—Jaja.
Santo se mofó con desdén. No obstante, no intervino. La situación en ese momento le parecía preocupante. Ni siquiera sabía qué eran esas letras. No obstante, sabía que en el momento en el que atacara, esas letras se defenderían. Daba la impresión de que iba a ser difícil matar a esa hormiga con eso.
No obstante, aunque ese fuera el caso, TENÍA que matar a esa hormiga.
—Santo, el momento de temor ha llegado para ti —ahora que Lin Fan empuñaba el Sutra del Cielo y la Tierra, su confianza prácticamente estaba por las nubes. Una sola palabra de discrepancia fue más que suficiente para que él interviniera.
Cuando Santo vio a Lin Fan atacar, su corazón dio un salto de alegría.
—Bien. ¡Has decidido venir en busca de la muerte ya! Si estuvieras bajo la protección de esas letras, Tu Ser Supremo podría no ser capaz de hacerte cualquier cosa. Pero ahora, tú lo has querido.