En un espacio blanco, Aurora frunció el ceño mientras estaba sentado en una posición que el anciano llamó posición de loto.
Una posición para meditar y si Aurora era sincera, ella no lograba comprender para qué meditaba incluso cuando lo intentaba.
Estar sentada solo le daba sueño y la aburría mientras se forzaba a entrar en un estado de meditación del que hablaba el anciano.
Ya había vuelto a la escuela y a pesar de que algunos practicaban sus habilidades, a ella se le fue ordenado que meditara y que no hiciera nada más.
Los profesores lo aceptaron, ya que la educación sobre las habilidades, despertarlas o perfeccionarlas la podían hacer los padres desde casa, pero a Aurora no le gusto.
¿Por qué ella tenía que meditar? ¡No tenía sentido y más cuando ya iban varias veces que se quedaba dormida!
"No te distraigas."
Una voz antigua sonó y Aurora sintió un golpe en su cabeza y abrió sus ojos viendo una espada de juguete levantarse.
A pesar de que la espada era de juguete, Aurora se frotó la cabeza con dolor.
¿Cómo podía una espada de juguete ser tan mortal? Ella hizo un puchero tratando de aguantar la molestia y…
"¡Señor! ¡Esto no tiene sentido! Llevo meses desde que estoy meditando y no logró nada." Dijo Aurora y acariciando su cabeza le dio una mirada al anciano que la observaba y murmuró. "Lo único que he logrado es dormirme más rápido."
El anciano la observó detenidamente como si quisiera averiguar la veracidad de sus palabras.
"¡Mis compañeros en la escuela están aprendiendo y yo no!" Exclamó Aurora en voz baja.
Era parte verdad y parte un engaño.
Técnicamente, todos estaban aprendiendo, ya que el profesor de habilidades explicaba teóricamente sobre las habilidades para que todos los estudiantes pudieran comprender que era las habilidades.
Priorizaba demasiado sobre la responsabilidad que ejercerían en el futuro y si bien todos aprendían, la verdad era que había algunos que mostraban cualidades únicas.
¡Hubo un estudiante que pudo causar chispas con sus dedos! El profesor había mencionado que tenía talento y afinidad con la magia de fuego.
Aurora quería ser como ellos y…
"Auch…"
El anciano volvió a golpearla en la cabeza con la espada juguete y Aurora se volvió a frotar, mirando al anciano como un gatito lastimado.
¿Por qué se le ocurrió regalarle la espada de juguete que su padre le compró? ¡Ahora la estaba usando en su contra!
Debería haber seguido la idea de Alice de darle solamente comida.
Aurora se lamentó por tener malas ideas.
"Espere. Le estoy prestando atención." Dijo Aurora al ver que el anciano se volvía a mover otra vez para golpearla.
La atacaba cada vez que ella se distraía y Aurora ni siquiera podía pensar sobre otros temas.
Refunfuñando para sí misma, el anciano al verla suspiró.
"Tienes demasiada energía, pero te falta disciplina." Dijo el anciano y sentándose al frente de ella en la misma posición, preguntó. "¿Los niños de tu edad pueden seguir tu ritmo?"
¿Por qué estaba preguntando eso? ¿Sentía curiosidad por ella? El anciano no era de hablar demasiado y la entrenaba con determinación y cuidado, sin curiosear demasiado sobre ella.
"No." Respondió Aurora y recordando a sus lentos compañeros, se rio y comentó. "Todos ellos son lentos y se cansan rápido. Soy la mejor en gimnasia."
El profesor de gimnasia se quejaba de que los niños de ahora eran más energéticos y rápidos que en sus tiempos, y Aurora estaba orgullosa en decir que era mejor que todos sus compañeros.
No iba a contar a su hermana Alice, porque esa glotona no hacía gimnasia diciendo que perdería energía y a pesar de que le insinuaron que necesitaba ejercitarse para no engordar, ella los ignoró.
Nada raro cuando Alice mantenía la misma figura, incluso cuando su madre siempre la alimentaba bien.
Volviendo a concentrarse al ver el anciano agarrar la espada de juguete, Aurora prestó atención.
"¿Piensas demasiado rápido? ¿O tienes más energía?" Preguntó el anciano en calma.
¿Pensar demasiado rápido? ¿Por qué iba a pensar demasiado rápido? No tenía sentido que ella pensara rápido.
Más que pensar rápido, ella se aburría con mayor facilidad y era más, sus alrededores no seguían su ritmo y tampoco coincidían con su energía.
Tenía demasiada energía que gastar y a veces incluso Alice era incapaz de seguirle el ritmo en sus juegos
"Tal vez…" Murmuró Aurora luego de pensarlo detenidamente.
El anciano le dio una mirada atenta y luego soltó un largo y agotador suspiro.
"¿Sabes para qué meditas?" Preguntó el anciano con calma.
"¡Para detectar la energía mágica!" Respondió Aurora en voz alta.
Se meditaba para tratar de detectar la energía mágica que siempre estaba en el ambiente, una tarea que incluso sus profesores en la escuela enseñaban.
