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79.92% EL Mundo del Río / Chapter 223: DIOSES DEL MUNDO DEL RÍO (33)

Chapter 223: DIOSES DEL MUNDO DEL RÍO (33)

Aunque cubierto de sangre, el inglés no estaba herido excepto un golpe en la cabeza.

Perdí el sentido, y alguno de los muertos cayó encima mío. Los androides no me vieron.

Se tocó suavemente la cabeza, e hizo una mueca.

Fuiste muy afortunado dijo Burton lentamente. Creo que eres el único de los caídos que ha escapado de ser rematado.

¿Por qué había sido Gull quien había tenido esa suerte? ¿Por qué no Nur o de Marbot o Behn?

No, aquello no tenía importancia, se dijo a sí mismo. Podían ser resucitados.

Y entonces supo que el asesino debía haberse asegurado de que los muertos siguieran estando muertos. ¿Por qué matarlos si podían ser traídos de vuelta? No tenía sentido.

Tendría que averiguar aquello. Pero por el momento, lo primero que tenían que hacer era recobrarse de su agotamiento y de su shock. Luego habría que convertir en cenizas a los muertos; había que limpiar aquel horrible matadero.

Vayamos a la casa dijo. No vamos a ganar nada quedándonos aquí.

Primero, sin embargo, tenía que tomar precauciones para protegerse a sí mismo y a los otros. Tomó los dos lanzadores de rayos y dijo:

Puñado de Estrellas, ¿había androides en la casa cuando tomaste esto?

No vi ninguno dijo ella. Su voz estaba tan vacía de expresión como su rostro.

Tendremos que hacerlo todo por nosotros mismos dijo Burton. No podemos confiar en los androides.

Dejó de caminar. Los lanzadores de rayos parecían más bien ligeros. Abrió el fondo de la culata y miró los receptáculos de las células de energía. Maldijo. Estaban vacíos.

Se los mostró a Puñado de Estrellas y dijo:

Hubieran resultado inútiles.

Lo siento dijo ella. Estaba demasiado excitada como para darme cuenta. Se estremeció.

Ha sido una gran cosa que no haya tenido que usarlos.

Sí. Pero cualquiera que haya hecho todo esto es muy listo. Sólo que...

Estaban subiendo la colina, con la impresión de que cada paso hacia adelante parecía hundirlos un poco más en una sustancia espesa y densa, como si estuvieran caminando por el fondo de un pozo de melaza.

¿Qué? preguntó Puñado de Estrellas.

¿Por qué el asesino no hizo que los androides tomaran simplemente los lanzadores de rayos de la casa y nos mataran con ellos? Hubiera sido muy fácil. No hubiéramos tenido la menor oportunidad.

Li Po había estado escuchando. Dijo:

Quizá al asesino le guste la vista de la sangre. O puede que desee que suframos o que pensemos que podemos sobrevivir. Tal como han ido las cosas...

No va a detenerse dijo Burton.

Fracasó dijo el chino. Todo lo que tenemos que hacer es resucitar a nuestros amigos, y él tendrá que... Abrió mucho la boca.

¡Oh! ¿Y si ha inhibido su resurrección?

Exactamente dijo Burton. Bien, muy pronto lo sabremos.

Frigate lo sujetó por el brazo. Miró hacia atrás, y Burton se volvió para ver lo que estaba mirando. Gull se había quedado muy rezagado, subiendo muy lentamente la ladera.

Puede que yo sea demasiado suspicaz dijo el americano, pero ¿no creéis que es curioso que no fuera muerto después de caer? No tengo ninguna prueba de mis sospechas, pero después de todo, él era Jack el Destripador. Quizá actuó sobre seguro, programó a los androides para que no le hicieran nada a él. Pudo incluso arreglar las cosas de modo que uno lo golpeara ligeramente en la cabeza si parecía que nosotros ganábamos. Odio decir estas cosas, pero no podemos seguir corriendo riesgos.

Yo he pensado lo mismo dijo Burton. De todos modos, su historia puede ser cierta.

