—Este… ¡ejem! —Lan Hui tosió—. Está bien que no se dejen influenciar por las ilusiones.
—Heh heh… —de repente Shen Ying ya no tenía muchas ganas de rescatarlos.
—¿Quién es usted? —los dos hombres, que acababan de sacar sus espadas, se dieron vuelta para estar enfrente de las tres personas de pie a poca distancia, con sus expresiones sombrías—. ¡Hmph! ¡No sabe cuándo rendirse! Ahora se ha transformado en tres personas.
Lonemoon resopló con frialdad. Agarrando su espada con fuerza, se dispuso a atacarlos.
—¡Espere! —Yi Qing lo detuvo—. Vamos a asegurarnos.
Se acercó, y examinó a las tres personas delante de él, luego, se dirigió a Shen Ying, preguntando:
—Maestra, ¿Qué quiere almorzar?
Shen Ying deformó su rostro, irritada. Miró hacia el Padre Niu, y luego dijo con los dientes apretados
—¡Grulla inmortal!
Si, era verdad.