—Dage… —El menor de los Song se queja con un tono de agravio cuando tal, al arrebatarlo de los brazos de su shijie para cargarlo él mismo, sin querer lo golpeó en la frente contra una rama.
—Shh, disculpa. Perdón, sigue durmiendo.
Song Yewan hizo un pequeño mohín silencioso antes de recostar su cabeza en el pecho de su mayor. En verdad estaba muy agotado por los largos días sin descanso regresando a su hogar; no lo había notado hasta después de sentir el calor familiar envolverlo cuando lo abrazaron sus shijies y shixiongs minutos antes. Se había aliviado que todos estuvieran bien y, gracias a esta preocupación dejando su corazón, ahora estaba muy somnoliento.
Suspira satisfecho y deja caer sus párpados una vez más listo para retomar su siesta. Pero no pasa mucho cuando, de repente, siente en su rostro unas cortas barridas cuidadosas que le hacen abrir un ojo para ver de qué se trataba.
—Ah, lo siento, didi, pero cayó un poco de nieve en tu rostro. ¿Cómo no la notaste?
Song Yewan se encoge de hombros antes de sentir unos suaves dedos toquetear sus mejillas.
—Oh, es entendible el por qué no la sintió ¡Su cara está tan fría como la nieve!
Inmediatamente, dashixiong tuvo que detener sus pasos debido a que sus hermanos menores marciales se arremolinaron alrededor suyo para comprobar la salud del más joven en sus brazos.
—¿Fría? ¡Está helada! Didi, ¿estás bien? ¿Quieres un abrigo más?
—Aquí. Traje un poco de sopa y pasteles de arroz que están aún calientes. Shidi, come alguno, debes de estar muy agotado de donde sea que vienes.
—Dashixiong, baja a shidi para que tome asiento y pueda comer y recuperar calor.
Song Weiyu se negó a soltarlo hasta que Song Meiling lo recuperó de vuelta y se lo llevó cargado a una gran piedra donde se sentó con su hermanito sobre su regazo. Los menores ahora le siguieron a ella y comenzaron a abrir sus cajas de desayuno para que tenga variedad de opciones.
Apenado, Song Yewan se disponía a salir del abrigo que lo tenía envuelto como oruga para poder acomodarse por su cuenta y comer lo ofrecido, pero no fue posible. Su dashijie no se lo permitió diciéndole que el cambio de temperaturas brusco podría hacerle daño y que sólo señalara los alimentos que deseaba.
Él suspiró sin ganas de negarse como habitualmente lo hacía cuando sus mayores querían seguir tratándolo como a un pequeño niño, e indicó con la cabeza dos llamativas cajas rojas con relieve de flores: una contenía bollos al vapor aún humeantes y otra guardaba sopa de lotos recién hecha.
Acto seguido, asomó ambas manos fuera de la manta y en estas le entregaron el bollo más grande. Luego de agradecer, comenzó a comer dando mordiscos pequeños y tranquilos. Oh, Dios, este hermanito luce como un adorable gato.
Algunos de sus compañeros se unieron al desayuno comiendo parte de lo que trajeron, otros conversaron con Song Yewan bastante curiosos por saber de dónde venía. Aunque él no dio respuesta a ello, ellos no insistieron: entre las reacciones del menor, implícitamente comprendieron que el maestro estaba al tanto de la situación.
—Didi, di "ah"
Al hacerlo, recibió una cuchara llena de deliciosa sopa cargada de energía espiritual en su boca. Song Yewan bebió el cálido líquido a gusto y se sintió mejor, menos aletargado. Sus ojos brillan con encanto, sus mejillas se sonrosan aún más gracias al calor de la sopa; agradece con la cabeza y abre la boca de nuevo pidiendo más.
Está bien dejarse mimar un poco ¿no?
Una sonrisa discreta se esconde detrás del blanco pastelillo cuando dio otro bocado.
Se siente feliz por estar de nuevo en casa.
Cuanto más se acercan a la casa de shifu, más perciben el aroma de un dulce cocinándose dentro. Es tentador, pesado y muy cálido, los envuelve a todos y los hace sentir hambrientos a pesar de recién haber desayunado.
Saben el porqué es esto.
Desde que su hermano menor se fue a "cultivar a puerta cerrada", su shifu ha comenzado con las pruebas para crear un alimento que elimine el hambre por semanas. Esto fue planeado por él durante años.
Antes de la llegada de su hermano menor a la secta, este fue un templo al servicio de quien lo encontrara. Estaba muy alejado de la sociedad, mas aún mantenía el contacto con tal al abrirle las puertas a quien deseara venir a adorar a su deidad principal o pedir algún favor a los taoístas. A pesar de ser muy, pero muy pocos quienes llegaban e incluso no tenían con qué pagar, los monjes altruistas mayores ayudarían sin importar qué.
