Lucien no sabía qué decir. Solo quería hacer una broma, pero la broma se hincó en la parte más suave y dolorosa del corazón de Natasha. Quería consolar a Natasha, pero no sabía cómo.
Al ver la mirada avergonzada de Lucien, Natasha se mordió los labios ligeramente y dijo.
—Está bien, Lucien. No importa lo que pasó, es parte de mí. Siempre trato de apreciarlo y aprender mi lección. Esa es mi actitud. No te preocupes, Lucien. Nunca te culparé por decir algo que nunca quisiste decir.
—Bien... En tal caso, permíteme ser honesto, Natasha —dijo Lucien de una forma severa—. Lo único que aprendo del recuerdo y la historia es que... no podemos aprender nada.
Natasha se detuvo un segundo primero y luego se echó a reír con Lucien. Se reía tanto que ni siquiera podía mantener la espalda recta como un caballero, como una violeta floreciente.