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0.07% El fin de la era mágica / Chapter 1: Capítulo 1: El Fin del Mundo
El fin de la era mágica El fin de la era mágica

El fin de la era mágica

Author: Zhuang Bifan

© WebNovel

Chapter 1: Capítulo 1: El Fin del Mundo

Editor: Nyoi-Bo Studio

Tras copiar el último carácter de la fórmula Fígaro, Lin Yun cerró cuidadosamente

su libro y abandonó la decadente biblioteca.

Una grieta profunda se extendía en el cielo, proveniente de la tormenta del

inframundo. El sol de color rojo sangre parecía estar dando sus últimos rayos,

derramando luz y calor. La cruel y ardiente luz solar inundaba cada esquina de la

ciudad y formaba una niebla de vapor, llevándose con ella los pocos vestigios de

vida del lugar.

La torre en el centro de la Ciudad Heiss aún funcionaba, pero con una luz tenue y

deprimente que hacía creer a la gente que el hombre anciano que la había

protegido durante los últimos trescientos años, ya había pasado sus mejores años

y, al igual que esta era, estaba llegando a su fin.

Este lugar era Noscent, un mundo que alguna vez fue la cuna de una magnifica

civilización mágica, pero ahora estaba a punto de morir debido al agotamiento del

maná.

Cuando Noscent estaba en auge, los humanos eran capaces de llevar la magia a

niveles extraordinarios. Los magos de aquel tiempo poseían un poder

descomunal. Solían enviar expediciones a través de las numerosas praderas y

otras razas se estremecían ante su presencia tras ser subyugadas.

Incluso se proclamaban dioses. De hecho, si el maná no se hubiera agotado,

varios de ellos podrían haber vivido casi eternamente con poderes divinos gracias

a sus conocimientos acerca de los secretos de la magia.

Lamentablemente, estos tiempos de grandeza habían llegado a su fin junto con el

maná del mundo.

Los humanos se debilitaban día a día. La gran flota mágica se mantenía encallada

en el puerto. El cañón de cristal mágico ya no dejaba salir su estruendo

ensordecedor y aquellas numerosas praderas recuperaron nuevamente su paz,

libres de la amenaza de estos conquistadores.

Incluso los magos que alguna vez se atrevieron a desafiar a los dioses

comenzaron a caer. Quedaron impactados al descubrir que estaban a la merced

del inexorable paso del tiempo tras haber perdido sus habilidades mágicas.

Nombres que solían conjurar memorias heroicas ahora se encontraban

engravados en tumbas. Sufrieron el declive de Noscent y gradualmente quedaron

olvidados en las cenizas de la historia.

Las únicas cosas que quedaron fueron los libros de magia en la biblioteca de la

que Lin Yun había salido. Cada uno de ellos contenía la cristalización de las

experiencias y el conocimiento de muchas vidas. En la era pasada, antes del

agotamiento de maná, un botín así hubiera hecho que cualquier mago saltara de

alegría.

Pero ahora, estos libros yacían en la biblioteca intactos, cubiertos de una gruesa

capa de polvo. Carecían de significado, salvo como recuerdo de la gloria pasada

de Noscent.

Para Lin Yun, ni siquiera eran tan útiles como la fórmula Fígaro. Al menos la

fórmula le permitía extraer un poco de maná del vacío al meditar. En este mundo

privado de maná, libros con poderosos hechizos y gran conocimiento mágico

servían solo como material de lectura ociosa.

Desde que llegó a Noscent hacía veinte años, Lin Yun lamentaba su infortunio.

¿Acaso no era la migración una manera de salvar su mundo y disfrutar de una

vida plena? ¿Por qué debía cazar su comida en el desierto? ¿Por qué tenía que

ser enterrado junto con este mundo moribundo?

La vida era muy injusta.

Por lo menos, debería haber terminado en una mejor época. Como el Noscent de

hace muchísimos años.

