Xun Shu se levantó rápidamente. Su expresión había cambiado. Saltó y se quitó sus ropas, rasgándolas en pedazos. Las lanzó al piso y las pisoteó con furia. Con un movimiento de su mano, un set de ropas azules apareció y se lo puso en un santiamén. Esta vez, los trajes no llegaban al suelo.
—Ehm, para qué estaban ustedes… Ah sí, mi Hoja del Espíritu de Invierno no se le destina a cualquier persona así de simple —tosió. Había recuperado ahora su postura alta y fuerte, como si nunca se hubiera tropezado y caído hace solo unos segundos. Si no fuera por el barro en su cara, hubieran creído que lo habían imaginado.