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73.47% EL Mundo del Río / Chapter 205: DIOSES DEL MUNDO DEL RÍO (15)

Chapter 205: DIOSES DEL MUNDO DEL RÍO (15)

Burton vio lo impresionada que estaba Puñado de Estrellas cuando una pantalla le mostró su nacimiento. Había esperado que se impresionara, pero le sorprendió que evidenciara tanta emoción al respecto. Como la mayor parte de los occidentales, consideraba a los chinos como una nación firmemente autocontrolada, los «inescrutables orientales». Li Po era un hombre desinhibido, casi un maníaco, pero era la excepción que confirmaba la regla. En un aparte con Li Po, Burton le habló de esto. El chino se echó a reír fuertemente y dijo:

Puede que los chinos de tu tiempo fueran inexpresivos... cuando había extranjeros a su alrededor o en situaciones amenazadoras. Pero Puñado de Estrellas y yo pertenecemos a lo que vosotros llamáis el siglo VII. ¿Crees que somos idénticos a los chinos de tu tiempo, del mismo modo que los ingleses del siglo VII son iguales a los de tu tiempo?

Creo que he sido suficientemente reprendido y castigado dijo Burton. Nur dijo:

Puede que ella se sienta impresionada no tanto por lo que ve ahora sino por lo que sabe que va a ver.

Era imposible sentirse tranquilo cuando el pasado estaba siendo exhibido delante de uno. Burton propuso que eligieran un apartamento vacío para sus comidas comunitarias a partir de ahora. Podrían pintar las paredes de modo que no vieran las pantallas. Admitieron que aquella era una excelente idea, tras lo cual Burton regresó a su apartamento. Ordenó dos androides, robots proteínicos, a la Computadora, dio las especificaciones, luego aguardó exactamente trece segundos antes de que aparecieran en los conversores. Le había divertido el darle a uno el rostro de Henry Corsellis, difunto coronel del Dieciocho de Infantería Nativa de Bombay, y al otro el rostro de Sir James Outram, difunto héroe del Amotinamiento Indio y Ministro Residente de Su Majestad en Aden. Corsellis se había convertido en enemigo de Burton cuando, durante la comida de oficiales, Burton había estado improvisando poemas con los nombres de sus compañeros. Había ignorado a Corsellis porque sabía lo temperamental y sensible que era su comandante. Pero, cuando el coronel le había pedido que Burton hiciera un pareado basado en su nombre, Burton había recitado:

Aquí yace el cuerpo de Corsellis el coronel; Todo lo demás, en el infierno está con él. Como era de esperar, el coronel se había puesto furioso, y se habían peleado. A partir

de entonces, Corsellis había adjudicado a Burton todos los peores servicios que pudo.

Lo cual es algo que yo hubiera debido anticipar. Quizá lo hice.

Burton había caído en desgracia con Outram, luego un general en el ejército indio, cuando Sir Charles Napier, al que Burton admiraba grandemente, inició una larga y amarga lucha contra Outram. Burton había defendido a Napier en artículos y cartas en el

Advertiser de Karachi, una publicación privada dedicada a la defensa de Napier. Outram se había resentido de aquello, y había marcado a Burton para atacarle apenas tuviera una oportunidad. Años más tarde, Burton, entonces capitán en el ejército indio, pidió permiso para explorar Somalia en África. Outram le negó ese permiso. Aunque sus órdenes fueron revocadas por sus superiores, Outram limitó más tarde los planes de exploración de Burton.

Ahora los androides, a los que llamó Corsellis y Outram, estaban de pie ante él. El primero llevaba un uniforme de coronel; el último, ropas civiles. Sus rostros eran carentes de expresión; sonreirían tan sólo cuando se les pidiera, y únicamente si habían sido programados para hacerlo.

Vosotros, tontos del culo, pintaréis como se os ha ordenado las habitaciones con los materiales que encontraréis en ese conversor de ahí les dijo, señalando.

Los androides no siguieron su gesto, de modo que añadió:

Mirad hacia allá. Hacia donde señala mi dedo. Ese armario es el conversor al que me refiero. La pintura está en sprays. Sabéis como utilizarlos. Las escaleras están también ahí. Sabéis como montarlas y luego como utilizarlas.

Burton había pensado en programarlos para que le besaran el culo antes de empezar a trabajar, pero luego había rechazado aquel acto infantil y esencialmente carente de significado. Si resucitaba a los auténticos Outram y Corsellis y les hacía que le besaran el culo, aquello sería diferente. Pero ellos podían negarse, por supuesto. Además, no iba a traerlos a la vida por ahora, pese a que le hubiera gustado hacerlo para dedicarlos a trabajos serviles. Eran seres humanos, y no podría desintegrarlos cuando hubiera terminado con ellos.

