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23.52% Give It To Me||윤기 / Chapter 8: Capítulo 8

Chapter 8: Capítulo 8

—¿Te estás cuidando?— pregunté.

—Lo estoy, no te preocupes— contestó mi madre del otro lado de la llamada.

—Me alegro— sonreí.

—¿Y Tú? ¿Qué tal todo por allá?

—Lo usual— contesté vagamente—. Solo espero que todo esté bien en la misión.

—Así será, cariño.

—Ese hombre sigue sin mostrarse por la casa, ¿cierto? Ya sabes que en cuanto sepas algo de él puedes llamarme y tomaré el primer tren a casa— afirmé preocupada.

—Dejó de venir después de saber que te fuiste— rió—. Ya perdí la cuenta de las veces que te lo he dicho, hija.

Estaba preocupada. También tengo mi lado sensible, aunque sea solo con mi madre, pero lo tengo. Hablar con ella me ablanda el corazón. Y es por eso que le he hecho la misma pregunta durante años. Quiero saber si el maldito de Liam Oliver se había atrevido a acosar a su madre o tan siquiera poner un pie dentro del territorio de mi madre. La última vez que la vi fue el año pasado, en su cumpleaños. Me preocupo por ella todos los días a cada minuto.

—De acuerdo, entendí. Ya me voy— reí—. Te llamo después— afirmé.

—Te amo, hija. Cuídate— despidió.

—Tu igual, mamá.

Le corté la llamada. Hay días en los que solo quiero irme de este lugar y regresar con ella. Solo vine aquí para estar a salvo, y si Liam Oliver no ha sido visto, entonces no veo razones para no regresar con mi madre. Sin embargo, ella me dice que aún debo esperar un poco, al menos hasta que tenga veinticinco para volver. Aún faltas tres años para eso, y quiero que el tiempo corra tan rápido como sea posible.

Me levanté de la silla junto a la cama de Tae. Tomé una peluca pelirroja y me dirigí al baño para ponérmela. Una peluca no es lo más convincente, pero no es una peluca cualquiera; esta se adapta al estilo que yo quiera. De esa manera, podría pasar perfectamente como mi cabello natural. En unos cuantos minutos comenzaremos oficialmente con la misión al ir a la panadería.

Mi rol es simple. Entraré en la panadería, compraré algo y luego preguntaré por el puesto vacante. Hoseok entraría unos minutos después de mí. Él fue el elegido para monitorear la situación en la que pudiera meterme. Además, sería de esos clientes que saben justo a lo que van. Por lo tanto, se va a formar detrás de mí para escuchar atentamente toda la información que me den. No estaríamos ahí con audífonos y micrófono, como usualmente se hace. Preferimos no usarlos porque, de estar ellos involucrados, no queremos que sepan que venimos a investigarlos. Así de sencillo. El equipo tendrá que confiar en nosotros.

—Deberías teñirte el cabello de ese color— comentó Taehyung en la puerta del baño.

—No te escuché entrar— confesé.

—Lo siento, no quería molestarte— aseguró con una sonrisa.

—Está bien. No eres una molestia— dije terminando de arreglar mi peluca.

—Lo harás bien— aseguró—. Creo que no hay algo que no hagas bien. Además de las relaciones interpersonales.

—Gracias Taehyung, eso es algo que debería aprender de ti— me giré a verlo—. Espero encontrar algo— dije cambiando el tema a la misión.

—Debemos hacerlo— dijo siguiéndome detrás mientras yo salía de nuestra habitación—. Un simple evento como este puede darnos más información de la que creemos.

—Sólo no hay que meter la pata— dije poniéndome unos lentes que simulan tener aumento.

—Eso será fácil— río—. No es Jimin quien va a la misión.

—¡Hey! ¡Eso ofende!— la voz de Jimin sonó detrás de nosotros.

Taehyung rió por lo bajo. Al parecer se había percatado de la presencia de nuestro amigo desde el principio y por eso soltó aquel comentario.

—Tranquilo Chimms, no se lo diré a nadie— comentó Tae poniendo su brazo al rededor de nuestro amigo.

—¿Lista compañera?— preguntó Hoseok llegando a mi lado.