Todo fue una convivencia sana y pacífica que nunca dio lugar a problemas.
No obstante, un día todo terminó.
Literalmente de la noche a la mañana, shifu regresó del mundo mortal y decidió cortar cualquier relación con este. Tomó a sus discípulos y juntos se mudaron a otra montaña.
Nadie más del mundo mortal pisó su templo.
El maestro llegó a encerrarse una vez al año y durante varios días en su oficina, siempre intentando crear el milagroso remedio contra el hambre. Aparte de dashixiong y dashijie quienes lo acompañaron aquella vez, ni uno más sabe qué sucedió. Sin embargo, aun así, lo apoyan en todo lo posible para que su maestro logre la meta.
Ah, y allá estaba él…
En medio de su jardín delantero, cuidando de la más pequeña flor de vainilla que se rendía ante la inclemencia del frío. Aquel es el gran inmortal de esta montaña: Song Baihua.
Lo envuelve una pesada capa roja cual sangre. El cálido color contrasta en demasía con los fríos del cielo de invierno y el jardín logrando realzar de esta manera su presencia en el lugar. Su aspecto es impresionante, de otro mundo. Entre las bellezas mortales, un dios de aura distante y misteriosa. La larga cabellera de tinta cubre su espalda y enfoca toda la atención en el hermoso rostro de frío jade blanco, varonil y sereno. Su mirada gentil pasea concentrada por el lugar lleno de plantas medicinales y flores espirituales; no es hasta cuando esta llega a donde se encuentran sus discípulos, que repara recién en ellos.
Entre sus largos dedos ondulaba un hechizo que llegaba a la blanca flor y la fortalecía; al apenas verlos, esta se detiene. Luce encantado al verlos.
—Zhen'er…
Voz profunda y agradable. Una sonrisa se dibuja en sus labios finos. A paso rápido alcanza al grupo que también avanzaba hacia él con Song Yewan al frente caminando por su cuenta.
Shixiongs y shijies saludan solemnemente al maestro con la reverencia correspondiente. Song Yewan aún sostenía el gran abrigo alrededor de su cuerpo por lo que su reverencia fue algo torpe cuando la realizó.
—Shifu, este discípulo ha regresado. —Anuncia tranquilamente—. Este discípulo viene a presentarle sus respetos a-
El abrazo de shifu resultó ser más cálido que el abrigo mismo. El sobretodo de piel cae cuando el inmortal lo carga cual niño pequeño. Tímido, Song Zhen devuelve el abrazo con cariño y oculta su expresión feliz de las miradas de los demás.
—Zhen'er luce saludable y parece ser que ha crecido de nuevo —dice alejándolo de su cuerpo para verlo mejor, manteniéndolo sin tocar el suelo todavía—. Este padre está realmente complacido con tu regreso seguro y también con ver que no te niegas a nuestro cariño, jajaja ¿Tus hermanos aún no te agobian? ¿Los extrañabas demasiado o simplemente te están dando tu espacio?
«Los extrañaba.» Pero no lo diría en voz alta.
Song Yewan es el amado y mimado pequeño de esta familia, quien es consciente de que si quería algo se lo darían en lo posible. Si hubiera deseado que no lo abracen ni carguen en brazos como antes, con tan sólo haberse negado una vez hubiera bastado. Porque desde que entró en la etapa de la pubertad hace más de un par de años, a este joven le ha importado el espacio personal. Sus mayores conocen esto y lo entienden, por lo que se retirarían sin insistir si su shidi no quería contacto...
De la misma manera, ellos también saben que si él no dice algo al respecto es porque silenciosamente lo permite.
Desde que comenzó su nueva etapa, pocas veces accede a los cariños y nula vez él es quien toma iniciativa; con lo último ya se rindieron, así que por la otra razón es que hoy se sienten realmente felices de poder volver a abrazarlo sin que se les rechace ¡Esta es la forma de xiao didi de revelar su afecto!
¡Ah! ¡Se sienten tan afortunados de poder ser los únicos que vean esta faceta adorable de su shidi!
Sombras cayeron en los rostros de todos. La más terrorífica era la del maestro, quien aún se mantenía sonriente sosteniendo su taza de té a medio camino hacia su boca.
Ya es suficiente saber que su shidi le permite a ese niño dormir a su lado para ahorrar ¡¿Pero incluso lavar y cepillar su cabello?! ¡¿Comer del mismo plato?! ¡¿En qué les beneficiaba?!
¡¿Qué tan cercanos se volvieron esos dos en tan poco tiempo?!
Ellos querían ser los únicos... Sob sob.
Song Yewan estaba concentrado pelando las semillas que trajo del mundo mortal para sus mayores, de manera que no notó este tétrico ambiente. Él sólo continuó contando su anécdota ajeno a las reacciones de quienes la escuchaban.
