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41.93% EL Mundo del Río / Chapter 117: EL OSCURO DESIGNIO (55)

Chapter 117: EL OSCURO DESIGNIO (55)

«Era una noche oscura y tormentosa» dijo Tom. Sonrió al darse cuenta de que imitaba deliberadamente la clásica frase inicial de las historias de fantasmas. Jack y yo...

Sigue con el Martin, Tom. ¿Recuerdas? Incluso en privado.

De acuerdo, pero tú eras Jack entonces. De todos modos, ya nos conocíamos, aunque todavía no éramos buenos amigos. Nuestras cabañas estaban cerca la una de la otra, ambos éramos marineros en una chalupa patrullera de la marina de un señor de la guerra local.

»Una noche, cuando yo estaba fuera de servicio, durmiendo en mi cabaña, me desperté de pronto. No era el rayo y el trueno los que me habían despertado, sin embargo. Fue un golpe en mi hombro.

»AI primer momento pensé que era Howardine, mi mujer. ¿La recuerdas, Kid?

Era una belleza dijo Martin a Frigate. Una escocesa pelirroja. Frigate se agitó.

Preferiría que fuerais al fondo del asunto.

De acuerdo, nada de florituras entonces. No era ella, puesto que estaba profundamente dormida. Entonces el resplandor de un relámpago me mostró una oscura silueta inclinada sobre mí. Empecé a levantarme, mientras mi mano buscaba bajo la almohada mi tomahawk. Pero no pude moverme.

»Supongo que estaba drogado o bajo un encantamiento de alguna clase. Pensé: ¡Oh, oh! Ese tipo ha venido a por mí, y de algún modo me ha paralizado, y va a dar buena cuenta de mi pobre alma.

»Naturalmente, me despertaría al día siguiente en algún otro lugar, pero no me seducía la idea de marcharme de allí.

»Entonces un par de relámpagos me mostraron con mayor detalle la silueta del tipo. Me quedé estupefacto. No asustado, sino estupefacto. Su cuerpo estaba cubierto por una gran capa negra. ¡Y la cabeza! No tenía cabeza. Quiero decir, estaba cubierta por un globo, como una pecera. Estaba tan oscuro que no podía ver su cara. Pero de algún modo él podía verme a mí.

»Si bien no podía moverme, si podía hablar. Dije:

»¿Quién es usted? ¿Qué es lo que quiere?

»Hablé lo suficientemente alto como para despertar a Howardine, pero ella no se removió durante toda la conversación. Imagino que estaba drogada también, pero más que yo.

»El desconocido habló con una voz profunda, respondiéndome en inglés:

»No tengo mucho tiempo, así que no entraré en muchos detalles. Mi nombre no importa. En cualquier caso, tampoco puedo decírtelo porque ellos pueden encontrarte y desenrollar tus recuerdos.

»Me pregunté qué significaría aquello de desenrollar mis recuerdos. Todo el asunto estaba empezando a parecerme extraño. Sabía que no estaba soñando. Hubiera preferido estarlo.

»Si lo hicieran, sabrían todo lo que he dicho y hecho aquí dijo el hombre. Es como tomar una película de tu mente. También pueden borrar lo que quieren que no recuerdes, y tú no lo recordarás. Pero si hicieran eso, volvería a hablar contigo.

»¿Quiénes son ellos? pregunté.

»La gente que reestructuró este planeta y que os resucitó dijo. Ahora escucha, y no hables hasta que yo haya terminado.

»Ya me conoces, Kid. No acepto órdenes de nadie. Pero aquel tipo hablaba como si todo el mundo fuera un rancho de su propiedad y yo simplemente uno de sus peones. De todos modos, ¿qué otra cosa podía hacer yo?

»Ellos dijo viven en la Torre situada en el centro del mar del Polo Norte. Puede que hayas oído rumores al respecto. Algunos hombres han conseguido incluso cruzar las montañas que rodean el mar.

»En aquel momento hubiera podido preguntarle si era él quien había dejado caer aquella larga cuerda para trepar al risco y había horadado aquel túnel para ellos. Pero por aquel entonces yo aún no conocía esa historia.

»Pero no han entrado en la Torre prosiguió. Uno de los del grupo, sin embargo, murió cuando cayó de la montaña al mar. Fue trasladado de nuevo al Valle.

Tom hizo una pausa.

Me pregunto cómo sabía todo esto. Debía tener algún medio. Prosiguió hablándome.

»Pero los otros no fueron resucitados. Ellos... no importa.

Así dijo Tom, sonriendo, no lo sabía todo acerca de los egipcios. No sabía que uno había escapado. O, si lo sabía, no me lo decía por alguna razón. De todos modos, me inclino por la primera hipótesis. Claro que... nunca se sabe.