Intentó hacerme lo mismo que Tae a Jimin. Ver las reacciones de estos últimos sucedió en cámara lenta. Ambos se encontraban con una mirada de preocupación hacia al otro miembro del equipo. Mi mano se dirigió a la muñeca del chico antes de que esta lograra tocarme. El ambiente se volvió tenso. Hoseok no entendía lo que ocurría, Taehyung y Jimin no tenían palabras; y mi mirada se volvió oscura.

—No vuelvas a intentar tocarme si quieres conservarte completo hasta el día de tu muerte— advertí poniendo fuerza en mi agarre hacia él.

Solté bruscamente su muñeca y seguí caminando hacia el elevador. Estaba por presionar el botón con la flecha hacia abajo cuando alguien la presionó antes que yo. Reconozco esa mano pálida donde sea. Yoongi estaba parado junto a mí con las manos metidas en los bolsos de su chaqueta azul rey. Tenía una gorra negra puesta junto con un cubre bocas del mismo color. Solo se veían sus ojos junto con esa mirada indiferente de siempre. Una mirada que lograba hipnotizarme en segundos.

Sacudí la cabeza saliendo de mis pensamientos cuando el "ding" del elevador sonó. Yoongi y yo nos dirigimos a extremos opuestos del elevador mientras que Jimin, Taehyung, Hoseok y Jungkook se posicionaban entre nosotros. Yo quedé junto al menor de los tres antes mencionados. Era alto, de la misma altura que Taehyung. Tenía piercings en las orejas y una cicatriz en su mejilla izquierda, la que está a mi vista. Su piel luce tersa y bien cuidada. Luce inocente desde este ángulo. Sin embargo, cuando giró su cabeza hacia mi y nuestras miradas se encontraron, pude darme cuenta de que es tremendamente apuesto y su mirada también posee un efecto en mí. Al igual que con Yoongi, no puedo describirla, pero me queda claro que la de él, Jungkook, no me causa un desequilibrio emocional como la del mayor.

Ninguno de nosotros aparta la mirada. Sus ojos me dicen que busca algo, pero ni siquiera él sabe lo que es. De nuevo el elevador hace "ding" cuando llegamos a la planta baja. Jungkook es quien decide cortar el filo hilo por el cual nuestras miradas se sostenían. Apartó la mirada y salió del elevador. Sentí una mirada en mí. Jimin, Hoseok y Taehyung también habían bajado del elevador. Mi mirada se conectó con la de Yoongi. Me veía suspicaz, tratando de encontrar algún indicio de que sabré yo. Sus ojos pequeños y afilados estaban encajados en mí. Ahora fui yo quien apartó la mirada y siguió con su camino. ¿Qué fue toda esa tensión en el aire? Me dan escalofríos de tan solo pensarlo. Su mirada puede llegar a ser intimidante, incluso para mí.

Namjoon y Jin estaban recargados en una camioneta azul rey esperándonos. Cuando Namjoon me vio dirigirme al asiento del copiloto golpeó levemente a Jin en el hombro en señal de que era hora de irnos. Los demás subieron a los asientos traseros mientras que Jin y yo íbamos adelante. Arrancó la camioneta para ir camino a la panadería, por más raro que suene en mi cabeza, pues usualmente no como pan.

—¿Repasamos el plan?— preguntó Namjoon detrás de mí.

—Seguro— dije.

—Bien. Entonces, entras a la tienda y te pones a perder el tiempo simulando que estás eligiendo un pan— já, suena gracioso—. Luego, tres minutos después entrará Hobi. Él será el cliente que sabe exactamente por el alimento que va. Se formará detrás de ti en la fila. Mientras que tú preguntas sobre el trabajo, él liberará el microbot con cámara desde su reloj para vigilar lo que se hace con el alimento mientras lo empaquetan. Hosoek distraerá a la mujer preguntándole también por el trabajo. Una vez que haya terminado, Parker sale primero y luego Hoseok para no levantar sospechas.

—Es más fácil de lo que pensé— habló Taehyung.

—Claro, no eres tú quien va— comentó Hoseok sarcástico.

—Podría cambiar el lugar contigo— atacó Tae.

—No— habló Jin—. Hoseok ha ido antes, no sería extraño que fuera una segunda. Es más común ver eso a ver clientes nuevos.