—… cuando nos alcanzó la noche, regresamos a la posada. Hacía demasiado frío, pero Xiao-xiong aún correteaba de un lado a otro jugando con la nieve, aprovechando el poder tocarla más tiempo con mis guantes. Por más que le insistí que con eso no era suficiente y que debía de abrigarse más, no quiso hacerlo diciendo que no había necesidad.
Un par de shixiongs lloran en su interior ¿Por qué con este recién conocido su xiao shidi es más permisivo y amable? Cuando ellos no se abrigaban correctamente, Yewan les lanzaba alguna capa, bufanda o par de guantes a la cara haciendo un mohín de enfado sin decir palabra ¡No se los colocaba él mismo con palabras gentiles como "No quiero que te resfríes de nuevo"!
—Estaba en la terraza preparando sopa, cuando escuché un estornudo. Luego otro, otro y otro más —cuenta mientras coloca el plato hondo lleno de semillas en el centro de la mesa. Hace un gesto hacia este, indicando así que ya pueden servirse de él. Bebe un sorbo de su té y continúa—: Antes de poder siquiera girar a verlo, Xiao-xiong ya estaba intentando entrar a mi capa.
Todos los oyentes pararon de comer al escucharlo. Estaban impactados y un poco preocupados ¡Definitivamente su shidi no permitió esto! ¿Qué sucede con ese niño tan mimado?
—Didi… —llamó una shijie intentando disimular su inquietud—. Tú… no te enfadaste demasiado ¿no? Hasta donde nos cuentas, parece que tu amigo es alguien muy dulce y lo más probable es que no haya querido molestarte a propósito. Sólo tenía frío…
Song Yewan la observa confundido con sus ojos de oro y niega la cabeza con seguridad. Arregla el abrigo que lo mantiene caliente encerrándose más en este; sus pálidas mejillas toman un suave color rosa cuando las esconde detrás.
—Lo sé. Xiao-xiong no es así, sólo…
Lo pensó unos segundos.
—... es adorable.
Un silencio se asentó entre ellos de nuevo. Esta vez, los mayores estaban sorprendidos y hasta se sentían algo curiosos acerca de aquellas últimas palabras murmuradas.
Song Yewan continuó su relato sin percatarse de lo ocasionado:
—Fue gracioso verlo así, parecía un pequeño animal. Quise quitarme la capa para dársela, pero Xiao-xiong inmediatamente salió. Por más que le dije que iría a nuestro cuarto por otra, Xiao-xiong se negó a entrar en la capa de nuevo, e incluso la acomodó de vuelta en mí.
Ríe discretamente. El resto de personas no saben qué pensar acerca de aquella sonrisa de deleite y su mirada tan lejana, pero animada. Tampoco sobre este largo tiempo que pasó hablando ¡El hermano menor es tan tacaño con las palabras! ¡Pero hoy parece una persona diferente! Como...
Como si tuviera más vida...
Quién... ¿Quién es exactamente ese niño que su pequeño hermano conoció?
—Volví a sentarme para continuar cocinando y él siguió estornudando. Pff ¿Saben? Xiao-xiong por dentro es un niño, hace pucheros muy lindos aunque es mi ge.
—Haa… Zhen'er pasó por muchos problemas… —finge lamentarse el maestro. Está atento a lo que seguirá.
La respuesta fue rápida, sin pensarla mucho:
—No, no fue como lo piensas, A-Die. Nunca lo sentí así. Aunque... en ese momento, llegó un punto donde no pude soportarlo más verlo quejarse…
Algunas hermanas mayores quedaron cautivadas con la primera parte; algunos hermanos mayores rezaron en su interior por el compañero de viaje de su pequeño hermano debido a la última oración. Seguramente, Yewan le ordenó molesto ir a abrigarse o lo arrastró hacia adentro para que deje de exponerse al frío; ya que algo que él no soporta es la terquedad (además del apego excesivo).
El menor continuó—: … No tuve más remedio que permitirle entrar de nuevo a mi capa como antes. Y él sólo... ¡Saltó y me abrazó tan rápido que ni lo noté a tiempo!
Todos los demás—: …
—No quiso soltarme; repetía que yo… soy muy cálido. —Luce tímido al decirlo—. Y ni siquiera quiso comer por su cuenta.
Suspira…
—En realidad, sé que fue muy mimado en su secta. Así que, creí que lo mejor sería mantenerlo de esta manera…
—Didi… —llama Song Meiling—. Ah, xiao didi... No debes de callar si algo no te gusta. Está bien decirlo o sólo irte si no te sientes cómodo.
Song Yewan sólo frunce los labios.
Suspira de nuevo. Han sido tantas veces ya; sus mayores se sienten desconcertados.
Y más con lo dicho junto al último suspiro:
—Me hubiera gustado traer a Qingchen conmigo.
Ello dice mucho sin que se dé cuenta.