Aunque la civilización mágica estaba lejos de la madurez en ese tiempo, montones

de magos se abrían camino explorando los distintos usos de la magia. Los

humanos aún no habían alcanzado su máximo potencial, el cual algún día les

daría la capacidad de hacer milagros usando la magia.

Al menos, en aquel tiempo, Noscent todavía no había visto su cielo destrozado por

la tormenta del inframundo, ni su tierra reducida a interminables desiertos. El

mundo todavía estaba rebosante de maná.

Pero lo más importante de todo era que la gente de aquel tiempo no sufría

incontables pesadillas sobre el inminente fin del mundo.

Lin Yun resopló. Arrastró su cansado cuerpo por una calle con un silencio

sepulcral. No había ningún sonido en los alrededores, dando la impresión de que

Lin Yun era la última persona en el mundo entero.

Noscent estaba encaminada lentamente hacia su muerte. Los recursos naturales

de los cuales la humanidad dependía para sobrevivir estaban siendo

desmantelados a diario. La población humana de Heiss era cada vez más escasa.

A este ritmo, no durarían hasta el verdadero fin del mundo. Con este silencio,

Heiss parecía estar convirtiéndose en una ciudad fantasma.

Lin Yun sentió escalofríos al pensar en ese desesperante futuro tan cercano.

—Qué extraño, hace un poco de frío —pensó Lin Yun—. En los veinte años que

llevaba viviendo en Heiss, se había acostumbrado al cruel sol y al desierto

recalcitrante en las afueras de la ciudad. Esta sensación de frío, que jamás había

experimentado en todo ese tiempo, recorría su cuerpo como una serpiente,

dejando una sensación cosquilleante en su espalda.

Una expresión de pánico brotó en la cara de Lin Yun, mientras levantaba su

cabeza para mirar al cielo antes de empalidecer de miedo.

El cielo en Heiss estaba completamente negro, la oscuridad sin fin se apoderaba

de toda la luz entre el cielo y la tierra. La torre refugio que había protegido la

ciudad por varios milenios finalmente agotó todo su maná.

Con la extinción de ese resplandor, la tormenta del inframundo se extendió por el

cielo. Un gran meteorito en llamas cayó desde el cielo.

La tierra estaba colapsando. El mundo entero se movía ferozmente de lado a lado

mientras grandes edificios se derrumbaban. Las vidas se extinguían, una tras otra.

Había gritos de ayuda, plegarias, alaridos…

Heiss, silenciosa por un milenio, de repente se tornó extremadamente ruidosa.

Sangre y llamas atestaban cada esquina de la ciudad. La última ciudad de la

humanidad llegaba a su fin.

Cuando Lin Yun despertó, vio que el cielo estaba despejado. No había ninguna

grieta rasgando el cielo ni ningún sol sangriento. Tampoco había ningún desierto

afuera.

Bosques frondosos con cordilleras de montañas, ríos fluyendo, todo en este

mundo estaba lleno de una vitalidad infinita.

Naturalmente, también había maná. Maná por todos lados.

Comparado a la era final de hace tantos años, este Noscent la superaba en

riqueza con abundante maná por doquier. Incluso el aire parecía expedir un fuerte

aura de maná, inagotable maná que cualquier mago podría aprovechar y

despilfarrar sin remordimiento.

Para Lin Yun, quien había vivido más de veinte años en una era de infertilidad y

decadencia, pendiente de juntar de cualquier manera la más ínfima cantidad de

maná, este era el paraíso que anhelaba.

Pero ahora Lin Yun no tenía tiempo para estar feliz por haber despertado en tal

paraíso.

Acababa de descubrir que estaba ocupando un cuerpo desconocido.

De las memorias que quedaban en su mente, el dueño original de este cuerpo se

llamaba Mafa Merlin y era un mago aprendiz que se encontraba bajo el tutelaje del

Archimago Sethman. Su padre, Locke Merlin, llevaba un negocio de alquimia.