Sin embargo, obtuvo una cierta satisfacción, incluso dejó escapar alguna que otra risita, cuando los vio a los dos caminar hacia el conversor. Si tan sólo pudiera arreglar las cosas de modo que los hombres auténticos, los modelos, pudieran al menos ver a aquellos androides. Se hubieran sentido ultrajados, furiosamente indignados.

Suspiró. Aquella forma de venganza era mezquina, y lo sabía. Si Nur la viera, diría:

Está por debajo de ti. Te has convertido en algo no mejor que ellos.

¿Debería volver la otra mejilla? murmuró Burton, prosiguiendo en voz alta la imaginaria conversación. No soy cristiano. Además, nunca he conocido a ningún cristiano que volviera la otra mejilla cuando lo abofeteaban.

Tenía que guardar la identidad de los simulacros para sí mismo, y eso lo privaba del placer que podía conseguir con aquello. Alice podía seguir adelante dándoles a sus androides los rostros de Gladstone y Disraeli porque no sentía ninguna animosidad hacia ellos. Para ella, simplemente resultaba divertido ser servida por dos primeros ministros.

Abandonó su apartamento por un rato, aunque no estaba convencido de que debiera dejar a los androides sin vigilancia. Si se encontraban con algún problema que un pintor sentiente hubiera podido resolver, o lo ignorarían, o se detendrían y aguardarían órdenes. Sin embargo, se sentía irritado por los acontecimientos que había exhibido la pantalla, aún no cubierta. Su secuencia no seguía la cronología correcta; había saltado a cuando tenía tres años y estaba siendo salvajemente azotado por su tutor.

Todo lo que hice fue decirle que su aliento era como el de un perro enfermo dijo

Burton. Y que eructaba demasiado. Eso es todo.

Burton no sabía leer aún a aquella edad, pero el tutor había empezado a enseñarle a hablar latín. A la edad de diez años Burlón sabría más latín que su tutor y lo hablaría fluentemente.

Pero eso fue pese a él, no a causa de él. Tenía un talento innato para los idiomas que ningún pedante brutal podía arrancarme. Desgraciadamente, la mayoría de los muchachos odiaban el lema tanto como odiaban los azotes de su maestro. En sus mentes, una cosa era la otra.

La pantalla exhibiendo su pasado apareció en la pared al lado de la puerta una vez hubo cerrado ésta. Burton se sentó en el sillón volante estacionado junto a la puerta y se volvió dándole la espalda a la pared. Inmediatamente, la pantalla apareció en la pared opuesta. Burton se puso los auriculares a prueba de sonidos en los oídos y una larga visera en su cabeza. Si mantenía los ojos bajos, conseguía no ver la pantalla. Aparentemente, la Computadora no tenía órdenes de deslizar la pantalla hasta el suelo. De este modo, Burton podía leer el libro que mantenía cerca de su pecho sin ver ni oír el repaso de su vida.

El libro era la gramática etrusca del emperador romano Claudio, localizada y reproducida para Burton por la Computadora. Se había perdido en algún momento durante la Edad Media de la Tierra, pero un agente Etico había fotografiado un ejemplar poco después de que Claudio lo hubiera terminado. Mientras los lingüistas de la Tierra se lamentaban de su pérdida, había permanecido en las grabaciones de los Éticos durante un millar de años.

Pese a intentar absorberse en el libro, no podía impedir el echar furtivas miradas a la pantalla. Ahora él, un niño, se había vuelto en redondo para enfrentarse a los enrojecidos y furiosos rasgos de McClanahan, el tutor. Aunque Burlón no podía oír al hombre, sí podía leer sus temblorosos labios. Y de pronto recordó otras ocasiones en las cuales McClanahan había aullado invectivas y acusaciones contra él, y la profecía de que iría a parar al Infierno cuando muriera... si no antes.

Burton no podía ver sus propios labios, pero estaba gritando: «¡Allí lo encontraré a usted!». La imagen cambió. Estaba mirando otra vez hacia el otro lado, y el tutor estaba azotándole de nuevo. No lloraba ni gritaba; mantenía los labios tercamente apretados, de modo que el tutor no tuviera la satisfacción de saber el daño que le estaba haciendo. Aquello lo único que conseguía era poner aún más furioso a McClanahan, haciéndole incrementar la severidad de su golpes. Pero tenía miedo de azotarle tanto como debía estar deseando. Aunque el padre de Burton aprobaba el instilar amor al estudio y obediencia con ayuda de la vara, no aceptaría una azotaina hasta casi los bordes de la muerte. El tutor sabía que el niño no iba a gritar hasta que estuviera medio muerto, y quizá ni siquiera entonces.

