Lan Yu pensó en sus numerosas relaciones fracasadas y finalmente decidió abandonar su plan inicial de sabotear a Lan Hua. Él nunca sería el partido de su hermano a la hora de ganarse el afecto de una señorita. Así que, derrotado y abatido, se fue sin una palabra, dejando un montón de talismanes tras él.
Nadie podía evitar compadecerse por Lan Yu, que lucía como si hubiera perdido su único objetivo en la vida. Lonemoon de repente sintió que entendía el viejo refrán, «¡La vida ya es difícil, así que no expongas la verdad!». Después de sacudir su cabeza con compasión, felizmente recibió los talismanes de Shen Ying.
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—¡Vamos! —Lonemoon se dio vuelta para apurar a sus compañeros. Se hacía tarde.
—¡Compañero Inmortal Lonemoon! —Chen Ge lo llamó desde detrás, escuchándose preocupado—. Yo…
—¿Su Alteza?
Al voltear, los ojos de Lonemoon se ensancharon de sorpresa. El cuerpo de Chen Ge se desvanecía despacio, bajo un débil halo de luz.