—Eso no tiene sentido— habló Jungkook.

—De cierta manera lo tiene— habló Yoongi causando que mi piel se erizara—. Cuando se abre un negocio esperas que la gente que ha ido una vez lo siga haciendo. Claro que también es grato ver gente nueva, sin embargo es más común y gratificante ver clientes frecuentes. Por lo tanto, se espera que vaya un cliente que lo ha hecho anteriormente y no alguien nuevo. Con Turner será suficiente.

—A tus ordenes capitán— ironizó Taehyung.

Reí leve. Tae no siempre es así, normalmente es muy correcto y es difícil escucharlo decir cosas despreocupas sin vergüenza como la de hace poco. Yo me aprovecho de ello para sacar un leve risa.

Jin estacionó a una calle de la panadería después de unos minutos.

—Suerte, hermana— deseó Taehyung.

—Vamos Hoseok— dije saliendo de la camioneta.

Caminé hacia la panadería a paso medio, no me debía mostrar apresurada, pero tampoco me podía mostrar cautelosa. Entré y la mirada de la mujer detrás del mostrador se dirigió hacia mí inmediatamente, como si fuese un reflejo. Merodeé un poco, incluso pregunté por el mejor pan que tienen, el que más venden. Al rato de un tiempo, Hoseok entró. Esta vez la mujer ni siquiera se giró a verlo. Es como si no le interesara verlo, definitivamente ella no se daría cuenta de si es un cliente nuevo o no.

La mujer no me quitaba los ojos de encima. Era incómodo. Se veía de unos 29 años, joven. Su cabello negro lacio estaba atado en una coleta alta mientras que sus ojos del mismo color no se apartaban de mí. Mi mirada se dirigió hacia su cuello. Tenía una marca en forma de shiot, una consonante coreana "ㅅ". Ella se percató de que miraba la marca e inmediatamente dirigió su mano a cubrirla. Mal movimiento de mi parte, podría levantar sospechas si es que ella está involucrada en algo.

Tomé un pan cualquiera y me dirigí a la caja seguida de Hoseok. La mujer del mostrador comenzó a embolsar mi compra.

—¿Están buscando trabajadora?— pregunté causando que ella se sobresaltara un poco—. Lo siento— dije con un tono de voz dulce para calmarla.

—Está bien— rió nerviosa—. Y sí, estamos buscando trabajadora. Puedes llenar un formulario y dejarlo aquí.

—Oh, vaya. Estaba buscando empleo por las noches porque estudio de día y necesito algo de dinero— dije con una sonrisa en el rostro.

—Ah, yo también busco trabajo— comentó Hoseok mientras yo entregaba el dinero de lo que había comprado.

—Lo siento— habló la mujer sin mirarlo a los ojos—. Solo aceptamos chicas.

—Eso no es muy conveniente. Soy guapo, puedo atraer nuevas clientes— sonrió guiñando un ojo a ella.

Quería rodar los ojos, pero no podía. Además, me gusto la confianza con la que dijo aquello, incluso quise reír un poco. Noté cómo la chica fingió tirar la bolsa en la que se encontraba mi pan. Se agachó y tardó exactamente cinco segundos en volver a levantarse mientras hacía ruidos con la bolsa para no escuchar lo que estaba haciendo. Había metido algo. Esta chica no es para nada sutil ni sabe ocultar las cosas.

—Lo siento— dijo al levantarse—. Solo aceptamos chicas— repitió mientras me daba la bolsa.

Con que repita lo que dijo anteriormente, me doy cuenta de que no tiene mucha información. Simplemente es un peón para conseguir chicas y ya. De seguro no sabe mucho del puesto. A lo mucho me dirá el pago.

—¿Cuanto pagan?

—30,000 won a la semana.

—¿No es muy poco?— pregunté.

—Si solo lo buscas como dinero extra, está bien— dijo nerviosa.

—¿Ya me cobras?— preguntó Hoseok viendo su reloj. Pulsó el pequeño botón del lado izquierdo de este y noté cómo salió el microbot, controlado por Namjoon desde la camioneta con la ayuda de su teléfono—. Tengo prisa.

—Entonces, ¿quieres el trabajo?— insistió ella ignorándolo.

—Vendré después, ahora me esperan el dormitorio— excusé saliendo de la tienda.