Burton apartó la cabeza hacia un lado y enfocó su atención a las palabras de la gramática. Terminó dos páginas, luego cerró los ojos y proyectó las páginas, como si fueran un film, en la pantalla de su mente. Tras lo cual abrió los ojos para comprobar su exactitud. Sonrió. Su memoria era un cien por cien perfecta.

Aprender un idioma a través de los libros era un paso hacia su dominación. Pero debería resucitar a una etrusca e imbibirse del idioma hablado. Sin embargo siempre había un sin embargo, ¿que haría con la etrusca una vez hubiera terminado con ella?

Fue entonces cuando pensó en la posibilidad de leer las grabaciones de los muertos en los archivos. ¿Por qué no hacer que la Computadora rebobinara sus memorias? Quizá los muertos pudieran hablar.

Utilizando un código, pidió a la Computadora que formara una pantalla en el suelo. Lo hizo, y Burton planteó su pregunta en ella. La Computadora respondió que las memorias de las grabaciones podían ser extraídas y exhibidas. Sin embargo, algunas grabaciones no estaban disponibles a causa de inhibiciones.

Miró su reloj de pulsera. Ya era tiempo de que los androides hubieran terminado su trabajo.

Por aquel entonces la exhibición de su pasado había saltado a Napóles, donde la familia había permanecido un tiempo durante su incesante vagabundear por el sur de Europa. Una vez más, estaba siendo azotado por un tutor, esta vez por DuPré, un graduado de Oxford.

Como había dicho Frigate, sus vidas eran films, pero antes de serles presentada la gran película, estaban viendo un «avance».

Podía ser embarazoso cuando la Computadora llegara a los sucesos del día anterior a aquel acontecimiento en particular. El y un compañero de juegos italiano se habían masturbado el uno delante del otro.

Iba ser embarazoso también cuando fueran exhibidas las innumerables excreciones, y las escenas sexuales podían llegar a ser intolerables. Eran esas las que habían decidido a Burton de que la idea de pintar un apartamento donde pudieran reunirse todos no era suficiente. Había que pintar también su propio apartamento y, si los demás tenían algo de buen sentido, iban a seguir su ejemplo.

Entró por la puerta, y la pantalla quedó oculta detrás de la pintura. Los androides, sudorosos, estaban terminando con su dormitorio. No les había dicho que pintaran todas las habitaciones, puesto que había algunas en las cuales no iba a entrar. Eso es, a menos que deseara ver su pasado, y sabía que iban a presentarse muchas ocasiones en las cuales no iba a ser capaz de resistir a la tentación. Ahora, sin embargo, lo vería únicamente cuando deseara hacerlo. Maldijo y chasqueó los dedos. Quizá no.

Fue a la consola de la computadora auxiliar, que no había sido pintada. Activándola, contempló la pantalla. Sonrió. La Computadora no exhibía allí las odiadas imágenes. Aparentemente se le había ordenado utilizar únicamente las paredes para las proyecciones memorísticas.

El androide Outram informó que ya habían terminado. Burton les dijo que almacenaran las escaleras y los botes de pintura no utilizados en un dormitorio y echaran los botes usados en un conversor. Desintegró los botes, luego ordenó a los androides que entraran en el conversor. Se metieron en el enorme armario; aseguró la puerta; la energía llameó; no quedó ni el menor asomo de cenizas.

Tenía que ser su imaginación la que le había hecho pensar que sus ojos parecían estar suplicando. No eran conscientes de sí mismos ni poseían el menor sentido de autoconservación.

Las paredes, suelo y techo eran de un deslumbrante color blanco, pero podía pintar murales encima.

Frigate llamó a través de la pantalla de la consola. He estado explorando los pequeños mundos en ese segundo nivel de la parte superior de la torre dijo. Descubrí que la Computadora no muestra el pasado ahí. No sé por qué, pero pienso que los Éticos habían establecido algunas limitaciones allí por encima de las cuales no pudo pasar el Snark. De todos modos, aparte esto, hay otras razones por las cuales deberíamos mudarnos a ellos. Dan la ilusión de estar al aire libre; me siento mucho más libre allí que en mi apartamento. Voy a sugerir que nos traslademos todos a aquel lugar, y que cualquiera que lo desee lo remodele a su gusto. Yo voy a hacerlo, lo hagan o no los demás, pero sería estupendo que lo hiciéramos todos. Estaríamos mucho más juntos y podríamos utilizar la zona central para las reuniones sociales o cualquier otra cosa que quisiéramos.

