—Dijiste que no eras de dar besitos, pero no me molesta darte uno —dijo Lu Xinyi, mirando a todas partes menos a él.
—No dije que no me gustasen. No me molesta recibir uno de tu parte. Siéntete libre de darme algunos cuando desees —susurróél. Sintió un cosquilleo en los labios cuando ella lo besó.
—Es bueno saberlo —le dio una sonrisa tímida y se rehusó a verlo a los ojos—. Demos por terminada esta noche, ¿bueno? —respondió torpemente. Aún estaba avergonzada por haberlo besado. Era su primer beso como marido y mujer.
—Ven, te mostraré nuestra habitación —dijo Shen Yi liberándola.
Lu Xinyi parpadeó y se sorprendió.
Un momento, ¿acaso dijo "nuestra habitación"? ¿Compartirán una habitación? Sentía pánico por dentro, pero aún así siguió a su esposo, quien subía las escaleras con el equipaje en mano.
Lu Xinyi estimaba que su casa medía al menos 300 metros cuadrados. No tenía muchos muebles, tal y como en la suite del crucero. Sin embargo, este lugar estaba inteligentemente amoblado, cada cosa tenía una función para la vida diaria.
Mallows y Milk Tea tendrían muchísimo lugar para caminar y jugar en la casa, considerando lo espacioso que eran la sala de estar, el comedor y la cocina. Una vez que llegaron al segundo piso, ella vio cuatro habitaciones.
—La habitación al final del pasillo es mi estudio. Esta habitación…—apuntó a la habitación más cercana a las escaleras— es mía. Puedes escoger entre las dos restantes.
—¿Oohh?
Entonces, ¿no compartirían habitación?
—Vamos, Xinyi. ¿Acaso pensaste que dormiríamos en la misma cama? —le provocó—. Oh, Dios. No sabía que realmente te me saltarías encima en el primer momento.
Sus cejas se meneaban hacia arriba y abajo, provocándole.
Lu Xinyi fue tomada por sorpresa, no reaccionó. Pasaron segundos antes de que realmente cayera en cuenta de lo que él dijo.
—Tu descaro me asombra —resopló ella, antes de quitarle las maletas de la mano e irse a la habitación que quedaba al lado del estudio.
—Lu Xinyi —Shen Yi la tomó de la barbilla, haciéndole que le mire. Sus ojos cafés se abrieron mientras ella lo miraba con una cara inocente—. Nunca olvides que te veo como una mujer.
Se miraron a los ojos por tres segundos, antes de que ella lo empujase.
A Shen Yi lo dejaron en el pasillo, sonriendo como un idiota. La expresión de Lu Xinyi era invaluable, él no podía aburrirse de ella.
Después de que Lu Xinyi cerrara la puerta, se presionó lentamente contra ella. Soltó el equipaje y la camisa de Shen Yi. Soltó las piernas y se deslizó por la puerta, quedando en cuclillas. Escondió la cabeza en sus brazos cruzados, tomó una bocanada de aire y suspiró.
En la privacidad de su propio espacio, Lu Xinyi intentó disminuir su ritmo cardiaco.
—Shen Yi, ¿qué voy a hacer contigo?
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Shen Yi abrió la puerta y se tiró encima de la gigante cama. Mirando al techo, se preguntaba cómo Lu Xinyi podría cambiar su aburrida y desganada vida ahora que estaban casados.
Le gustaba provocarla, pero sabía que cuando pasaba más tiempo con ella, su autocontrol peligraba. ¿Cuál sería su reacción si él le dijera que la deseaba?
En solo una semana, Shen Yi no podía creer el efecto que ella había causado en él. A pesar de que lo único que él quería hacer era sostenerla y protegerla de cualquiera que quisiera hacerle daño, se contuvo.
No forzaría a Lu Xinyi a quererlo. No así. Acababa de tener una ruptura amorosa y aún estaba vulnerable. Ella necesitaba más tiempo para sanar y superarlo. Quizá si la hubiese conocido antes y no hubiesen tenido que tener un matrimonio contractual, él podía haberse enamorado de ella antes de casarse.
No había motivo por el cual seguir meditando acerca de los "quizás". No podía cambiar nada, tenía que fluir con la corriente. Tenía que seguir esperando que Lu Xinyi siguiese sonriendo, a pesar de cualquier cosa que el mañana pudiese ofrecer.
Se dio vuelta perezosamente, con una mano estirándose en la sabana y otra intentando cubrir su cara de la luz matutina que provenía de la ventana.
Habían pasado dos días desde que se mudó con Shen Yi y aún estaba intentando ajustarse a su nueva vida como su esposa.
Los primeros dos días como una pareja de casados estaban llenos de las usuales bromas mientras que Shen Yi la ayudaba a desempacar. Lu Xinyi sabía que él planeaba algo pero nunca pensó que él revisaría sus prendas íntimas mientras ella iba al baño.
