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55.93% Los hermanos Sonobe / Chapter 33: El baile (Parte 2)

Chapter 33: El baile (Parte 2)

Sus ojos de tormenta se dirigieron a la presencia de una mujer que se adentró al aposento con entusiasmo. 

_ El baile de máscaras ya inició. Serán llamadas, según el orden de acompañante respectivo de cada hermano Sonobe. Así que estén atentas, el presentador las nombrará en cualquier momento. _ Anunció, acomodando a las tres jóvenes en fila.

_ Damas y caballeros. Esta noche nos brindará el honor los hijos de la gran Dinastía Sonobe, de abrir el aclamado baile de esta celebración que conmemoramos una vez al año. Un fuerte aplauso para los hermanos Sonobe. _ Gritando con euforia, señaló en dirección a los tres hombres que aguardaban a la espera de sus acompañantes.

La prensa había asistido esa noche, por lo que los Sonobe se encontraban expuestos ante los medios. Cualquier movimiento en falso y sería capturado ante el ojo público. Debían ser cautelosos, si querían atrapar al asesino, tenían que jugar con sigilo.

Jean Paul, vestía un traje entero de color negro con corbata rojiza y zapatos de vestir negros. Su cabello oscuro, se encontraba muy bien peinado. El porte del mayor de los Sonobe era de absoluta elegancia y formalidad. Aquellos ojos avellana miraban con minuciosidad su alrededor, esperando a que el impostor enmascarado diera la cara.

Jean Pierre, llevaba un atuendo más conservador e enigmático, compuesto por un jersey de cuello azul oscuro, un pantalón negro de vestir, como sus zapatos, y un gabán de botones azulado. El flequillo de medio lado de su cabellera negra azabache, estorbaba en uno de sus ojos.  A diferencia de Jean Paul, sus ojos dorados se encontraban perdidos, observando a la nada y pensando en todo.

Y Gianluca Sonobe, con aire rebelde y seductor. Había optado por una camisa blanca de botones abierta hasta el pecho, pantalón negro, tenis blancas y una jacket de cuero negra. Sus ojos de esmeraldas saludaban a las cámaras presentes en el sitio con una sonrisa pícara.

Eydrian, Bastian y André, vestían unos esmoquin que los hacía verse encantadores, incitando en varias jóvenes, al robo de suspiros y miradas cuando los tres fueron vistos en el salón. Estos se encontraban platicando con el Sr. Moriarty, quién asistió a la gala en representación de su familia proveniente de Zurich, Suiza y también como figura paternal de su querida musa, Adeline. La cual había sido como la hija que nunca tuvo.

_ Llegó el momento que todos esperaban, el baile. Así que recibamos a las parejas de nuestros anfitriones. _ Divulgó con voz de misterio. _ Con ustedes, tenemos a la hija mayor de la gran dinastía alemana, Zafira Grey. _ Nombrándola, aplaudió junto al público, al ver como Zafira salía de la habitación con una sonrisa seductora. Saludó con una sola mano, desde arriba, para seguidamente comenzar a descender por las escaleras de espiral. Algunos invitados la miraban con deseo, otros con envidia. Pero el hombre que ella quería que la contemplara, la miró con indiferencia, para después retirar la mirada de ella. Zafira enfurecida se posicionó a su lado, intentando de cogerle el antebrazo que no le ofreció Jean Paul, pero de igual modo el mayor de los Sonobe no se lo permitió.

_ A continuación, tenemos a la única descendiente de la familia de los Thorn, con raíces griegas, les presento a Marion Thorn. _ Los aplausos de los espectadores acapararon todo el salón, al ver como la joven saludaba con benevolencia al público, junto con una afectuosa sonrisa. Para posteriormente bajar por los escalones y colocarse al lado de Jean Pierre. Sin embargo, ese brillo alegre decayó cuando presenció que durante su bajada e incluso cuando se posicionó a su lado, el hermano del medio, ni siquiera se tomó las molestias de mirarla. Bajando la cabeza entristecía, no hizo intentos por sostener su brazo, sabiendo que sería rechazada por este.

_ Por último, estaremos en la presencia de un linaje que desconocemos proveniente de Noruega, pero que sin duda, todos la conocemos como la artista más famosa de todas, con ustedes la violinista Adeline Strange. _ Adeline palideció al escuchar su país natal. ¿Cómo el presentador pudo obtener esa información de ella?.