Se reunieron en la zona central del «pastel en el cielo» aquella tarde, para hablar de la proposición de Frigate.

Tenéis que ver esos lugares por vosotros mismos dijo Frigate. Son fabulosos.

El americano les recordó que la sección circular estaba dividida en segmentos de treinta grados cada uno. Las puntas de esos doce segmentos terminaban en la gran zona central circular.

Se me ocurrió que, a vista de pájaro, el círculo tiene el aspecto de un mapa zodiacal. Está dividido en doce partes, doce casas, Acuario, Aries, Tauro, Géminis, y así... si queréis mirarlo de ese modo. Estaba pensando que quizá cada uno de nosotros pudiera ocupar el área que le corresponde según su fecha de nacimiento.

¿Por qué? dijo de Marbot.

Es una idea mía. De todos modos, puesto que la fecha de nacimiento puede determinar la zona en particular en la cual vivir, evitará discusiones si utilizamos el método

zodiacal. Por supuesto, no hay razón alguna de desacuerdo, puesto que todas son iguales una vez desembarazadas de la parafernalia original. Tan sólo es una idea.

Los otros admitieron que parecía una idea tan buena para escoger las zonas como cualquier otra.

Pero tú no crees en esta mierda de la astrología, ¿verdad? dijo Turpin.

No. No realmente. De todos modos, sé algo al respecto. Veamos, Po, tú naciste, según el calendario occidental, el 19 de abril del 701 D.c. Eso te hace Aries, la primera casa, cuyo principio es la energía. Evidentemente, eres energético.

¡Y mucho más! dijo el chino.

Sí. La primera casa es también pionera, y tú fuiste un pionero. Tus cualidades positivas son: expansivo, original y dinámico.

¡Muy cierto! Debo aprender más acerca de esa astrología occidental.

Tus cualidades negativas dijo Frigate, sonriendo son que eres temerario, tienes poca autosuficiencia, y eres engañoso.

¿Qué? ¿Yo? Quizá pueda ser temerario, pero preferiría llamarlo absolutamente valeroso. ¿Pero cómo puedes decir que soy poco autosuficiente, tú que me conoces tan bien?

Simplemente estoy transmitiéndote lo que dice la astrologia acerca de tu signo. De todos modos, las cualidades negativas están para ser superadas, y tú evidentemente superaste las tuyas, si alguna vez las tuviste.

Uno podría decir que se pasó en su superación dijo Burton secamente.

¿La casa de Aries está bien para ti? preguntó Frigate.

¿Por qué no? ¡Es la primera! Frigate se dirigió a Alice.

Tú naciste el 4 de mayo de 1852. Eso te hace Tauro. Regido por Venus, las emociones.

¡Ja! dijo Burton. Alice le lanzó una mirada asesina.

Tauro edifica. Tus cualidades positivas te hacen leal, responsable y paciente. Pero tienes que luchar contra el orgullo excesivo, la complacencia contigo misma y la codicia.

No por lo que yo sé dijo Alice suavemente.

¿La segunda casa está bien para ti?

Por supuesto.

Frigate se dirigió a Thomas Million Turpin, que estaba fumando una panatela y sosteniendo un vaso de bourbon.

Tú naciste el 21 de mayo de 1873, bajo el signo de Géminis. Eres regido por

Mercurio, y eres fuerte en comunicaciones. Eres versátil, genial y creativo.

¡Y que lo digas, hombre!

Pero tus cualidades negativas... esto... tienes dos caras, eres superficial e inestable.

¡Eso es una maldita mentira! Nunca he tenido dos caras, siempre he sido directo en todo. ¿De dónde has sacado esa mierda?

Nadie dice que lo seas advirtió Frigate. Lo que indica eso es que tienes que superar esas tendencias.

Nunca he tenido dos caras. Simplemente soy discreto y educado. No sirve de nada herir los sentimientos de uno si no tienes que hacerlo. No compensa.

¿La tercera casa es agradable para ti?

Una es tan buena como otra, y quizá mejor.

No tenemos a nadie nacido bajo el signo de Cáncer dijo Frigate, Todavía no, al menos. La quinta casa es Leo, que representa la vitalidad y está regida por el sol. Leo dramatiza. Ese eres tú, Marcelin. Nacido el 18 de agosto de 1782.

Por ahora, excelente dijo de Marbot. Soy todo eso.

Un Leo es regio...