Solía estar a cargo del Oro Destellante, una de las siete grandes cámaras de

comercio de la Ciudad de Mil Velas.

Todo parecía genial: una familia acaudalada y un futuro prometedor.

Lamentablemente, esto era algo del pasado. Mafa Merlin era muy desafortunado.

Acababa de consagrarse como Aprendiz de Mago nivel 9, tan solo a un paso de

poder usar la túnica negra y convertirse en un mago respetable. Pero entonces, su

influyente padre tuvo un accidente.

Una tormenta engulló una flota de la cámara de comercio «Oro Destellante»,

incluyendo a Locke Merlín. Cientos de personas no lograron sobrevivir y los

invaluables bienes se hundieron en el fondo del océano.

Fue un verdadero desastre y conmocionó a la Ciudad de Mil Velas.

Naturalmente, eso incluyó a los acreedores de la cámara de comercio.

La cámara de comercio «Oro Destellante», una de las siete cámaras de la Ciudad

de Mil Velas, fue vaciada de la noche a la mañana por estos acreedores. No solo

eso, las familias de las víctimas fueron a pedir compensaciones a diario, llorando

por sus familiares y llevándose los remanentes objetos de valor de la cámara.

Tras perder su fuente de ingreso, Mafa Merlin no podía permitirse continuar con

sus costosos estudios mágicos y no tuvo más opción que renunciar a su camino

para convertirse en mago un mes antes y volver a casa para ayudar a lidiar con

las deudas.

Su enorme residencia ahora estaba completamente vacía, ni siquiera las ratas

querían estar ahí. El último sirviente había escapado hacía tres días con algunas

docenas de monedas de oro y todo lo que pudiera encontrar. Y ahora, además de

un mayordomo anciano con lealtad inquebrantable, solo quedaba Lin Yun.

—Ah, claro, también está el contrato —recordó.

El primo más joven de Locke, Fario, había enviado un contrato. De acuerdo al

árbol genealógico, era el tío de Mafa. Cuando Locke aún estaba allí, se encargaba

de este joven primo, dándole tajadas de sus negocios cada año. Luego, gastó

mucho dinero y usó todas sus conexiones para conseguirle una posición como

oficial de seguridad pública. Era un trabajo muy lucrativo y le daba grandes sumas

de dinero.

Era lo mismo esta vez. Antes de que Locke se embarcara al mar, le entregó a su

primo un contrato prometiendo una parte de las ganancias, como siempre. No

necesitaba hacer nada y recibiría un gran pago al final del viaje.

Nadie podría haber pensado que un desastre extraordinario iba a ocurrir en el

viaje, como nadie había esperado que, justo después de la muerte de Locke, este

querido primo traería el contrato para exigir el dinero prometido en los términos.

Este era el contrato que se encontraba ahora frente a Lin Yun. No era una gran

cantidad, un total de 8000 unidades de oro. Cuando Locke aún vivía, uno de los

experimentos de magia de Mafa habría costado más que eso.

Pero en este momento era un problema.

Para el Mafa Merlin actual, deber esa cantidad de dinero era suficiente para

inducirle desesperación. No sería capaz de conseguir esa cantidad de dinero aún

si vendiese su cuerpo entero. Incluso eso no funcionaría. El Fario actual no era tan

amable como antes…

Conforme se acercaba la fecha de pago, Mafa estaba cada vez más y más

exhausto física y mentalmente. Un día, finalmente, colapsó después de comerse el

desayuno. Inexplicablemente, quien despertó horas más tarde fue Lin Yun.

— Este hombre es tan desafortunado…—reflexionó Lin Yun.

Luego de digerir las memorias que quedaban en su mente, no quedaba nada que

hacer más que suspirar. Este tipo, Mafa Merlin, era verdaderamente

desafortunado. Caer en tal pozo no era fácil para un joven de una familia

acaudalada y con un futuro prometedor.


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