Caminaron en silencio el resto del camino. El cielo seguía siendo azul, y el sol estaba allá donde estaría a las seis de la tarde. Pensó en lo que había dicho el Sombrerero Loco:

«Aquí siempre son las seis en punto.»

Los pájaros estaban cantando de nuevo entre los árboles, y una ardilla irritada le estaba chillando a algo, probablemente uno de los gatos de Alice. Los animales salvajes

debían haberse callado asustados ante todo aquel estrépito, pero ahora que había cesado, habían reanudado su vida normal. Todo el ruido y la babel no significaban nada para ellos una vez habían pasado. Aquellas inocentes criaturas vivían tan sólo en el presente; el pasado quedaba olvidado.

Envidió su inocencia y su ignorancia del tiempo.

Hicieron una pausa para recuperar el aliento en el amplio y hermoso jardín de flores en la parte superior de la colina.

Burton escrutó el cielo, preguntándose si los sillones estarían apretándose contra las azules paredes en algún lugar ahí afuera. Seguirían haciéndolo hasta que su reserva de energía se debilitara, y entonces descenderían lentamente entre los árboles.

Entraron en la enorme casa vacía esperaba que estuviera vacía y registraron todas las habitaciones, las armas preparadas. Satisfechos al comprobar que nadie, humano ni androide, estaba oculto o emboscado, se dieron una ducha. Tras ponerse ropas limpias, sencillas, se reunieron en la enorme biblioteca. Por aquel entonces las píldoras antishock proporcionadas por la Computadora estaban haciendo ya su efecto. Seguían todavía muy cansados y desanimados, sin embargo. La bebida no pareció ayudar mucho. Nadie tampoco sentía hambre.

Bien, no sirve de nada seguir demorándolo dijo Burton, y se sentó frente a la consola de la computadora. Aunque temía hacer la pregunta, la formuló. Y lo que no deseaba oír fue lo que la Computadora, a través de la computadora, le dijo.

Los muertos, Nur, Turpin, Sophie, de Marbot, Aphra, todas las bajas, no podían ser resucitados. Alguien había inhibido su resurrección, y la Computadora no podía decir quién era esa persona.

¡Oh, Dios mío! dijo Alice, y gimió. Tuve a Monty durante seis días, ¡y ahora lo he perdido para siempre!

Yo no diría para siempre dijo Burton. Encontraremos una forma de cancelar las prioridades. Algún día.

Deberíamos advertir a los demás dijo Alice.

¿Los demás? dijo Burton. Oh, te refieres a los de Turpinville. Y Netley y su gente y los gitanos.

Díselo a los gitanos murmuró Frigate. Olvida a los que nos arrojaron a Tom y a mí de nuestros hogares. No merecen que se les avise. Lo que se merecen... bien...

Comprendo como te sientes dijo Burton, pero en un cierto sentido son nuestros aliados. El Snark, o quienquiera que sea el asesino, no se va a limitar a atacarnos a nosotros.

¿Cómo lo sabes? dijo Frigate.

No lo sé, pero debemos advertirles de todos modos.

Primero probó Turpinville. Aunque la pantalla se activó, no hubo respuesta, y pudieron ver solamente una débil y difusa luz ámbar oscuro.

Burton iba a probar con Netley cuando Li Po dijo:

¡Espera! ¡Creo que vi algo!

¿De qué se trata? dijo Burton, entrecerrando los ojos... como si aquello pudiera ayudar.

Algo oscuro. Moviéndose dijo Li Po. Los otros se apiñaron en torno a la consola. Ellos también entrecerraron los ojos.

No veo nada dijo Burton.

Tú no tienes mis ojos de águila dijo Li Po. Señaló. ¡Ahí! ¿No puedes verlo? Es oscuro, y está moviéndose, aunque muy lentamente. Espera.

Finalmente, Burton pudo ver un bulto impreciso y vago. Aumentaba casi imperceptiblemente de tamaño, tomándose un tiempo casi insoportable en acercarse flotando. Pasaron unos minutos, y luego las formas del objeto se hicieron un poco más precisas. Alice jadeó y dijo:

¡Es un hombre!