¡Cierto!

...divertido...

¡Doblemente cierto!

...y convincente.

Tres veces cierto.

Las malas cualidades, sin embargo, son que Leo es pomposo, dominante y vanidoso.

El francés enrojeció y frunció el ceño; los otros se echaron a reír.

¡Te ha atrapado! dijo Turpin.

Leo, la quinta casa, ¿de acuerdo? dijo Frigate.

¡Si queda bien entendido que estamos simplemente divirtiéndonos con toda esa charlatanería de la astrología y todo lo demás, y que aunque puede que sea un líder nato, no soy dominante, y aunque pueda alardear mucho de mí mismo no soy vanidoso, y que nunca, nunca he sido pomposo!

Nadie discutirá nada de eso contigo dijo Frigate ambiguamente. Ahora vayamos a la sexta casa, Virgo. Regida también por Mercurio, el comunicador. Virgo analiza. Esa eres tú, Aphra, nacida el 22 de setiembre de 1640. Virgo es práctica, analítica, intelectual.

Nunca he sido nada de eso dijo Aphra.

Virgo es también crítica, hipocondríaca y escrupulosa. Aphra estalló en una sonora carcajada.

¿Yo, con mi reputación y mis dramas obscenos?

¿Te va la sexta casa?

¿Por qué no?

¿Por qué no? dijo de Marbot. Eso es lo que yo pregunto, ¿por qué no? Hemos estado viviendo juntos, mi pequeño repollo, y me siento feliz y contento. Ahora... sacrebleu... vamos a dejar de compartir techo y cama. ¿Acaso no has pensado en eso? Si no lo has pensado, ¿por qué no? ¿Estás cansada de mí?

Ella le dio unas palmadas en el brazo.

En absoluto, mi gallito de pelea, en absoluto. Pero... bien... siempre hemos estado juntos, nunca nos hemos alejado el uno de la vista del otro. Es posible, sólo posible, digo, después de todo somos humanos, que una intimidad tan profunda y continuada pueda perder sabor al cabo de un tiempo. Además... me gusta la idea de tener mi propio mundo. Podemos edificarlo nosotros mismos, cada cual según nuestro propio deseo, y pese a ello estar juntos siempre que lo queramos. Estaré una noche en tu mundo. Tú, a la noche siguiente, en el mío. Podemos pretender que somos un rey y una reina efectuando cada uno visitas de estado a la monarquía del otro.

No lo entiendo dijo de Marbot. Aphra se alzó de hombros.

Bien, si no funciona, podemos volver a vivir juntos como antes. Estoy segura, Marcelin, de que no tendrás miedo a esta aventura.

¿Yo? ¿Miedo? ¡Nunca! Muy bien, Peter, ocuparé mi residencia en la quinta casa y

Aphra en la sexta. Después de todo, seremos vecinos puerta contra puerta.

Con una gruesa pared entre vosotros. Las paredes hacen buenos vecinos.

Pero malos amantes dijo Burton.

Eres demasiado cínico, amigo mío dijo de Marbot.

Libra y Escorpio, las casas séptima y octava, deberán quedar vacías por un cierto tiempo dijo Frigate. La novena es Sagitario, regida por Júpiter, cuya dominante es la expansión. Sagitario filosofa. Lo cual es apropiado, puesto que tú, Nur, eres Sagitario. Tú eres, según la antigua ciencia, jovial, profetice y lógico.

Y más dijo Nur.

Tienes las cualidades negativas de brusquedad, fanatismo e intolerancia.

Tenía. Las conquisté en mi muerta juventud.

Debemos saltarnos Capricornio. Acuario, mi signo dijo Frigate, es la onceava casa. Acuario está regido por Saturno, que simboliza lecciones, y por Urano, que se

refiere a oportunidades. Acuario humaniza. Acuario es diplomático, altruista e inventivo. Desgraciadamente, en el lado negativo, es egoísta, excéntrico e impulsivo.

¿Te confiesas culpable? dijo Burton.

Más o menos. Ahora, Dick, llegamos a ti, Piséis, puesto que tú naciste el 19 de marzo de 1821. Piscis armoniza, ¡ja! Regido por Neptuno o el idealismo y Júpiter o la expansión. Ninguna discusión aquí. Cualidades positivas: intuitivo, compasivo, artístico.

Más de una vez me has dicho que yo era un automártir dijo Burton.

Y así dijo Nur, llevando nuestro equipaje de buenas y malas cualidades, entramos en nuestros nuevos hogares. Si tan sólo pudiéramos dejar las maletas que contienen las malas junto a la puerta.


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