Qin Wentian respiró profundamente, queriendo disipar por completo los recuerdos de lo sucedido en la pesadilla. Sus ojos brillaron con nitidez y resplandecieron con una resolución aterradora.
Después de experimentar el bautismo, el estado de su corazón era aún más firme que antes. Nadie podría bloquear su camino.
De pie, Qin Wentian sintió que todo su cuerpo se enfriaba. Gotas de sudor empaparon su camisa y cuando el viento ligero pasó como una ráfaga, el frío se filtró directamente a su cuerpo. Sin embargo, sus ojos todavía miraban fijamente hacia delante en la distancia.
Justo en el horizonte, a lo lejos, estaba la tumba de un antiguo emperador. No solo eso, irradiaba una luz resplandeciente, emitiendo la sensación de que esta tumba antigua nunca perdería su brillo.