A veces ella se olvidaba, ya que se volvía somnolienta mientras meditaba, pero la idea principal era sentir la energía mágica.
Algo que lamentablemente…
"No detecto nada. No sé si se puede hacer mientras duermo… Auhh…"
Al estar hablando, ella fue golpeada otra vez y ella se volvió a frotar bajando la cabeza al ser intimidada.
Aunque fue su culpa y Aurora dio una nota mental de no revelar que la mitad de veces que meditó terminó durmiendo.
El anciano volvió a suspirar.
"El primer paso es detectar la energía mágica. Sigue con ello y si no lo logras en un mes cambiaremos a otro método de entrenamiento." Dijo el anciano y al verla feliz, advirtió. "Sin embargo, otros métodos son más duros."
Un mes era demasiado tiempo y Aurora sonrió diciéndose que lo iba a lograr.
******
"¡No puedo lograrlo!"
Una voz interrumpió la meditación del anciano y él abrió sus ojos viendo a una niña frustrada al alcanzar el tiempo límite.
"¡Ya es año nuevo y no puedo lograrlo! ¡Pronto cumpliré cuatro años! ¡Soy una inútil!"
La pequeña niña gritó frustrada y se puso una mano en la cabeza como si estuviera exasperada de este entrenamiento.
El anciano tuvo que admitir que la niña tenía demasiadas expresiones vivaces y no se preocupó de la frustración, ya que…
"Señor Anciano. Deme hasta mi cumpleaños. Son dos meses. Lo lograré." Murmuró la niña dando una mirada llena de determinación.
Era una niña testaruda que no se rendía con facilidad y en cierto modo era un punto agradable de ella, pero lamentablemente era una niña que le costaba aprender.
El anciano se levantó y sacando la espada de juguete que le regaló la niña, la golpeó otra vez en la cabeza.
"Auch… ¿Por qué? Estoy siendo determinada." Cuestionó la niña y… "Auh…"
Recibió otro golpe de su parte y el anciano, al ver que ella se frotaba la cabeza, levantó la espada de juguete y asintió para sí mismo.
Era de juguete, pero a su nivel era fácil imbuirla con energía mágica sin romper la espada y fue suficiente como para dar un golpe a la niña.
"Duele incluso si es de juguete." Murmuró Aurora en voz baja y tras un momento, comentó. "Pero aun así seguiré entrenando, señor."
¿Qué clase de niña le trajeron? A veces el anciano se preguntaba si la niña era lenta, pero no lo era.
La manera que sus ojos negros se movían para todas partes rebuscando la razón por la cual él la golpeó dejaba ver que era una pensadora rápida.
Sin embargo, todavía no se había dado cuenta de que había logrado absorber la energía mágica en su cuerpo.
Un paso más adelante que simplemente sentirla y lo curioso era que no se daba cuenta… No, no era que no se daba cuenta, sino que no la reconocía.
"¿Señor?" Dudó la niña inclinando la cabeza al mirarlo.
El anciano la observó con mayor profundidad y pudo percibir como la energía mágica había llenado el pequeño cuerpo de la niña.
"Vuelve a meditar." Ordenó el anciano y esta vez se quedó al lado de la niña.
Normalmente, entrenar a alguien tan joven era problemático porque si no se tenía cuidado la persona podía salir lástima y afectaría todo el desarrollo y crecimiento futuro.
Y como si fuera poco, el entrenamiento llevaba tiempo y la energía mágica podía cambiar el cuerpo y acelerar el crecimiento.
Sin embargo, aquí no tenía que preocuparse de nada de eso.
Este espacio ilimitado no solo serviría para que ella no se distrajera mientras entrenaba, sino que también no crecería y el cuerpo se mantendría igual, no importaba cuánto tiempo pasara y cuanto entrenara.
Agregando que el método para respirar y usar la energía mágica que él le había enseñado era para un desarrollo interno, ella no crecería fuera del estándar normal de una niña.
Aunque su mente sería más avispada y eventualmente ella tendría una edad mental mayor que la de una persona normal.
"…"
Concentrándose en la niña, el anciano la vio meditar y gracias a que podía ver más que una persona normal, percibió las montas de energía mágica reuniéndose alrededor de la niña.
Y luego siendo inhaladas por ella mientras interiorizaba la energía mágica y exhalaba cualquier impureza.
La velocidad, el control y el ritmo no solo era asombroso, sino que perfecto.
"¿Alguna diferencia?" Preguntó el anciano al despertarla.
La niña lo observó dudando un largo rato y luego suspiró, agitando la cabeza.
"Lo siento señor. Su método no está funcionando, creo que está roto… Auch…"
El anciano la volvió a golpear y ella, al frotarse la cabeza, le dio una mirada herida antes de quedarse callada sabiamente, reconociendo el error que cometió.
Ella volvería a cometer errores parecidos, pero como siempre seguiría adelante a pesar de cometerlos.
Una actitud elogiable.