 La mujer la apresuró para que saliera del aposento, había quedado petrificada.

Todos los invitados se encontraban expectantes de la aparición de Adeline, incluso hasta la prensa, se percató del gran interés que los tres hermanos profesaban por esa joven artista, cuando sus miradas se dirigieron de inmediato hacia arriba al hacer mención de esta.

Adeline reaccionó, saliendo del sitio para adentrarse con todos esos entusiastas que aplaudían y bulliceaban su nombre. Pero hubo un silbido proveniente de Gianluca, que la tranquilizó y la hizo seguir su curso en las escaleras. Desplazó su mano por la barandilla, fijando la mirada en los tres hermanos Sonobe. 

Había tanto deseo, tanto amor, tanta pasión en las miradas de cada uno de ellos. Que incitaron en todos esos aristócratas mordaces, comentarios ante lo presenciado. La presa desató incógnitas y su atención se vio dirigida hacía la joven violinista que fue recibida por el antebrazo de Gianluca Sonobe, el cual caminó hasta el ultimo escalón para tomar su mano y besar esta misma. 

_ No hay mujer más hermosa que tú Adeline Strange. _ Sus ojos verdes, se clavaron en ella. Halagó a la joven en público, causando envidia en cada una de esas solteronas adineradas que no tenían bajo su poder a Gianluca Sonobe.

El hijo menor, la condujo hacia su respectivo espacio junto a él. Provocando celos e ira por parte de sus dos hermanos. Jean Paul apretó los puños, hasta que sus nudillos se pusieron blancos y Jean Pierre tensó fuertemente la mandíbula, para seguidamente voltear la mirada cuando aquellos ojos grisáceos se fijaron en él.

No solo los hermanos morían de celos, dolor y rabia, Marion y Zafira se encontraban en el mismo estado, deseosas por una atención que jamás sería correspondida. 

_ ¡Qué de inicio el baile!. _ Proclamó el presentador, haciendo que las tres parejas atravesaran un ancho pasadizo, que daba hacia el salón de baile.

Al llegar, se acomodaron según su respectivo orden. Las luces descendieron en su intensidad, se volvieron más tenues cuando el cantante hizo presencia en la estancia. Igual que los demás, este portaba una máscara de color blanca, como el tono de su traje entero.

Por alguna extraña razón, este misterioso cantante miró a Adeline, para luego desviar su mirada y empezar con el show.

Adeline no pudo siquiera apreciar sus ojos, dado a que este se hallaba envuelto en la oscuridad de un rincón.

La música empezó a sonar, la voz del cantante hizo presencia en la estancia. Acaparando la atención de todo el público.

Rodeando su cintura, Gianluca la atrajo a él, restregando su cuerpo con el de ella en sintonía de la canción. La entonación del cantante, era profunda, estremecedora, enigmática y sombría, incitando en la joven la naturalidad de sus pasos danzantes. 

No obstante, sus hermanos bailaban a una distancia prudencial de sus respectivas acompañantes, de ellos no brotaba pasión, como la que emergía entre Gianluca y Adeline al bailar.

La joven bordeó con delicadeza a Gianluca, para luego ser atrapada de espaldas por él. Tomó su mano y desplazó su figura a ambos lados, dándole vuelta finalmente ante él. El menor de los Sonobe, posicionó con suavidad su mano en el cuello de Adeline, provocando que esta se movilizara como si fuera cayendo poco a poco. Gianluca la detuvo, para seguidamente levantarla entre sus brazos y salirse de la formación lineal impuesta.

Los entusiastas se percataron de que el dúo bailaba en distintas partes del salón, si bien manteniendo la cercanía con los demás pero ellos ya no se zarandeaban siguiendo un patrón, sino, se desplazaban generando otros pasos que surgieron por esa innegable vehemencia que existía entre ambos.

El baile culminó cuando la voz del cantante se intensificó, provocando que las tres jóvenes fueran arrojadas al pavimento. 

Los gritos y aplausos de la audiencia se hicieron de esperar, habían quedado maravillados por aquel baile tan sombrío que les otorgó la familia Sonobe esa noche.

_ Un baile completamente estremecedor pero eso lo hace aún más encantador ¿no?. _ La deleitosa voz del presentador hizo nuevamente presencia en la estancia. _ Muy bien, ahora tenemos un discurso que se llevará acabo por nuestro orador favorito, Gianluca Sonobe. _ Al escuchar su nombre, Adeline lo miró inquieta, al contrario de Gianluca que le sonrió juguetón y le guiñó un ojo.

