—¡Christie!
Rhode levantó la vista y el tremendo dolor de cabeza desapareció casi instantáneamente. Entonces, se dio cuenta de que algo andaba mal. Ya no era el túnel oscuro ante él. En vez de eso, fuertes vendavales le rozaron la cara y bajo sus pies había una torre de ladrillo nivelada. A lo lejos se veía un desierto desolado. Pero... esta vez fue completamente diferente.
Las nubes que cubrían el horizonte se movían rápidamente con los vientos y, a través de sus huecos, Rhode fue testigo de la silueta de un enorme edificio. Miró hacia abajo y vio una figura que había esperado.
—Christie.
…
La niña se paró frente a él. Pero a diferencia de la dulce y tranquila «Christie» a quien él conocía, esta vez parecía sin precedentes severa e incierta. Miró a Rhode, se dio la vuelta y señaló hacia adelante. Junto con sus acciones, las gruesas capas de nubes se separaron a ambos lados. Entonces, la deslumbrante luz del sol se derramó.