»De todos modos, el desconocido prosiguió:

»La rapidez de la comunicación verbal en el Valle es sorprendente. Creo que le llamáis el rumor. El hombre que cayó de la montaña contó su historia tras ser trasladado, y ésta se esparció por todo el valle. Dime, ¿has oído la historia alguna vez?

»No hasta ahora dije.

»Bien, indudablemente la oirás en el futuro. Vas a ir Río arriba, y seguramente encontrarás alguna u otra de sus distorsionadas formas. Su esencia es cierta.

»Hizo una pausa, mirándome fijamente.

»Seguramente. te habrás preguntado más de una vez por qué habéis sido resucitados de entre los muertos y colocados aquí.

»Asentí, y él dijo:

»Mi gente, los Eticos, han hecho esto puramente como un experimento científico. Os han puesto a todos vosotros aquí, han mezclado las razas y las naciones de distintas épocas, únicamente para estudiar vuestras reacciones. Para registrarlas y clasificarlas.

»Su voz alcanzó un agudo tono de gran indignación.

»¡Luego, una vez os hayan sometido a todos a su experimento, una vez os hayan llenado con las esperanzas de una vida eterna, cancelarán el proyecto! ¡Moriréis, para siempre! ¡No habrá más resurrecciones para vosotros! ¡Os convertiréis en polvo, seréis polvo eternamente!

»Eso parece terriblemente cruel dije, olvidando que no me había dado permiso para hablar.

»Es inhumanamente cruel dijo. ¡Porque poseen el poder de proporcionaros la vida eterna! Al menos, duraría lo que durara vuestro sol. Más aún, porque siempre podríais ser transportados a otro planeta con un sol vivo. ¡Pero no! ¡No van a hacer eso! ¡Dicen que no merecéis la inmortalidad!

»Eso es completamente no ético dije. En este caso, ¿cómo se llaman a si mismos los Eticos?

»Aquello pareció detenerlo por un momento. Luego dijo:

»Porque piensan que seria no ético permitir a una especie tan miserable e indigna que viviera eternamente.

»No tienen una muy buena opinión de nosotros dije.

»Yo tampoco respondió el desconocido. Pero las buenas o malas opiniones de la humanidad, basadas en consideraciones de masa, no tienen nada que ver con los aspectos éticos del asunto.

»¿Cómo puedes querer a alguien a quien desprecias? dije.

»No es fácil respondió. Pero nada auténticamente ético es fácil de hacer. De todos modos, estamos perdiendo el tiempo.

»Brilló una luz azulada, y a su resplandor pude ver que había sacado su mano derecha de debajo de su capa. En torno a su muñeca había un aparato un poco más grande que un reloj de pulsera, que era el que emitía la luz azulada. No podía ver lo que había en su esfera, pero estaba hablando suavemente, como una radio puesta a un nivel muy bajo.

»No pude oír lo que decía, pero me sonaba como un idioma extranjero que no hubiera oído nunca. Y la luz azulada me mostraba el globo que cubría la cabeza del desconocido, que era negro y parecía como de cristal. Su mano era grande, ancha, pero con dedos largos y finos.

»Mi tiempo se está acabando dijo, y volvió a ocultar su mano bajo la capa, y la cabaña quedó de nuevo a oscuras, excepto algún relámpago de tanto en tanto.

»No puedo explicarte por qué te he elegido dijo, pero si puedo decirte que tu aura muestra que eres un buen candidato para el trabajo.

»¿Qué es un aura?, pensé. Sabía lo que significaba según el diccionario, pero tenía la sensación de que en este caso significaba algo distinto. ¿Y qué trabajo?, pensé.

»Repentinamente, como si hubiera estado leyendo mis pensamientos, su mano volvió a emerger de su capa. La luz azulada era brillante, muy brillante, tan brillante que casi no podía verle a él. Pero ahora podía ver sus dos manos, y retiraron el globo de su cabeza. Creí ser capaz de ver al menos algunos rasgos de su cara. Pero todo lo que pude ver fue el gran globo encima de su cabeza. No el globo de cristal, porque este lo sujetaba a un lado. La cosa que había encima de su cabeza giraba, resplandeciendo en varios colores, y era tan brillante que era lo único que podía ver. Lanzaba como unas prolongaciones de tanto en tanto, seudópodos que se agitaban y luego se retraían de nuevo a la girante esfera.

»No me importa admitir que me asusté. Bueno, realmente no me asusté, sino que me maravillé. Era como ver a un ángel cara a cara, y no es una vergüenza sentir temor ante un ángel.

