Edward se estrelló contra la pared. Aún no había perdido las esperanzas. A pesar de que la cabeza le daba vueltas, los ruidos a su alrededor le pusieron los pelos de punta. Se puso de pie instintivamente para escapar, pero sintió un dolor insoportable en la pierna derecha. Entonces, una inmensa fuerza lo arrastró de vuelta.
—¡No! ¡Ayúdam-!
Los gritos llegaron a un abrupto final.
—¡Padre!
Emily pareció haberse olvidado de la peligrosa situación en la que se encontraba. Se quedó mirando al túnel con la mirada perdida, pero una violenta ráfaga de viento que sopló en sus oídos la trajo de vuelta a la realidad.
«¡Bum!»
El Gigante de Piedra se estrelló contra el suelo. Su gigantesco cuerpo estaba cortado por docenas de marcas de cuchillas. Aunque podía absorber las rocas a su alrededor para reparar su cuerpo, su capacidad de autorestauración fue demasiado débil ante el salvaje ataque de Rhode.
—¡Tenga cuidado, Srta. Emily!
—¿Eh? ¡Ah...!