"No es tu culpa." Dijo el anciano y al ver que los ojos de la niña brillaban feliz de que ella tuviera razón, añadió. "Y tampoco de mi método."
"Si usted lo dice…" Murmuró la niña como si dejara a un lunático seguir con sus delirios.
El anciano apretó el agarre de la espada de juguete y pensó en usar una espada de madera para golpearla y hacer que recapacitara, pero no pudo.
Esos métodos tan antiguos funcionaban y el inconveniente era que no funcionaría con ella, que parecía tan testaruda.
Y por supuesto, los padres de la niña se quejarían…
"Has vivido en áreas de alta densidad de energía mágica y siempre la has sentido, solo que no te has dado cuenta. No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes." Murmuró el anciano y al ver que la niña no lo comprendía, le preguntó. "¿Quieres detectar la energía mágica? El próximo método que usaré, no será nada agradable."
La pregunta fue un tono serio y la niña fue lo suficiente perspicaz para darse cuenta de que lo que estaban por hacer no era un juego.
Sintió la ansiedad y se puso nerviosa, pero la mirada que daba era testaruda sin querer dejar nada a la mitad.
"Sí." Respondió la niña con determinación.
El anciano, al verla tan decidida, reunió energía mágica en su mano y luego la expulsó en una ola al suelo, que provocó un viento que alejo toda la energía mágica del área.
Todo el sitio quedó sin energía mágica y la niña lo sintió de inmediato.
"Señor… No puedo respirar…" Murmuró la niña sosteniéndose la garganta.
Ella empezó a desesperarse tratando de respirar, como si creyera que todo el oxígeno había dejado este sitio.
Sin darse cuenta de que lo que había desaparecido era la energía mágica totalmente.
Su cuerpo había estado en contacto con tanta energía mágica, que ahora, al estar en un sitio sin nada, fue como si no pudiera respirar.
"Señor… Señor…"
Ella se desesperó aún más y esa desesperación no la dejó pensar.
Los ojos de la niña se volvieron llorosos y el miedo creció en ella, llevando a que el anciano dudara si volver a traer la energía mágica.
Sin embargo, no se detuvo y se acercó a la niña.
"Concéntrate en mí y calma tu mente." Dijo el anciano al sentarse cerca de ella y observándola como ella obedecía, murmuró. "Hay algo que falta aquí. Quiero que lo descubras."
"Falta… Aire…" Respondió ella como si fuera obvio y… "Auch…"
Fue golpeada otra vez y fue ese golpe lo que llevó a que dejara de sostenerse el cuello y se frotara la cabeza mirándolo de manera lamentable.
"Es un abuelo malo." Murmuró la niña.
Estaba enojada y el anciano al escuchar que lo llamaban abuelo no pudo ocultar una pequeña sonrisa divertida al verla enojada.
Era una niña tan talentosa, que se adaptó inconscientemente a la falta de energía y pasó de alguien que le faltaba aire, a una persona que se adaptaba con rapidez.
"¿No era que no podías respirar?" Preguntó el anciano de vuelta.
"Yo…"
La niña volvió a tomarse el cuello como si le volviera a faltar aire.
Similar a cuando se le decía a alguien que respirara y esa persona lo hacía manualmente, la niña se adaptaba a sitios sin energía mágica inconscientemente, pero cuando se lo mencionaba, fallaba de inmediato.
"Respira suavemente. Inhala y exhala." Ordenó el anciano sentándose al lado de ella y al verla que lo estaba siguiendo, volviendo a estabilizar su posición, murmuró. "Aquí falta algo. No es aire. Es algo que revitaliza tu cuerpo. Te da energía. Agiliza tu mente y cuerpo."
La energía mágica no estaba en este sitio y para alguien que nació y creció en áreas con alta densidad de energía mágica era como quitarle el aire.
Aurora respiraba, asimilaba y sentía la energía mágica de manera inconsciente y no podía diferenciarla del aire, porque nunca tuvo la necesidad.
Si no podía detectar la energía mágica, tenía que detectar la falta de ella.
"¿Mejor?" Preguntó el anciano y al verla asentir suavemente, le sonrió y comentó. "Ahora siente lo que falta a tu alrededor. Será duro y costoso, pero puedes lograrlo."
La niña se mantendría con la energía mágica asimilada en su cuerpo y si bien ella era una humana, nació en un mundo con energía mágica y esa energía era parte de ella.
Un ser mágico decaería e incluso moriría sin la energía mágica y si bien los terrícolas estaban genéticamente adaptados a la falta de ella, para alguien como Aurora sería difícil mantenerse en pie.
No obstante, entre más energía mágica le faltará, más oportunidades ella tendría de identificar qué era lo que le faltaba.
Y una vez que lo hiciera, podría finalmente empezar con el entrenamiento.
"Lo haré." Murmuró la niña dando una mirada seria.
"Claro que sí." Respondió el anciano y sonrió al verla cerrar los ojos
Era una niña con tanto talento que no se daba cuenta de lo que era capaz, pero estaba bien… Él le enseñaría bien.
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