Burton pidió a la Computadora que hiciera más brillante la zona, si era posible. El fluido

tenía que ser un fluido, puesto que el hombre estaba flotando en él se iluminó ligeramente. Pasaron más minutos, y luego pudieron ver el rostro de un negro, los ojos desorbitados y la boca muy abierta.

No sé lo que puede haber ocurrido dijo Burton, pero ha tenido que ser algo horrible. La pantalla para recibir mensajes de fuera del mundo de Turpin se halla en la habitación contigua a la oficina de Turpin. Obviamente, está llena de agua o algún otro tipo de líquido.

¡Eso es imposible! dijo Puñado de Estrellas.

Oh, sí, sí es posible. La Computadora puede hacer casi cualquier cosa.

Prueba con Netley dijo Frigate.

Burton lo hizo. Esta vez, la pantalla mostró un fluido más claro. No podían ver hasta muy lejos a su través, pero pudieron distinguir una forma algo más oscura que parecía un sofá. Cerca de él había un pequeño objeto oscuro demasiado confuso como para poder ser identificado. Pero estaba flotando. Podía ser una botella de plástico de algún tipo, medio llena quizá, y flotando a causa del aire que había dentro.

Definitivamente otra inundación dijo Burton.

Pregunta a la Computadora si sabe lo que ha ocurrido dijo Frigate. Burton lo miró irritadamente.

No seas estúpido. Quienquiera que haya hecho esto habrá ordenado a la

Computadora que no nos diga nada.

No lo sabes. Quizá al Snark no le importe. Quizá le guste que lo sepamos. De todos modos, si piensa que hemos de morir todos, que no va a quedar nadie para hacer preguntas, ¿por qué preocuparse por ocultar nada?

Cualquier cosa es posible. Lamento la observación.

Burton preguntó a la Computadora si poseía grabaciones de los recientes acontecimientos en Turpinville y en el mundo de Frigate. Replicó que las tenía. Burton ordenó entonces que pasara las imágenes de Turpinville, empezando desde el momento en que el líquido había empezado a manar en el mundo.

Habían pensado que las únicas transmisiones video-audio dentro de los mundos se efectuaban a través de los equipos de la computadora dentro de los mundos privados, conectados a través de cables a los suelos de los mundos. Pero el Snark, el desconocido, había encontrado una forma de romper esa barrera de comunicaciones video-audio. Zonas seleccionadas de la pared del mundo habían sido convertidas en pantallas, y Burton y sus compañeros vieron el diluvio como hubiera podido verlo un pájaro en pleno vuelo. Observaron como las aguas de las fuentes y el río y los marjales y el lago eran reemplazadas por el líquido ambarino. Que, les dijo la Computadora como respuesta a la pregunta de Burton, era bourbon.

¿Bourbon? dijo Burton, y le pidió a la Computadora que repitiera su afirmación. Era bourbon.

Las entradas de las varias fuentes de agua habían empezado a lanzar licor a gran presión. Las fuentes crecieron hasta que casi tocaron el techo de la gigantesca cámara, y el río y lagos y marjales habían empezado a aumentar su caudal de whisky.

No dudo de que es bourbon del mejor murmuró Burton.

Los ciudadanos de Turpinville se vieron presas del pánico pero, tras unos cuantos minutos, habían tomado todos los medios de transporte y se habían dirigido hacia la salida. Habían luchado entre sí para conseguir el centenar de sillones volantes disponibles, golpeando, pateando, apuñalando y disparando. Aquellos que quedaron atrás habían luchado por la posesión de automóviles, motos, caballos y carromatos. Se habían metido apretadamente en el tren y se habían apiñado en los coches. Aquellos que habían conseguido sillones se habían dirigido rápidamente a la salida, sólo para descubrir que no

podían abrir la puerta. La gente que iba a pie y en los vehículos de superficie se ahogaron antes de conseguir alcanzar la salida.