Salí rápidamente de la tienda. No pasaron ni dos segundos cuando alguien me tomó el brazo. Era la mujer de la panadería. Estaba asustada, sus uñas casi se encajaban en mí. Apretaba muy fuerte. Su cara era casi pálida. Su respiración se volvía agitada debido a las mil cosas que han de estar pasando por su mente.

—No vayas a comer el pan— advirtió con voz temblorosa.

—¿Qué?

—No lo comas, no lo comas, no lo comas— imploraba asustada.

Un hombre salió del callejón junto a la panadería con un bate en mano. La mujer casi grita, pero coloqué mi mano en su boca para que no se escuchara. Dentro de la panadería se escucharon golpes. Hoseok peleaba con alguien que de seguro no quería que él supiera lo que ocurría.

El hombre levantó la mano que sostenía el bate para golpear a la mujer. La aparte y detuve al hombre tomando su muñeca levantada. Este me miró enojado e intentó tomarme del cuello con su mano libre. Torcí su muñeca y soltó el bate seguido de un grito de dolor. Se hincó. Con mi rodilla lo golpee en en rostro mientras que él caía hacia atrás. Dirigió su mano no doblada hacia su nariz. Hizo el intento de levantarse, pero tomé el bate y lo golpee en la parte de atrás de la cabeza dejándolo inconsciente.

—Perdón por tardar tan-

Hoseok miró la escena.

—Olvídalo. No me necesitaste— dijo subiendo los hombros despreocupado.

—¿Quiénes son ustedes?— preguntó la mujer sentada en el suelo con el rimel corrido.

—Súbela a la camioneta— dije inexpresiva a Hoseok.


Chapter 9: Capítulo 9

Estaba dormida. Debe descansar después de el susto que aquel hombre con bate en mano le dio. Los demás miembros del equipo estaban jugando UNO en una mesa. Nos encontramos en una de las guaridas de la organización. Es un lugar aislado del entorno en el que estamos normalmente. Y, para mayor seguridad, está bajo tierra. No puede ser localizado a menos que seas parte de la organización, por lo tanto es de los mejores lugares para tener prisioneros o esconderse del enemigo. En este caso es para mantener a una víctima a salvo. Quedé convencida de que esta mujer no es mala. Intentó advertirme incluso si debía arriesgar su vida.

—¿Crees que dirá algo?— preguntó Jimin llegando a mi lado.

—Debe hacerlo— afirmé viendo a la mujer a través del cristal—. Que ella hable vale más que los archivos encontrados. Es una víctima, sabe lo que hay detrás de todo esto.

—Puede tener miedo de hablar.

—Pero me advirtió. De tener miedo, no habría dicho nada. Estaba alterada, su respiración era agitada, sus ojos traumatizados— hablé fría—. Yo sé lo que es estar así.

—La interrogarás con Yoongi, nosotros saldremos.

—Tal vez no quiera hablar con un hombre en la sala— comenté—. Se alterará de nuevo. No quiere que la toquen.

—Solo hablarán, no la tocará.

Dicho eso, se fue. Yo seguía observando a la mujer del otro lado del cristal. Dormía pacíficamente, como si no hubiera dormido en meses. Estaba tremendamente delgada. Sus huesos se notaban a la intemperie. Había ojeras bajo sus ojos, sus labios estaban resecos, había moretones en sus brazos, su piel era casi amarilla. ¿Cómo demonios es que sigue viva? Algo debe haber hecho para estar así, en esta condición. Sin embargo, no debió haber sido tan malo como para matarla. Sus párpados comenzaban a tiritar. Estaba despertando. Cuando sos ojos se abrieron completamente se sentó de golpe. Se mareó. Fui al refrigerador por un agua mineral, regresé y la pasé por la rejilla que había a la altura de mi cintura.

—Bébela— ordené.

Sentí ojos en mi espalda. Los chicos se percataron de que le hablaba y que, por lo tanto, ella ya había despertado. Jin se paró detrás de mi y la mujer, quien estaba por tomar la botella, retrocedió rápidamente y se encogió en sí misma.

—No te hará nada— hablé—. Es inofensivo.

—Que linda— susurró a mi oído.

—Lo menos que quiero es asustarla, salgan— susurré al girarme quedando cercana a sus labios.

