La batalla continuó para Rhode.
Algunas personas anhelaban batallas, pero se vieron obligadas a llevar una vida pacífica. Aunque la paz era solo temporal, era lo suficientemente larga desde sus perspectivas.
—¿Cuánto tiempo más tenemos que caminar, Su Alteza Erin?
Angelina abrazó la espada sin forma con un poder mágico verde girando a su alrededor, tropezando mientras seguía de cerca a Erin. A simple vista, no había nada más que túneles subterráneos. La última vez que se encontraron con algo que hacía ruido fue con una rata de hace tres días... ¿O fue hace cuatro días? Ese lugar olvidado por Dios les hizo olvidar el concepto del tiempo.
—Suspiro... Tomemos un descanso, Angelina.
—Sí, Su Alteza Erin.