Rhode se recostó cómodamente y admiró el paisaje fuera del carro. Las tres señoritas que dormían profundamente estaban sentadas en fila frente a él. Gillian estaba opuesta a él, y su cola esponjosa y grande se extendía sobre ellas como una manta caliente. En su otro extremo, Anne estaba babeando con la boca abierta. Natasha estaba entre las dos y la agotada joven soñaba profundamente después de estar huyendo por dos noches. Sin embargo, igual agarraba la caja de madera con fuerza y sin intención de dejarla ir.
Grendy estaba junto a Rhode con la cabeza baja. Sin lugar a dudas, la falta de familiaridad que este joven tenía con una situación así estaba escrita en toda su cara. Aunque todas las damas utilizaban su ropa apropiadamente mientras dormían, a este joven le parecía demasiado emocionante estar confinado en un espacio estrecho con tres mujeres hermosas y jóvenes.
«Debe ser virgen...»