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71.42% El Protectorado del Multiverso / Chapter 10: El implacable rencor de Ikaro contra Elliot

Chapter 10: El implacable rencor de Ikaro contra Elliot

Elliot se detiene parado en el medio de una calle, cerca del centro donde Amity lucha para mantener contenida a Infinia. Desde su punto de vista, se ve como si estuviera grabando a un ave de presa pelear con una mosca, desde debajo del ave.

En un momento, Infinia bosteza, e inmediatamente después, Elliot es empujado unos pocos segundos hacia el futuro por una corriente de tiempo que se expande cómo una onda de agua.

Cuando deja de moverse, siente cómo algo lo choca desde atrás, empujando todo su cuerpo hacia delante y haciéndolo caer de cara al suelo.

— ¡Onion! — Le grita Gail tras incorporarse.

— Perdón. Creo que me empujó hacia el futuro. — Comenta Elliot, mientras se levanta y se limpia el polvo de sus pantalones.

Gail le propina un puñetazo en la cara.

— Bueno, ahora estamos a mano. — Dice Elliot, evitando añadir más leña al fuego.

Un grupo de soldados armados con equipo avanzado se les acerca doblando una esquina.

— Tenemos que irnos. — Dice Gail. — No podrás con ellos.

Elliot intenta replicar, pero Gail sale corriendo. Sin esfuerzo, Elliot lo sigue, prácticamente caminando a su lado, aunque se puede ver que está utilizando su velocidad de Lightling para ello, debido a que deja una ligera estela de luz amarilla y blanca detrás.

Tras unas pocas cuadras entran a un edificio, suben seis pisos por escalera hasta llegar al techo, y desde ahí, saltan al de un edificio contiguo, y a otro, y a otro. La mitad de los soldados los perdieron, mientras subían las escaleras. Sólo queda un grupo que los espera en la esquina. Tres soldados, para ser más exactos.

— Tienen armas G. — Dice Gail cuando se deja caer del techo. Elliot por su parte se queda allí.

— White Hole — Elliot abre un portal intentando predecir la trayectoria de los proyectiles.

Se oye una explosión cerca de la base del edificio donde está Elliot. Éste salta del techo y ubica un portal debajo de Gail. Él también cae en éste.

El paisaje cambia drásticamente. El cielo ahora brilla de un amarillo intenso, el pavimento se ve blanco cómo la nieve, y todo lo referente al paisaje urbano es en general más vistoso, intrincado y sobre todo, más luminoso.

— ¿Éste es tu dominio personal? — Pregunta Ikaro, con rabia en el rostro.

— Así es. — Elliot responde, sólo para ser impactado por un fuerte gancho derecho.

— ¿Y eso? — Dice Elliot, sangrando un poco por la boca.

— Además de ser un estúpido Lightling, eres irritantemente presumido.

— Tú también eres un Lightling.

— No lo soy. — Responde Ikaro, conectando un puñetazo en el estómago, haciendo que Elliot se agache sobre el mismo debido al dolor. — Ya no.

Confundido, Elliot levanta la mano en señal de pedirle que se detenga. Pero en vez de eso, recibe un empujón que lo manda de cara al suelo.

— ¿Por qué me dejas golpearte?

— Porque si me defendiera. — Responde Elliot entre quejidos de dolor. — Te daría más motivos para odiarme.

Gail suspira. — Está bien, vamos, tenemos que terminar éste examen. — Dice ofreciéndole la mano con una sonrisa. Elliot la toma, y Gail lo levanta del suelo.

— Gracias.

Luego, sin soltar aún su mano, le aplica una llave al brazo y lo vuelve a derribar de cara al suelo.

— No entiendo que vio ella en ti. — Dice Gail tras derribar a Elliot, a la vez que lo amenaza con un cuchillo negro cómo la noche en el rostro.

Él por su parte, no recuerda a Gail de nada, pero esas palabras le traen recuerdos. Las heridas de su corazón se abren a la par que las lágrimas le saltan.

— ¿Qué tienes tú que ver con ella? — Pregunta Elliot, mientras hace fuerza para levantarse. Mientras tanto el cielo se va vistiendo de negro. Gail mira hacia arriba y sonríe de oreja a oreja.

— Soy su amante. — Dice Ikaro sin tapujos. — Pero claro, tenías que estar tú en medio. Por eso es que nunca me dió su corazón.

— ¿Cómo es que...? ¡Imposible! Eres demasiado joven para eso.

— ¿Demasiado joven, dices? Sí que eres idiota.

Elliot desaparece y reaparece, sin rastro de sus heridas, enfrentando a Gail. — Qué osado por tu parte el desafiarme así en mi terreno. — Dice antes de abrir un portal en el suelo bajo los pies de ambos.

Y vuelven a caer, saliendo en el mismo instante en que entraron, pero ésta vez, justo encima de dos de los tres soldados.

Gail se incorpora y atraviesa el estómago del tercero antes de que pueda reaccionar, para sorpresa de Elliot, quién se queda pasmado viendo la escena. No sólo por su acción, si no por el método empleado. El chico había formado una espada, no de luz, si no de oscuridad.

— Sí, soy una sombra ¿Tienes algún problema con eso? — Le pregunta Gail a Elliot en tono pasivo agresivo.

La verdad es que sí. Las sombras y los lightlings son enemigos acérrimos desde siempre, y es que las sombras son todo lo que los lightlings temen. De hecho, se suponía que La Luz había confinado a La Oscuridad y sus sombras hacía incontable tiempo atrás. Pero ahí está Gail... De la misma inexplicable forma que las sombras aparecieron de la nada aquel fatídico día.

Elliot parpadea y Gail se aleja, dejando atrás al soldado herido. A pesar de la persecución, Elliot lo mira y se compadece de él. Se arrodilla mientras los otros dos se levantan del suelo y le apuntan con sus armas.

— Calma, voy a ayudarte. — Le dice. — No soy un sanador, pero aprendí algún que otro truco con los exploradores. — Piensa en voz alta.

La herida es amplia y desangra rápido.

— Primero hay que cauterizar dónde se pueda para evitar más pérdida de sangre. — Dice antes de emitir una tenue pero caliente luz desde la punta de su dedo índice y aplicandola cuál electrocauterio con precisión de cirujano.

Uno de los soldados amaga con amenazarlo, pero el otro le detiene.

— Ya está. Me temo que no tengo bolsas de biomasa conmigo, si no, podría hacer más. Llevenlo a urgencias, el corte llegó hasta la pared exterior del estómago. Ya está cerrado pero se le filtró algo de ácido estomacal a las paredes intestinales. También van a tener que ponerle sutura.

— Gracias. ¿Cómo te llamas?

Pero algo a lo lejos llama la atención de Elliot, una brillante luz que se enciende y se apaga cerca de Infinia.

— Eh, llámenme Elliot, pero si me disculpan, me tengo que ir. — Dice alejándose a velocidades imposibles.


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