-¡No la dejen escapar!- gritó una voz de hombre a la distancia.
Mi respiración era pesada mientras corría por el bosque espeso en el medio de la noche, solo tenía en mente luchar y detener a los soldados del Rey de Kuautli que buscaba expandir su reino a toda costa.
Mi Rey me había ordenado huir, de acuerdo con él era la única capaz de salvarnos, pero no podía abandonar ni a mi reino ni a su gente, luché con cuanto soldado me encontraba en el camino, a estas alturas tenía una herida de flecha en el hombro y varios cortes a lo largo de mi torso por la lucha.
Después de correr por otros 20 min me encontré en el medio de un claro con 3 hombres armados hasta los dientes frente a mí que dispararon flechas al mismo tiempo, una alcanzó mi costado y una segunda mi pierna derexha, cuando me dí la vuelta no té que un hombre alto e imponente había llegado a caballo, lo reconocí de inmediato, era el príncipe heredero de Kuautli.