Si no se hubieran dejado ganar por el pánico, hubieran podido pedir a los conversores e-m que les hicieran más sillones volante y volar hasta la salida. Donde hubieran descubierto que sus esfuerzos habían sido pese a todo en vano.

Aunque el licor brotaba rápidamente, el volumen a llenar era enorme, y la superficie de la masa de fluido alcanzaba solamente una cuarta parte de la altura de las paredes. La gente en los sillones los había llevado hasta el techo, pero se habían visto abrumados por las emanaciones o habían muerto por falta de oxígeno. Algunos de ellos podían estar aún vivos; no iban a durar mucho. Aunque la inundación había cesado, no era necesario que continuara para completar su trabajo.

¡Vaya forma de morir! dijo Burton. Miró a los pálidos rostros.

Supongo que debemos probar el mundo de Netley de todos modos.

Lo mismo había ocurrido allí, excepto que el licor era ginebra. De la mejor, por supuesto.

Burton anticipó que aquellos que habían muerto en ambos mundos tenían negada su resurrección por la Computadora, y acertó.

Los gitanos habían estado recorriendo un corredor que conducía al pozo de los wathans quizá sólo deseaban hacerle una visita, cuando un enorme robot sobre ruedas se había lanzado contra ellos y los había acribillado con sus pistolas lanzadoras de rayos. Diez minutos más tarde, los robots habían limpiado la sangre y se habían llevado los cuerpos para ser reducidos a cenizas en los conversores.

Eso nos deja vivos solamente a seis dijo Burton. Siete, si contamos al Snark. Pero...

¿Pero qué? dijo Alice tras un largo silencio.

No respondió. Estaba pensando que el asesino hubiera podido terminar con ellos mucho más fácilmente si él o ella hubiera inundado también el mundo de Alice. ¿Qué significaba aquella diferencia? ¿Había sido tan sólo por una pervertida diversión que había utilizado contra ellos a los exóticos androides, las encantadoras criaturas de dos libros de fantasía para niños convertidos repentinamente en sanguinarios monstruos?

Parecía más probable que el asesino hubiera hecho una excepción en el mundo de Alice porque él o ella fuera uno de los invitados. Y ese invitado quizá había deseado presenciar cómo sus enemigos, gente a la que él o ella debía haber odiado profundamente, eran muertos de la manera más sanguinaria.

Y ese invitado había hecho los arreglos necesarios programando a los androides para que respetaran su vida.

Conocía demasiado bien a Alice, Peter Frigate y Li Po, como para sospechar de ellos. Eso dejaba solamente a dos. William Gull, que afirmaba haber cambiado y era ahora un hombre profundamente religioso, pero que en una ocasión había asesinado a cinco mujeres. Y Puñado de Estrellas, que no tenía ningún motivo para hacer aquello... al menos por todo lo que sabía.

Sin embargo, Gull no había permanecido en la torre el tiempo suficiente como para aprender a operar la Computadora con la habilidad, no, la ingeniosidad, que necesitaba el asesino.

Puñado de Estrellas había estado estudiando a la Computadora mucho y durante mucho tiempo, pero ¿había sido capaz en un tiempo relativamente tan corto de conseguir los conocimientos que aquellos que habían estado utilizando la Computadora mucho más que ella no habían conseguido?

Era posible que hubiera un segundo Snark.

Si era así, entonces los seis estaban a merced suya.

De todos modos, era posible que uno de los seis hubiera sondeado profundamente en las potencialidades de la Computadora y hubiera aprendido cómo llevar adelante las carnicerías.

¿Por qué desearía hacer algo así ninguno de ellos? Se levantó de la silla ante la consola y dijo:

Tenemos que desenrollar las memorias de todo el mundo durante las últimas seis semanas.

En este momento estoy demasiado cansado para ello dijo Frigate. Alice, Gull y

Puñado de Estrellas protestaron también, diciendo que estaban exhaustos.

Hagámoslo mañana, cuando hayamos descansado dijo Alice.