—Bien— susurró de regreso para darse la vuelta.

Hizo una señal a los demás para retirarse. El único en no seguirlo fue Yoongi. Chasqueé mi lengua ante esto. Los chicos se fueron y la puerta se cerró detrás de ellos.

—Ya se han ido— dije a ella—. No te pasará nada.

—¿Cómo sé que no?— preguntó tomando el agua temblorosa—. Eso mismo me dijeron hace años.

—¿Quién?— preguntó Yoongi distante.

Ella me miró. Sus ojos oscuros pedían ayuda. Le hice saber que él tampoco le haría nada mientras colaborara. También sé que ninguno de los dos, ni Yoongi ni yo, se podría contener si ella decide no hablar. Queremos llegar al fondo de esto.

—Ellos— dijo bebiendo el agua. Soltó un gemido de satisfacción cuando despegó la botella de sus labios.

—¿Quiénes son ellos?— interrogué.

—¿Quiénes son ustedes?— interrogó ella de regreso.

—Seremos los buenos si nos ayudas— contestó Yoongi.

—¿Eso es un amenaza?— preguntó ella.

—Lo es— golpeé el cristal—. Y la amenaza es de parte de ambos.

—No diré nada si ustedes son lo hacen, ¿cómo saber que estaré a salvo y no me pasará lo que en aquel lugar?

—Porque no sacaríamos beneficios de ello— habló Yoongi cruel—. No hay compradores, ni drogas, ni estamos interesados. No importa si decides no hablar, podemos obligarte a hacerlo.

—Mátenme, sería mejor.

—No estamos para complacer tus deseos. Que sufras te obligaría a hablar. Ya después veo si te mato o no.

—¿No se suponía que son los buenos?

—Los buenos tienen poca paciencia, habla ya— la presioné.

—Tengo una condición— dijo ella—. Deben asegurarme que me mandarán lejos. A un lugar donde pueda empezar de nuevo. No importa dónde sea, no es como si les importara que una de sus tantas zorras se escapara, tienen muchas más.

—Trato— dijo Yoongi jugando con una navaja—. Ahora habla.

Los ojos de la mujer se abrieron en asombro. No creyó que sería sencillo hacernos ceder ante lo que ella quiere por hablar. Había cierta verdad en lo que dijo Yoongi antes: no tenemos ningún interés. Solamente queremos información. Y sería justo dar a cambio de recibir. Al menos así es en este mundo. Solo los ingenuos dan sin querer nada a cambio, son aquellos de quienes más nos podemos aprovechar.

—La panadería es una fachada— comenzó—. Una vez que las chicas compran pan estoy obligada a poner droga en él. Solo hago lo que me dicen para no terminar más bajo de lo que ya estoy. Yo solía ser la tercera del sobrino del hombre a cargo de todas las prisiones donde nos mantenían. Cometí una idiotez y me mandaron al fondo como esclava. Me perdonaron la vida porque ya llevaba años en una de las casas.

—¿Cómo consiguen a las chicas?— pregunté.

—Ven a una chica linda en la calle y la secuestran. Las drogan y se las llevan. Engañan a adolescentes rebeldes prometiéndoles una mejor vida y las someten. Buscan en lugares poco comunes para no levantar sospechas. Abren antros y, haciéndose pasar por hombres en busca de diversión, se las llevan a alguna habitación para dejarlas inconscientes. A otras nos sacaron de esquinas prostituyéndonos. Las maneras son incontables.

—Mencionaste unas casas, ¿a qué te referías?— interrogó Yoongi.

—Una vez que tienen a una chica la clasifican dependiendo de la manera en la que se ve. Es como separar razas. Tienen latinas, asiáticas, estadounidenses, belgas, chilenas, de todos malditos lados. Una vez que las clasifican por nacionalidad, las clasifican por el físico. Ojos verdes, azules, café. Cuerpo parejo, pechos grandes, pechos pequeños. Incluso el color de piel y del cabello. Una vez que ese proceso termina, el cual lleva al rededor de tres meses cada que consiguen 200 chicas, se les lleva a casas con numerosas habitaciones para que hombres degenerados se tiren a la que más se acerque a su fetiche o fantasía.

