—Está bien. Soy rico y no necesito una esposa —respondió Lu Bai, mientras sacaba su cena de hígado de cerdo y pescado.
—Tch —Wen He chasqueó la lengua mientras se apoyaba contra el marco de la puerta, inspeccionando al hombre ocupado que cortaba en cubitos y arrojaba carne a la olla. —Eres el único heredero de la familia Lu. ¿Me estás diciendo que serás el último descendiente de tu familia? Oh, espera. Lo olvidé. Eres un hogareño. ¿Cómo conseguirías una esposa? ¿Cómo conseguirías siquiera chicas? Sé sincero conmigo, ¿soy la primera mujer con la que has hablado en estos 8 meses?
—No.
—Las charlatanas amas de casa en el supermercado no cuentan, querido.
—Bueno, el supermercado no solo contiene amas de casa charlatanas. Hay otras personas, como una chica joven y hermosa, la dama que vive abajo, por ejemplo. Tiene una sonrisa brillante.
«¿Oh? ¿La señora de abajo?».