Nada más entrar en su habitación fue directo al baño, necesitaba darse una ducha, necesitaba que el agua borrara todo lo que había pasado ese día, de emociones fuertes e intensas, se ducharía se cambiaría de ropa y volvería a ser un hombre civilizado que llevaría a Anna al aeropuerto, que le desearía buen viaje y que esperaría que volviera a él.
Ya tenía su teléfono y tenía 2 motivos poderosos para hablar con ella, una era la empresa de su padre y otra podría ser la muchacha que quería contratar, eran motivos mas que legítimos para acercarse poco a poco a ella.
Se duchó y se vistió mucho mas informal a lo que solía ir él en su día a día, se había encargado de limpiar su agenda para estar con ella el máximo tiempo posible de aquella tarde y nada ni nadie iba a impedírselo.
Cuando bajó a la sala, la vio asomada a la ventana, ensimismada en la vista, como si siempre hubiera estado en aquel lugar, como si perteneciera allí, todavía quedaba mucho para que ella quisiera estar allí por su propio pie, pero en su foro interno, él quería que ella quisiera vivir en esa casa, que cada mañana desayunaran juntos en el comedor, y que hablaran de sus cosas en aquel salón.
Se acercó poco a poco a ella, observando cada detalle de su rostro, como si fuera un tesoro, y se dejó llevar por sus instintos y la abrazo por detrás, pegó su rostro a su pelo, rodear su cuerpo con sus brazos calmó mas que nada la angustia que lo atenazaba.
Aquel abrazo sorprendió a Anna, no se esperaba aquel movimiento por su parte, estaba demasiado embobada mirando el lago, que no había notado que é se había acercado, había bajado la guardia y él se había acercado sin que notara su presencia.
Quiso separarse de él, quiso alejarse de él, aquello no estaba bien, aquello no era bueno para ella, así que se revolvió ante aquel abrazo, era demasiado íntimo, demasiado especial y tiraba al suelo las barreras que cuidadosamente había construido durante años.
-Dejame abrazarte un minuto nada más.- Su voz fue un susurro en su oído, pero hizo que automáticamente se quedara quieta sin moverse.
Para Ryo aquel abrazo le hacía sentir que estaba protegiendo un tesoro, ademas de poder disfrutar de tener su aroma otra vez en su cuerpo, era como quien recolecta la esencia de una flor, para conservarla para siempre con él.
Anna pudo oler su loción, pudo sentir el calor de su piel y sentir su respiración en su cuello, aquello era demasiado erótico, pero a la vez nunca se había sentido tan cuidada y apreciada en un solo instante, cuando pasó el tiempo que ella consideró que era un minuto, separó sus brazos y se giró para mirarlo a la cara.
Su rostro estaba sonrojado, sentía que su cara hervía, curiosamente él era el unico que conseguía que su rostro quemara, otros lo habían intentado, pero nunca ninguno llego a conmoverla con nada para que se ruborizara, pensó que ya no habría problema, puesto que ya no era una adolescente, pero parecía que estaba equivocada del todo.
Al ver sus mejillas sonrosadas Ryo solo pudo recordar el pasado, una vez más puedo ver aquel hermoso rostro tan cerca, y sin poder evitar el impulso la beso... no era un beso exigente, era más como una suave caricia que no quería romper el objeto de su devoción, fue tierno y dulce.
Anna se dejó llevar por el momento, mirándolo a los ojos se quedó hipnotizada, y cuando él la beso no pudo sino responder a su beso, primero suavemente y luego dejando que la pasión fluyera por su cuerpo, se volvió más exigente, había pasado demasiado tiempo, su último beso no había sido más agresivo, en cambio este era más desde el alma, un alma anhelante, llena de sentimientos guardados durante muchos años.
Ryo la agarró por la cintura y la acercó más, necesitaba tenerla más cerca, necesitaba tenerla lo más cerca que pudiera, sabía que era muy pronto para llegar a más nada, pero pensaba disfrutar de ese instante lo más que pudiera, y ella le estaba dando permiso para profundizar más y más en aquel beso.
Las manos de Anna tenían vida propia, y se agarraron a el, se amarraron a su cuello, dándole acceso a todo su ser, metió los dedos entre su pelo y parecía que la electricidad del beso recorría todo su cuerpo transportandolos a un lugar donde solo estaban ellos y el contacto de sus labios, sus brazos la amarraban y ella no quería soltarse nunca de esa atadura....