Lucifer era un ángel dijo Frigate.

Sí, lo sé. He leído la Biblia. Y también a Shakespeare. Quizá no haya ido mucho a la escuela, pero me he cultivado por mí mismo.

No estaba insinuando que fueras un ignorante dijo Frigate. Martin resopló.

¿Acaso vosotros dos creéis realmente en ángeles? dijo.

Yo no dijo Tom. Pero realmente parecía uno de ellos. De todos modos, no creo que esa aura sea visible normalmente. Imagino que me la mostró por medio de esa cosa que llevaba en su muñeca. Repentinamente desapareció, y el resplandor azulado desapareció también inmediatamente. Demasiado pronto para que yo pudiera ver su rostro. Entonces otro relámpago hizo destacar su silueta, y vi que estaba volviendo a colocarse el globo de cristal sobre su cabeza.

»Así supe lo que él quería decir por un aura. Imaginé por lo que había dicho que yo también poseía una. Y que era invisible.

La próxima vez afirmarás que eres un ángel dijo Martin. Tom no le hizo el menor caso. Prosiguió:

Entonces el desconocido me dijo:

»Tú puedes, debes, ayudarme. Deseo que te dirijas Río arriba, hacia la Torre. Pero primero debes decirle a ese Jack London lo que ha ocurrido aquí esta noche. Y debes convencerle de que le estás diciendo la verdad. Y conseguir que te acompañe.

»Hizo una pausa, como para remarcar sus siguientes palabras.

»Pero bajo ninguna circunstancia le diréis a nadie que he hablado contigo prosiguió. A nadie. Nosotros los Eticos somos pocos, y muy pocas veces nos aventuramos fuera de la Torre. Pero mis enemigos tienen agentes entre vosotros. No muchos, comparados con vosotros. Pero están disfrazados como resucitados, y estarán buscándome. Algún día quizá sospechen incluso que he reclutado ayuda entre los habitantes del Río. Así que

intentarán descubriros. Si lo consiguen, os llevarán a la Torre, desenrollarán vuestros recuerdos, los leerán, y borrarán las partes relativas a mí. Y os devolverán al valle.

»Un relámpago iluminó de nuevo brevemente su figura.

»London tiene también un aura-tigre. Debes convencerle de que vaya contigo. Dile que vendré a veros de nuevo a los dos, y que entonces creerá. Y entonces sabréis mucho más de todo este asunto.

»Se levantó y dijo:

»Hasta entonces.

»Lo vi a la luz de otro relámpago que iluminó su negra silueta, la capa, y el globo. Estaba empezando a preguntarme si me habría vuelto loco. Intenté alzarme pero no pude. Tras casi media hora, la parálisis cedió, y salí afuera. La tormenta ya había terminado, las nubes empezaban a dispersarse. Pero no pude ver ningún indicio de él.

Martin tomó el relevo de la historia. Tom había acudido a él a la mañana siguiente y le había hecho prometer que guardaría silencio acerca de lo que iba a decirle. Martin no supo si creerle o no. Lo que le convenció de que no estaba mintiendo era que no había ninguna razón para que Tom se inventara un relato tan fantástico.

El incidente había ocurrido, pero ¿no seria una broma de alguien desconocido?

Tom pensó en ello y luego se preguntó si quizá el propio London fuera el desconocido, gastándole una mala pasada. Luego se dieron cuenta muy pronto de que ni ellos ni nadie que conocieran podía haber fabricado el globo ni el otro instrumento que había utilizado.

¿Y cómo podía nadie crear aquella aura resplandeciente?

De todos modos, el Frisco Kid estaba empezando a ponerse nervioso. Le gustaba la idea de construir un barco y partir a la aventura. Fuera cierta o no la historia, les proporcionaba un incentivo, un significado a sus vidas. Tom sentía del mismo modo. La Torre se convirtió para ellos en una especie de Santo Grial.

Me sentí como un miserable abandonando a Howardine sin una palabra. Las cosas no le iban tan bien al Kid con su mujer, una muchacha alta y un poco basta con la que siempre se estaba peleando, no sé qué había visto en ella, así que no sintió el menor remordimiento dejándola.

»Partimos Río arriba a lo largo de un par de centenares de piedras, y luego empezamos a construir nuestra goleta. Llegó Nur, y nos ayudó en la construcción. Es el único miembro original de la tripulación, aparte nosotros.

Tom, llevándose un dedo a los labios, se dirigió silenciosamente hacia la puerta. Escuchó por un momento, con el oído pegado a ella. Luego la abrió de un golpe.

El pequeño moro, Nur elMusafir, estaba escuchando al otro lado.


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