Sheyan asintió con alegría tras obtener una respuesta muy satisfactoria, antes de acariciar la cabeza de Viuda Oscura como si fuese un perro. Luego, casualmente le sirvió a Viuda Oscura varios bocados de ron, y se giró para irse.
Mirando su retirada, los delgados y pequeños ojos de Viuda Oscura revelaron un rastro de veneno.
Pero en ese momento, Sheyan se giró repentinamente mientras mostraba una mueca de desprecio al una vez más, cobarde y temeroso, Viuda Oscura.
—Lo sé, ¿deseas que muramos?
La Viuda Oscura agitó su cabeza incesantemente y gimió.
—Ya he respondido a todo lo que me has preguntado, ¡era absolutamente la verdad!
En vez de eso, Sheyan sonrió débilmente.