Daisy
—No te equivoques, nosotros no somos los enemigos, son ellos. Dígamos que le estamos haciendo un favor.
—¿Un favor? Esa gente a la que lo quieren entregar, no van a dudar en acabar con él a la que tengan oportunidad. ¿Qué les hace pensar que no lo harán?
—Eso sería desafortunado, pero debemos hacer la prueba.
—Esta trampa la hicieron ustedes mismos por su propio beneficio. Les importa una mierda lo que le pase a mí esposo.
—Él debe saber defenderse, por algo lo quieren. Trampa o no, tarde o temprano los iban a encontrar, ¿Crees que iban a poder huir eternamente? Solo los estamos ayudando a acabar con todo de una vez, ¿Para qué seguir aplazando, lo que va a ocurrir tarde o temprano?
—Esto se nota que era lo que estaban planificando desde que llegaron. ¿Por qué no entregaron el culo ustedes? ¡Traidores!
—Sí, aún así cayó muy rápido. Si le hubieras hecho caso a tu esposo, ahora mismo estarías en otra parte, y quizás, más segura que ahora. Me recuerdas mucho a mi esposa, era igual de necia y nunca escuchaba lo que le decía. ¿Todas las mujeres son iguales? Por otro lado, puedes despreocuparte, Kwan se encargará del resto y trataremos de ayudar a tu esposo tan pronto lo atrapen.
—¿Kwan también sabía de esto?
—¿Y quién crees que fue el que sugirió esto?
John lo dijo y nunca le creo las cosas. ¡Soy una idiota! John está en peligro y no puedo hacer nada para ayudarlo.
—Kwan fue quien sugirió que te sacaramos a ti de ahí.
Kwan
—¿Aún sigues interfiriendo entre ellos dos? ¿No te das cuenta que a ella no le importas? Deberías aceptarlo ya, Kwan— dijo Alexa.
—Eres muy estúpida si piensas que solo lo hago porque ella me gusta. Al lugar donde la llevarán, estará mejor y más segura que al lado de Alma. Ella también está en peligro, yo solo la estoy ayudando; aunque no lo parezca.
—A la que se entere de esto, te va a terminar matando. Acabas de traicionarlo, y sabes muy bien que las personas como nosotros, no perdonamos la traición.
—No me importa, no es como que me interese lo que piense ese idiota. Vámonos de aquí, antes de que sea demasiado tarde y paguemos también con él.
—¿Piensas dejarlo ahí solo?
—¿Quieres que me baje y le haga compañía? Él puede defenderse solo.
—¿No te preocupa que lo maten, y tú panterita te odie por eso?
—Me da lo mismo lo que pase con él. Mi panterita me odia desde hace tiempo, pero esto lo hago por ella. Hay que ver el lado positivo de las cosas, si lo matan, ella se estaría liberando de esa carga innecesaria. Yo sé que no tengo oportunidad con ella, pero lo menos que puedo hacer es esto. Vámonos— dije, y Alexa se bajó de la camioneta.
—Vete tú, no patrocino las traiciones— le agarré la mano bruscamente por su actitud.
—No vas a ninguna parte. Súbete, Alexa. No me hagas repetirlo.
—Tú a mí no me das órdenes— se soltó—. Podrás gustarme mucho, pero le debo una a ese hombre. Cuando tú me diste la espalda, él me ayudó, así haya sido por obligación. Bájate, Óscar, ayudaremos a Alma.
—¿Te estás cambiando de bando, Alexa?
—Sí, supongo que así se le dice— sonrió, y cerró la puerta.
Esta mujer es igual de necia a Daisy.
John
No encontré nada cerca, ni siquiera había rastro de que hayan pasando por aquí. Estaba agachado, cuando escuché unos pasos detrás de mí y vi a Alexa con Óscar.
—¿Qué hacen ustedes aquí?
—Tenemos que irnos. Levántate.
Me levanté y volví a mirar en dirección a dónde estaba la manta. Este callejón no tiene salida, lo que significa que si no están aquí, lo más probable los encontraron primero o nunca estuvieron en este lugar. Si mi hija está en manos de esa gente, las cosas se pondrán más fea de lo que ya están. Tengo que hacer algo.
—Hay que salir de aquí— escuché la voz de Kwan, y miré en dirección a él.
—¿Por qué todos ustedes están aquí? ¿Hay alguna reunión, exposición o qué?
—No tenemos tiempo— no terminó de decirlo, cuando una camioneta se estacionó frente al callejón.
Todos sacamos las armas y les apuntamos, pero no teníamos a dónde ir para cubrirnos.
—Pero si tenemos un escuadrón— escuché la voz del hijo mayor de los Roberts.
Si no salimos de aquí, nos atraparán fácilmente.
—Es el colmo que me tenga que meter en esto por tu culpa, cabrón— soltó Kwan.
—¿Para qué demonios viniste entonces?
—¿Podrían dejar de pelear y concentrarse en el problema principal?— preguntó Alexa.
Le disparé a la camioneta, pero estaba blindada.
—No nos hagas perder más tiempo, Alma. No tienen escapatoria— dijo el viejo.
—John, nos tienen rodeados— dijo Alexa nerviosa, mirando arriba del edificio.
Había tres hombres apuntándonos con un rifle a los cuatro. Un paso en falso y nos harán polvo.
—Ya tenían todo preparado y como un idiota mordí el cebo. Es raro que la gente del tal Akira y Lin, no hayan hecho nada. ¿Qué pasa con esos tipos? ¿No que muy interesado en vengarse?
—No están afuera, se llevaron a tu esposa— dijo Alexa.
—¿Qué?
—Ahora sólo somos nosotros contra ellos, y no pienso quedarme aquí a esperar a que me maten por tu culpa, Alma— añadió Kwan.