Shirley se sobresaltó y estuvo a punto de gritar. Miró a toda prisa a su alrededor y entonces dio un paso adelante. Sujetó la mano de Vicente.
Su reacción confundió a Vicente.
Shirley trató de mantener baja la voz venciendo su miedo y nerviosismo.
—Vicente, tienes que huir. Los vigilantes nocturnos encontraron los cadáveres en tu sótano.
—¿Qué? —Vicente no podía creer lo que escuchaba a pesar de que fue Shirley quien le dijo aquello, y Shirley era la persona a la que más amaba y en quien confiaba en el mundo—. Imposible... Esto es imposible. ¿Cómo los han encontrado? ¿Cómo lo han sabido?
Era imposible que los vigilantes nocturnos pudieran registrar cada casa en una zona porque su número era demasiado pequeño para eso.
Al ver que Vicente estaba entrando en pánico, Shirley le contó lo que sucedió de la forma más breve que pudo.