—Entonces— hablé—, cada casa, por así decirlo, tiene chicas que pueden lucir idénticas.

—El número de chicas debe ser inmenso— bufó Yoongi—. No podremos con esto.

—Pueden— habló ella—. La casa central está en Seúl. Después de todo lo empezaron coreanos. Mafiosos en busca de más dinero del que ya tienen.

—¿Cómo es tú sabes todo eso?

—Pasé por eso, galán— soltó sarcástica—. Además, al ser la tercera entre tantas tienes privilegios. Entre ellos está el acceso a mucha información, participar en la clasificación y el ser exclusiva. Muchas aspiran a ser una de las primeras, usualmente las que creen que esa es la salida. No saben que solo están cavando más a fondo, y una vez que lleguen al núcleo se quemarán.

—¿Qué pasa con las que intentan escapar?— pregunté.

—Pregúntales si es que te responden cinco metros bajo tierra.

—¿Por qué me impediste comer el pan? Estabas alterada. A diferencia de como te comportas ahora, eras otra.

—Vi que, si es que te llevaban, tienes el potencial para ser la primera. No la segunda ni la tercera, la primera. Tu vida será un infierno. Yo cometí la equivocación de ir voluntariamente creyendo que con el dinero que haga saldría rápidamente. Pero a las chicas no les dan ni un solo centavo. Solo son muñecas a las que visten. Me asustó ver por primera vez ese potencial en una chica. Por eso salieron a buscarme, sabían que les echaría a perder todo y matarme sería lo más sencillo.

—Pero dijiste que no te buscarían para matarte.

—No lo harán, esa pequeña farsa de la panadería es administrada por un idiota, literalmente. Su coeficiente intelectual no es bueno, no se dará cuenta alguna.

Una idea surgió en mi mente. Era altamente riesgosa, pero si funciona sería la victoria perfecta. Podríamos terminar con el sistema. A lo que voy entendiendo, el que inició todo esto no está afiliado con nadie más. Si manejara los prostíbulos con alguien más sería difícil cerrarle todo. Sin embargo, el que esté solo nos deja una amplia oportunidad de terminar con todo de un solo golpe. Ese hombre cometió el error de no tener socios. Llegar hasta él será difícil. Debe haber al rededor de treinta personas con poder antes de llegar a él.

—¿Cómo le hago para entrar?— pregunté seria.

—¿Eres una idiota Parker?— gritó Min—. No irás a meter tu trasero en una de esas casas.

—Tengo tres meses antes de entrar una— ataqué entre dientes.

Sí, me metería a esto. La única manera de llegar a ese hombre es desde adentro.

—Me importan una mierda los tres meses— escupió—. No puedes ir.

—Te mandarían a Daegu— habló la mujer—. Aún si la casa central está en Seúl, la de Daegu es la favorita del magnate. Encajas perfectamente bien con la descripción. Es casi como si se hubiera hecho para ti.

—Dime lo que debo hacer para entrar— presioné.

—No— dijo ella firme—. Ya sé lo que es estar ahí dentro. Por más ruda que luzcas por fuera, ese mundo será el infierno mismo para ti. ¿Acaso no me estás viendo?— se retiró la playera quedando en sostén—. Así puedes terminar por cualquier mínimo error que cometas, creo que incluso con aquellas chicas que son alimento para gusanos. No te diré cómo entrar.

—Me diste miles de maneras— golpeé el cristal—. Solo debo intentarlas todas.

—¡Basta!— sentí cómo mi cuerpo se levantaba del suelo—. Tú no tomarás esta clase de decisiones sola. Somos un maldito equipo— Yoongi me cargó en sus brazos y me sacó de la sala.

Los chicos estaban en el pasillo jugando piedra, papel o tijera. Pararon en cuanto me vieron en brazos de Yoongi.

—¿Cuándo es la boda?— preguntó Jimin.

—Bájame Min— ordené.

Yoongi rodó lo ojos y me bajó casi tirandome. Afortunadamente logré piner mis pies en el suelo justo a tiempo antes de que mi trasero se estampara contra este.

—¿Y bien?— preguntó Hoseok.

—Que te lo diga la mujer maravilla— comentó Yoongi sarcástico mientras cruzaba sus brazos sobre su pecho.

Tsk.


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