Pei Ziheng la miró sin expresión. Nunca la había visto cuidar al niño y, como tal, no sabía que podía ser tan gentil. Estaba extremadamente celoso del bebé en sus brazos, celoso de poder disfrutar de todo el amor maternal que Xia Ling estaba mostrando. Sus celos eran como si diez mil hormigas le estuvieran royendo el corazón, de modo que su corazón estaba lleno de agujeros.
No terminó su comida, sino que dejó los cubiertos y se encerró en el estudio. Xia Ling sintió que él no estaba contento, y su estado de ánimo se volvió pensativo por su miedo. Ella persuadió al niño por un largo tiempo antes de llevarlo cuidadosamente de regreso a la guardería, para evitar toparse con Pei Ziheng nuevamente y hacerlo enojar más. La mirada que le dirigió al niño antes le dio escalofríos.
En el estudio.