesino?
- ¿Cómo?
- Cuando me encontraste podrías haberme asesinado con facilidad y haber culpado a Raúl… en cambio tu instinto te lleva una y otra vez a proteger. En ocasiones la muerte es necesaria para proteger la vida.
Cooper asintió y los dos guardaron silencio un largo rato, acomodándose con el otro.
- Soy Humbert.
- ¿Quién es él?
- Un desgraciado – hizo una pausa y la admiró con resignación - ¿Sientes algo por mí? Después de ver quién soy.
- Sí – dijo besando su mejilla – Cooper ¿Te casarías conmigo?
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