—¿Por qué usas algodón? ¿Acaso no tienes con encaje o algo más sofisticado? ¿Quieres ir a comprar nueva lencería? Puedo acompañarte —dijo Shen Yi, mientras sostenía uno de sus calzones.
Como era de esperar, su esposo, junto con sus perros, fueron echados de la habitación y se le prohibió entrar de nuevo sin su permiso.
—Buenos días, esposita.
Sus ojos se abrieron repentinamente. Jadeó al reconocer la voz que provenía de su lado. Se volteó para ver si sospechas eran correctas, encontrándose con Shen Yi tendido a su lado, en la cama, con una sonrisa primitiva en la cara.
—¡Shen Yi! ¡Qué demonios! ¿¡Qué estás haciendo aquí!? —gritó.
Intentó levantarse, pero Shen Yi se cernió sobre ella y le puso los brazos alrededor de su cara.
—Xinyi, ¿cuándo me concederás nuestra noche de bodas? —Sus labios estaban peligrosamente cerca la boca de ella. Podía sentir su peso atrapándola.
Sus ojos se ensancharon y su corazón empezó a latir salvajemente.
—Shen Yi…—Sus palabras no se completaron, la silenció con un apremiante beso que se llevó su aliento.
Lu Xinyi saltó de la cama. Sudaba frío mientras caía en cuenta de que solo era un sueño. Cubrió su cara con ambas manos antes de que sus dedos se deslizaran hacia su cabello para agarrar ambos lados de su cabeza.
Un sueño. Solo un sueño. Pero…¿por qué demonios soñaba con Shen Yi?
Levantó la cabeza y se abofeteó en las mejillas. ¡Ese sueño era vergonzoso!
¡Ella no era una pervertida como él! Shen Yi seguramente se lo estaba contagiando. Ese hombre descarado la acosaba aún en sus sueños, asegurándose de que podía burlarse de ella.
¡Es tan irritante! ¿Por qué no podía dejarla en paz? La molestaba aún en sueños.
Obligándose a salir de la cama, Lu Xinyi tomó pasos agonizantes hacia el baño. ¿Por qué era tan difícil despertarse en las mañanas? Quería quedarse en la cama un rato más, pero era Lunes y tenía que obligarse a moverse un poco y encarar sus otros problemas.
Salió de su habitación y abrió la puerta del baño que compartían. Con los ojos entrecerrados, agarró su cepillo de dientes y su pasta dental, y adormecida apretó el tubo.
En ese momento, la cortina de baño se abrió, sorprendiéndola y haciendo que dejara caer el cepillo en el lavamanos. Shen Yi sacó la cabeza y la miró despreocupadamente
—Hola, Xinyi. ¿Te molestaría pasarme la toalla del estante?
Shen Yi estaba desnudo, tal cual había venido al mundo. Lu Xinyi se sorprendió al verlo luciendo su atuendo de nacimiento. Él no se veía avergonzado por revelar su desnudez a su esposa. No mentía cuando decía que podía caminar por la casa sin pantalones.
—¡AAAAAAHHHHHHHHH! —gritó Lu Xinyi cuando vio lo que no tenía que ver. Inmediatamente se dio vuelta, cubriéndose los ojos y dándole la espalda.
—¡¿Qué carajos, Shen Yi?! ¡¿Por qué no cierras la puerta con llave cuando te bañas?!
—Lu Xinyi, estás haciendo mucho ruido. La gente va a pensar que estoy abusando de ti —repuso haciendo una pausa—. Espera, estamos casados. Esto debiese ser usual para ellos.
—Para ellos, ¡no para nosotros! —gritó antes de salir del baño, cerrando la puerta detrás de ella.
Con la espalda apoyada en la puerta, se cubrió nuevamente la cara, pensando por qué tenía tanta mala suerte. ¿Realmente la tenía? Había visto aquella parte de Shen Yi…
—Rayos, debí haberlo mirado mejor.
Cuando se dio cuenta de que ese pensamiento había cruzado por su mente, se regañó profusamente. Quizá debía empezar a ducharse de noche si Shen Yi acostumbraba a hacerlo de día.
La puerta se abrió de repente, haciendo que Lu Xinyi cayera al desnudo pecho de Shen Yi. Su cabello aún estaba húmedo, lo que hacía que se viera un poco diferente, en el sentido bueno. Gracias a Dios esta vez se había cubierto con una toalla.
—Xinyi, la próxima vez puedes simplemente decirme que te quieres bañar conmigo. No me molestaré.
Se rió mientras que Lu Xinyi le golpeaba el pecho frustradamente. Él atrapó su mano e hizo que se acercara.
—¡Cállate! ¡No soy una pervertida como tú! —exclamó Lu Xinyi fulminándole con la mirada a su perverso esposo.
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