De cualquier modo, es una pérdida de tiempo dijo Puñado de Estrellas. Sabes que cualquiera que haya hecho todo esto agitó una mano habrá instalado falsas memorias.

Sí, lo sé. Pero tenemos que hacerlo.

Permanecieron sentados allí durante una hora, sus breves y apagadas frases flotando entre largos y hoscos silencios. Finalmente Frigate dijo que iba abajo a buscar algo de comida. Los demás aceptaron hacer lo mismo, y comieron más de lo que habían esperado. Bebieron también mucho y así se animaron un poco, aunque eso no borró sus inquietudes. Burton mencionó entonces algo que había estado ocupando sus pensamientos desde que habían entrado en la casa.

Nuestro enemigo cerró la puerta a los turpinitas y a los netleyitas. Puede hacer lo mismo en este lugar. Puesto que fracasó en su intento de matarnos con los androides, puede utilizar el método infalible de ahogarnos. Será mejor que salgamos de aquí y nos traslademos a una suite.

Hablaron sobre ello durante un rato. Finalmente, Alice, bajo sugerencia de Burton, ordenó que la puerta de la zona central fuera abierta. La pantalla les mostró que funcionaba.

Pero eso no significa que el Snark no pueda cerrarla sobre nosotros cuando quiera

dijo Burton.

Entonces salgamos dijo Frigate. El problema es... ¿cómo impedir que el Snark cierre la puerta de la suite?

No lo sé dijo Burton. Pero al menos, no podrá ahogarnos.

Hicieron que el conversor e-m produjera sillones para ellos, y salieron volando al oscurecido mundo y bajo la simulada luna llena. Nadie dijo una palabra acerca de los cuerpos en el campo. No tenían tiempo de ocuparse de ellos, los cuervos, águilas y halcones los despojarían de su carne. Cuando regresaran, si alguna vez lo hacían, tendrían que hacerse cargo únicamente de los huesos.

Tras un último trago, fueron a dormitorios separados de la suite, excepto Burton y Puñado de Estrellas. Ella se arrastró inmediatamente a la cama, dijo «Buenas noches, Dick», y se quedó dormida. El la siguió unos minutos más tarde y, contra lo que esperaba, se durmió inmediatamente. Se despertó cuatro horas más tarde, con su insomnio de toda la vida aferrándose a él como el Viejo del Mar. La mujer estaba en su lado, vuelta de espaldas a él, y roncando suavemente. Se levantó de la cama, se vistió, se dirigió a la habitación principal y obtuvo una taza grande de café. Después de que esto le arrancara parte de su laxitud, se puso a trabajar en la consola de la computadora. Cinco horas más tarde, había puesto en la Computadora todas las órdenes y prioridades en las que pudo pensar para protegerlos a todos en aquella suite. Estaba seguro, sin embargo, de que había otras. Debería preguntar a sus compañeros para ampliar la lista.

Debería haber hecho esto hace mucho tiempo se dijo a sí mismo.

Decidió que no iba a aguardar a que sus compañeros se levantaran para el desayuno. Cansados como estaban, podían dormir hasta el mediodía. Empezó a registrar los corredores debido a que, en aquel momento, no podía pensar en otra cosa que hacer.

Empezó desde la parte superior de la torre con el hangar, revisó todo el primer nivel y luego el segundo. Eso fue rápido porque una mirada mostró que la zona circular estaba vacía, y no había vida excepto la animal en los pequeños mundos.

Su registro lo llevó hasta el nivel 60, y escrutó arriba y abajo los corredores y en las habitaciones a lo largo de ellos. Llegó al corredor cuya pared interior formaba uno de los lados del pozo de los wathans. Allí, sabía, era donde un observador podía ver la superficie de la masa de los wathans.

¡Alto! gritó.

Miró a la curvada pared transparente del pozo.

Las hermosas, brillantes, multicoloreadas, hinchables, deshinchables y retorcidas entidades conocidas como wathans habían desaparecido. El pozo estaba vacío y oscuro.


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