El menor de los Sonobe, se encaminó con aire vivaz en dirección al micrófono que estaba en la mano del presentador, después de atravesar varios paparazzi con cámaras que capturaron el carisma y la sensualidad con la que se desenvolvía al caminar.

La atención de Adeline recayó en la huía del misterioso cantante que desapareció por las escaleras de espiral. Arrugando el entrecejo, lo siguió. Pero, los chillidos del público y la ímpetu de las palmadas dirigidas a Gianluca, la detuvieron. Al ver a Gianluca sosteniendo un micrófono, supo que ese discurso no acabaría bien para nadie. Por lo que negando con la cabeza, centró su interés en él, olvidándose por completo del cantante.

_ Estoy ante ustedes, porque resulta que mi querido abuelo, Berom, quería que yo, su nieto favorito, les dirigiera unas cuantas mentiras de agradecimiento. _ Sonriendo insidioso, prosiguió. _ Pero me temo que al viejo no lo vemos por ninguna parte, así que estas son mis más sinceras palabras. Cada uno de ustedes puede irse a la mierda. ¿Quieren saber si fui yo quién hizo todas esas perversidades en contra del Royal Empiere? Por eso es que están aquí ¿no? ¡Puñado de hipócritas!. Pues no, desafortunadamente no fui yo, pero me hubiera encantado haber hecho todo ese desmadre del que me acusan. ¿Contentos? Espero que publiquen toda esta mierda que estoy diciendo. Porque estoy harto de todas estas apariencias que no son nada más que eso. Mi familia está completamente desquiciada, ustedes son unos idiotas que se pavonean en mi mansión con aire de superioridad, soy infeliz trabajando para esa estúpida empresa a la que me obligan a ir, pero lo único que me hace verdaderamente feliz es esa mujer con ojos de tormenta que está parada justo allá. Y ¿saben qué? Me casaré con ella. Pasa al frente Adeline Strange, permite que el mundo conozca al amor de mi vida. _ Actuando errático, Gianluca hizo un ademán con su mano en señal de que se aproximara a él. Y Adeline, sin saber que hacer, enfiló vacilante hasta llegar a la mitad del salón, de ahí no se movió, ni para retroceder pero tampoco para avanzar. _ Es algo tímida, como verán, pero retomando mi discurso les diré que oficialmente renuncio al Royal Empiere Sonobe y renuncio a ser alguien que no soy. _ Tirando el micrófono, el menor de los Sonobe corrió hacia Adeline, para seguidamente tomarla de la mano y salir huyendo del sitio.

Mientras corrían, Adeline miraba con detenimiento sus alrededores. Percibió el estado de estupor en el que se encontraban todos los invitados, a excepción de Jean Paul y Jean Pierre. El hermano mayor estaba frenético, por lo que exhortó a un grupo de guardaespaldas, dirigido por Adler, que fueran tras ellos, mientras que el hermano del medio, profuso de celos y dolor, bajó la cabeza y apartó la mirada.

Adeline retiró la vista de ambos y la desvió hacia el carismático hombre a su lado. No pudo evitar sonreír, por primera vez en mucho tiempo se sentía libre, sin ningún tipo de ataduras, sin cárceles, sin nada. Solo estaba él, avivando ese lado peligroso, esa llama aventurera y osada que desconocía, hasta que Gianluca Sonobe llegó a su vida.

Saliendo tras las puertas y entrando al garaje pletórico de vehículos, Gianluca extrajo de la vitrina unas llaves negras con el símbolo de un Lamborghini.

_ Que me dices Adeline Strange. ¿Escapas conmigo esta noche?. _ Abriendo la puerta del Lamborghini, color naranja, sonrió con picardía.

Adeline se aproximó al coche, abriendo la puerta del copiloto, sonrió.

_ ¿Cómo podría rechazar tus tentadores ofertas?.

_ Que traviesa estás. ¿De quién lo habrás aprendido? _ Remojándose los labios, Gianluca riendo se adentró al vehículo, al mismo tiempo que Adeline.

_ Aprendí del mejor. _ Dicho esto, Gianluca arrancó el vehículo con una sonrisa de satisfacción, al ver como el puñado de guardias decretados por Jean Paul se dirigían amenazantes hacia ellos. Sin embargo, ya el Lamborghini, se había esfumado a toda velocidad de la mansión Sonobe...


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